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— Eres muy cruel, Kacchan, ¿No ves que está llorando? — Izuku temblaba y lloraba mientras intentaba defender al pobre niño que ya se encontraba en el suelo.
Al igual que siempre yo estaba al lado de Katsuki presenciando como cruelmente volvían a molestar al peli verde, no podía evitar sentir culpa al no hacer nada frente estas situaciones.
— ¡Si sigues así nunca te lo perdonaré! — Gritó Izuku y tanto Bakugo como los demás simplemente y comenzaron a avanzar hacia el pequeño.
— ¿A pesar de no tener ningún quirk pretendes ser un héroe, Dekú? — Aquellos tres terminaron por ir hacia el peli verde mientras yo veía como de nuevo golpeaban a Izuku, intenté llamar a Katsuki para que parase pero como de acostumbre no me hizo caso.
Cuando terminaron por alejarse de Izuku pude ver mejor que se encontraba en el suelo encogiéndose por el dolor, esta vez le habían hecho mucho daño, me levanté corriendo hacia el viendo más de cerca que estaba lleno de hematomas por los golpes.
— ¿Midoriya estás bien? ¿Te puedes levantar? — Dije tomando su mano con fuerza para levantarle, sintiendo ya la mirada de Katsuki fulminándome por ello.
— ¿Qué haces Tara? Déjale ahí. — Katsuki intentó agarrar mi mano para que le soltase pero yo parte la suya de mi. — Ya basta Bakugo, le habéis hecho mucho daño esta vez.
— ¿Desde cuando te importa a ti eso? — Preguntó levantando más el tono de voz.
— No quiero que volváis a molestar a Midoriya, ¿qué más da si no tiene un quirk? eso no le hace menos que vosotros. — Los dos niños que acompañaban al rubio comenzaron a reírse sin parar haciendo que él me mirase furioso.
— Si quieres ser igual de patetica que el es tu problema. — Dijo el rubio para después dejarme en el suelo con un gran empujón.
Mire las palmas de mis manos viendo que estaban llenas de pequeñas cortaduras por el golpe, Bakugo todavía me miraba desde arriba, parecía que esperaba que dijese algo más o simplemente le siguiese como siempre, pero esta vez no me levanté y él terminó por darse la vuelta dejándome ahí junto a Izuku.
Siempre supe que no podía competir contra su ego, pero no sabía que su decisión estaría tan clara.
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