Reid contraataca

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El bar estaba lleno de risas y música. El equipo se relajaba después de una semana larga y difícil. Morgan, con un par de copas de más, estaba en su modo más sociable y encantador, coqueteando descaradamente con la camarera, lo que provocaba risas y comentarios de los demás.

—Vamos, preciosa, ponle un poco más de ron a este, ¿sí? —dijo Morgan con una sonrisa seductora, inclinándose en la mesa redonda.

La camarera se rió, claramente entretenida por el carisma de Morgan, mientras le servía la bebida.

—Eres un caso único, ¿lo sabes? 

Mientras todos reían y seguían la conversación, Alex observaba la escena desde su asiento, tratando de mantener una expresión neutral. Pero algo dentro de ella se revolvía al ver la forma en que Morgan se comportaba. Se sentía celosa, aunque no quería admitirlo, y mucho menos mostrarlo frente al resto del equipo. Finalmente, cuando ya no pudo soportarlo más, se levantó, sacando un billete para pagar su parte.

—Chicos, creo que me voy. Ha sido una semana larga, y estoy cansada —dijo, tratando de sonar casual mientras se dirigía a la barra.

Morgan, notando el cambio en su tono y expresiones, la siguió, dejando de lado su copa y la conversación con la camarera. Se acercó a ella en la barra, su mirada fija en la de Alex.

—Oye, ¿qué pasa contigo? —preguntó, bajando un poco la voz para que solo ella lo escuchara—. ¿Por qué te vas tan temprano?

Alex lo miró, sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y decepción. Había pasado una semana desde aquella noche en la que habían hecho el amor, y desde entonces, Morgan había estado distante, diferente.

—¿Qué pasa conmigo? —replicó Alex, cruzando los brazos—. ¿Qué pasa contigo, Morgan? Desde el sábado pasado, apenas me has dirigido la palabra. Y ahora te veo aquí, coqueteando como si nada. ¿Es eso lo que haces? ¿Ignorar a alguien después de conseguir lo que quieres?

Morgan frunció el ceño, visiblemente ofendido por su comentario.

—No es así, Alex. No me vengas con eso —respondió, intentando mantener la calma—. Estás exagerando.

—¿Sabes qué, Morgan? —dijo, su voz cargada de decepción—. Me has demostrado que sigues siendo el mismo personaje que conocí hace años. Creí que quizás habías cambiado, que había algo más en ti. Pero no, parece que sigues siendo el mismo de siempre, que actúa sin pensar en las consecuencias.

Morgan se quedó mirando a Alex, el alcohol en su sistema agudizando la crudeza de sus palabras. Se pasó una mano por la nuca, buscando las palabras adecuadas mientras sus ojos mostraban un brillo de dolor y sinceridad.

—Quizás tienes razón. Quizás no he cambiado tanto como pensaba. Pero no te engañes, Alex. No estoy aquí para ser perfecto, y no espero que tú lo seas tampoco.

Hizo una pausa, su expresión endureciéndose mientras luchaba contra la borrachera.

—Me gustas, ¿sabes? Me gustas más que ninguna mujer que haya conocido —continuó, su tono severo y directo—. Pero no quiero algo serio contigo. No quiero un noviazgo, no quiero hijos, no quiero muchas cosas que creo que tú puedes querer. No estoy en posición de darte lo que buscas.

Las palabras salieron de su boca como una ráfaga de sinceridad cruel. Cada frase era un golpe directo al corazón de Alex, que sintió cómo su pecho se hundía bajo el peso de su confesión.

Morgan se encogió de hombros, tratando de parecer más indiferente de lo que realmente estaba sintiendo.

—Así que si estás buscando algo más que solo una aventura o una noche casual, tal vez es mejor que lo sepas ahora. No puedo ofrecerte nada más, y no quiero que te hagas ilusiones.

PAUSADA - Sombras del pasado (Derek Morgan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora