Capítulo 4 ~Orario, la ciudad laberinto~

170 19 0
                                    







Después de esa extraña pero beneficiosa conversación, la enorme mujer finalmente pudo continuar con su caminó.

Recorriendo la carretera hasta el tan añorada final, parándose en toda su temible altura por delante de las puertas de Orario. Dirigiéndose a la caseta de vigilancia con pasos retumbantes hasta quedar cara a cara con el casero. O lo más acercado a eso cuando el hombre tuvo la necesidad de estirar su cuello y mirar a la mujer enorme.

"Eh...¿Nombre?" Preguntó el funcionario con aspecto aburrido pero evidentemente desconcertado por tan particular visitante. Ostentaba una vestimenta de forma totalmente diferente a los guardias que estaban cerca de la puerta. Los cuales iban vestidos con ropa ligeramente reveladora, con todos llevabando unas máscaras extrañas, pero el funcionario vestía un traje negro con una camisa blanca.

"Arabella..." Dijo seca como siempre.

“¿Visita temporal o residencia permanente?” Preguntó este de vuelta.

La mujer dudo por un par de segundos antes de que volviera a hablar.
"Permanente..."
El hombre hizo varias anotaciones en una pequeña libreta.

"¿Será posible que usted sea seguidor de alguna deidad en particular?" Esta pregunta dejo desconcertada a Arabella.

"¿Disculpe?"

"Oh, ¿no está afiliada a alguna familia?" Continuó este un tanto sorprendido de que una mujer como ella no perteneciera a alguna familia.

De alguna manera, está cuestión con referencia a su deidad dejo pensando a Arabella. Pues incluso si las dudas abruman su alma, ella realmente no podía negar a su señora y por ende a la gran voluntad a la cual servía fervientemente pese a todo.

Por lo que la respuesta no fue realmente compleja.

"Sirvo a la diosa Márida la eterna..." Dictó la misma aún con orgullo y fervor.

El guardia levantó la vista, realmente confundido. "Eh, nunca había oído hablar de ella."

"...." Arabella se guardo sus comentarios despectivos para sus adentros.

"Bien" Dijo el guardia mirando sus papeles. "La tarifa de entrada para la residencia permanente es de 3.000 valis por persona. Una vez que la hayas pagado, puedes entrar, ahí tú decides dónde alojarte"

Por un segundo, Arabella titubeó detrás de su semblante serio. Repasando en su cabeza una y otra vez que en su bolsa no contaba con ninguno de estos tales... ¿valis?

Así que en un acto un tanto desesperado por no tener que recurrir a la violencia para que estos individuos no se interpongan en su camino, levanto su bolsita con lo único que podía considerarse parte de estás tierras y podría tener alguna clase de valor.

"En este momento no cuento con el dinero requerido pero, ¿esto servirá como un cambio?" Pregunto al tirar la bolsa de cuero repleta de piedras a más no poder. Y pese a que el hombre suspiro exasperado, al final asintió.

"Aceptaré esto como pago, pero preferiblemente haga el cambio de estás por valis antes de intentar pagar sus deudas señorita." Dictó el hombre cansado, antes de hacer una señal a los soldados exhibicionistas para que abrieran la puerta doble.
"Bienvenida a Orario, la ciudad laberinto."

"Gracias..." Con eso dicho, la mujer se encamino hacia la ciudad donde la gran torre se alzaba imponente.

~
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
~

Poco a poco, Arabella se fue adentrando en la tumultuosa ciudad, encaminando su visión a observar todo lo que antaño en su hogar se perdió en el momento en que la devastación fue desatada y azolo sus tierras, donde las aglomeraciones de personas ya no existían si no eran con fines militares.

Dándose la sorpresa de que en estás tierras quedaban aparentes reminiscencias del crisol perdido, pues fue capaz de contemplar todo tipo de humanos; como lo podían ser estos últimos portando partes de bestias y animales en sus anatomías particulares conviviendo cómodamente con los humanos normales.

Era un espectáculo digno de ver, realmente eran tierras extranjeras sin dudas.

Más otro asunto no paso nada desaparecido para la mujer, y este fue el hecho de que una gran cantidad de peatones y otros aparentes ’guerreros’ no dudaban en voltear a mirar en su dirección.

Y no podía culparlos, pues para estos de manera repentina y sin previo aviso, una extraña figura sobresalío entre la multitud al alzarse sin dificultades sobre todos los presentes, portando un traje enorme y dorado, junto a un par de armas aterradoras y devastadoras que podía manipular sin ninguna dificultad en ambas manos de manera individual, junto a una máscara aterradora que parecía sonreír a la multitud de curiosos pese a no tenerla en este momento puesta.

Ciertamente no era una situación que la mujer pudiera apreciar.
Y por ello, a la primera oportunidad que tuvo, rápido se alejo de la multitud. Moviendo su camino a lo que aparentaba ser una plaza llena de letreros superpuestos sobre una gran cantidad de diversos establecimientos y locales.

Cada uno escrito en una letra ilegible para ella, una lengua claramente distintiva. No obstante, las figurillas y dibujos seguían siendo la norma; y para su fortuna, su aguda visión fue a parar en un letrero que aparte de portar el lenguaje extranjero, posee el característico dibujo de un libro, tratándose obviamente de una biblioteca.

Pese a no conocer el idioma, no por nada alguna vez fue la mejor de los perfumistas, no solo en poder, si no que en conocimientos, tanto en las artes del orden dorado, como en los diferentes campos. Por lo que aprender un nuevo idioma no debería ser algo tan complejo para ella.

"Mmmm...." Tarareo por un segundo antes de percatarse de cierta mirada indiscreta que la estaba observando desde las alturas; Este tipo de actitudes no eran del agrado de Arabella, por lo que con cierta molestia, rápido volvió a ponerse su máscara antes de regresarle la mirada a la monumental torre que se alzaba en el cielo.

Mirando a la criatura que no podía ver pero por la creciente energía desconcertante, era más que claro su procedencia.

"¿Un dios exterior?" Se pregunto la mujer antes de que tan rápido como está llegó, la misma desapareció al instante.

Y Arabella no se adentro en el establecimiento hasta que estuvo segura de que lo que fuera que la observo no volviera a espiar con ojos maliciosos.
"Si esa cosa era un dios exterior... es pésimo ocultando su presencia..."
Al finalizar ese pequeño predicamento, la misma rápido ingreso al local sin perder un segundo más en esa deidad inferior e incomparable a Márida y mucho menos a la gran voluntad.




















Continuará....

Elden ring x Danmachi: La Última Cruzada De Una Asesina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora