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—Siéntense. 

Jeno y Renjun se miraron antes de sentarse frente al rey.

Kyujong los miró con disgusto.

—Estás aquí sólo por tu primo —dijo, mirando a Renjun—. Todavía no estás perdonado, muchacho.

Renjun resopló. 

—No necesito tu perdón. Y tienes el descaro de jugar a ser la víctima después de lo que me hiciste. Jeno es la única razón por la que estoy aquí.

—¿Y qué te hice? —Kyujong dijo sarcásticamente—. ¿Te di una designación superior? Qué crimen.

Renjun se sonrojó, su olor se espesó con su ira.

Jeno se pellizcó el puente de la nariz. No podía creer que hubiera tenido que dejar a Donghyuck por esto.

—Suficiente —dijo con frialdad, haciendo que el rey volviera la mirada hacia él—. No tenemos tiempo para esto. Renjun está aquí como un favor para mí, Su Majestad. Trátelo con respeto o nos iremos los dos.

Ahora la cara de Kyujong también se enrojeció. 

—Eres insolente, debería echarte del país también, en lugar de hacerte mi heredero.

Jeno lo miró a los ojos, se reclinó en su silla y dijo: 

—Podrías. Pero no lo harás. Eso molestaría a mi madre, ¿no? 

El rostro de Kyujong se quedó en blanco.

—Estás olvidando tu lugar, muchacho —siseó.

—¿De qué están hablando? —Interrumpió Renjun con la voz llena de confusión.

Jeno sonrió sin dejar de mirar al rey. Joder. Estaba harto de mentir.

—Pregúntale a nuestro padre, Renjun. 

Renjun emitió un sonido ahogado.  —¿Qué...?

—Cállate —gruñó Kyujong, mirando a Jeno—. No sabes nada.

La sonrisa de Jeno se ensanchó.

—De hecho, sé mucho, padre. Y ahora entiendo lo que antes no entendía —Los encantadores ojos de Donghyuck brillaron al frente de su mente mientras Jeno recordaba su propio deseo, necesidad, de hacer todo lo que quisiera por su omega.

Donghyuck había querido que se quedara ayer, y Jeno no se habría ido ni por todo el poder y el dinero del mundo. Ahora entendía que no era una exageración cuando la gente decía que los alfas podían matar para hacer felices a sus omegas. No importa cuánto Kyujong pudiera resentir su atracción por Taeyeon, ella seguía siendo su compañera, y eso era algo con lo que un alfa no podía luchar. No se podía luchar contra la propia naturaleza. Era una batalla perdida si uno lo intentaba.

Jeno no repetiría los errores de su padre.

—Pero eso es irrelevante ahora —dijo Jeno, mirando a Renjun, que parecía como si lo hubiera atropellado un camión—. Te lo explicaré todo más tarde —le dijo en voz más baja. 

Renjun asintió, todavía luciendo aturdido y confundido. 

Jeno le dedicó una pequeña sonrisa, y de repente se dio cuenta de por qué nunca había sentido verdadera animosidad hacia su medio hermano, a pesar de tener muchas razones para resentirlo y envidiarlo. La naturaleza omega reprimida de Renjun probablemente lo afectó en algún nivel, haciendo que Jeno se sintiera protector con él en lugar de agresivo. Explicó mucho. Los alfas generalmente no se llevaban bien con otros alfas, después de todo.             

Salv | NohyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora