Este lugar es tu hogar

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—¿Estás preparada?

Emi asintió con la cabeza mientras intentaba controlar la sonrisa bobalicona que sentía en las comisuras de los labios. El Rey Shota le había tapado los ojos con las manos, algo que jamás había tolerado cuando era pequeña, pero esa tarde no protestó. Su mano era grande y cálida, duras por el manejo constante de armas, tenía facilidad para conducirla sin traspiés, su fuerza insinuaba algo chispeante y maravilloso.

Sus preocupaciones estaban tan infundadas, había creído que él no se presentaría después de minutos de espera. Pero entonces ¡Ahí estaba! El Rey Shota en carne y hueso, con su belleza clásica y su traje oscuro confeccionado a medida, el cabello color negro repeinado, pómulos marcados y una expresión pensativa y seria en la boca. Llegó con aquella caminata despreocupada, impecable e innata en él, como si un día hubiera surgido ya completamente formado y erguido de algún jardín de flores del palacio.

¿Cómo era posible que hubiera tenido tanta suerte?

Sabía lo que significaba que arrancaran a alguien del hogar de su infancia para contraer matrimonio. Aunque fuese la primera de su familia en casarse, otros nobles del reino sureño vivían cerca, y las noticias como los chismes habitualmente volaban.

Era habitual que se negociara con las novias sin pensar siquiera en las diferencias culturales o en los distintos idiomas. Ni siquiera importaba si les gustaba el novio o no. Años después todavía se hablaba del desastroso enlace entre la hija del marques Konodera y el duque «loco» de Costa Estrella.

Sin embargo, Shota era diferente. ¡Era perfecto! Bueno, tal vez no fuera perfecto, porque ella era una persona medianamente racional y sabía que nadie podía ser perfecto. Aunque era todo lo que podía esperar.

Y por primera vez desde que sus hermanos le informaron de que iba a dejar del Sur, era feliz. No había nobles alrededor a los que presentar una imagen y él era tan maravilloso como en el compromiso. ¡Se había preocupado por nada!

—Unos cuantos pasos más y ya... —dijo Shota— Quiero que disfrutes de la mejor vista.

—¿Para qué?

Se dejó guiar, el puente parecía haber terminado. Y caminaban por un camino de gravilla.

—No seas impaciente, Joke.

Ella se quedó quieta. ¿Joke?

—¿Eso qué significa?

—Ejem. Ya casi estamos —anunció él en vez de contestar— Uno, dos...

Y a la de tres, le apartó la mano de los ojos para revelar una residencia magnífica, con forma de U, con columnas similares a las de las estructuras sureñas y pilastras a lo largo de la fachada, de paredes de un blanco impoluto, como del que estaban hechos los edificios de la capital de Shiketsu. Una alfombra azul cubría los escalones de entrada, procedente de la puerta principal.

—¿Qué te parece? —le preguntó Shota sereno, pero ella percibió una nota ansiosa en la voz.

—Es... preciosa. —Se volvió hacia su encantador futuro esposo y vio que la luz de las antorchas se reflejaba en sus ojos oscuros— ¿Quién vive aquí?

—Acabo de rediseñarla para ti.

Emi sabía que eso no podía ser del todo cierto, no cuando su boda se había acordado tan solo unas semanas antes.

—Eso es imposible... ¿Tan pronto?

—Tenemos trabajadores muy hábiles. —Fue su única respuesta.

La Reina EmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora