Capítulo 4: El mundial

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El día en el que cumplí veinte años, estaba en Catar.

El bullicio de la ciudad era algo que impresionaba; Como una ciudad en medio del desierto podía llegar a tener tanta vida y conseguir celebrar un mundial en el que llegarían miles de personas.

Estábamos en uno de los hoteles más lujosos de la metropolis, cerca de uno de los estadios, el Al Bayt. Desde mi habitación, podía ver el desierto inmenso y las pequeñas edificaciones que lo bordeaban. Si alguien me hubiera dicho que esas serían mis vistas en mi cumpleaños de mi segunda década, me hubiera reído en su cara.

Y ahí estaba yo.

Acabamos de tener nuestro partido contra Costa rica, en fase de grupos, hacía dos días.

Cuando eran las 7:30 A.M, y el sol ya estaba plenamente dando a la cristalera de mi habitación, bajé al restaurante del hotel, donde servían buffet y todo tipo de delicias. Me extrañó ver que las luces estaban pagadas y cuando fui a preguntar a los trabajadores, un estruendo de personas llenó el lugar.

— ¡Feliz cumpleaños, Pedro González!

En el restaurante, ahora iluminado, estaba todo el equipo esperando con una tarta en medio. Había globos desperdigados por todas partes.

Ahí estaban mis amigos del club, Gavi, Ferran, Ansu y Eric (defensa y delantero, respectivamente) , con una sonrisa de oreja a oreja. Más atrás estaba Unai, al lado de su compañero de equipo, Nico Williams. Le eché una mirada rápida, pero él solo tenía una mirada caída a la tarta con velas ahora encendida.

La verdad es que nuestra comunicación no había sido la mejor este último mes. Después de ese partido, me sentía entre la espada y la pared. Me había dado cuenta que no podía ser un buen amigo (o lo que fuera que fuesemos) y un buen futbolista a la vez.

Me había excusado al hablarle, como lo haría alguien cobarde.

— Creo que deberíamos dejar de hablar tanto, al menos hasta que pase el mundial. — Le había dicho — No me gustaría que afectara a nuestro rendimiento.

Él había hecho un sonido raro al otro lado de la línea.

— ¿Como podría afectar?

Cada vez que te veo en el campo, me vuelvo loco. Me gustaría haberle respondido. El fútbol pasa a segundo plano. Solo pienso en tu bienestar. Ya me da igual tener o no el balón. Solo me importas tú.

Sin embargo, le respondí:

— Necesitamos volver a la profesionalidad de antes. Solo por el mundial.

Volví a escuchar una queja. En ese momento no lo procesé, pero había tenido poco tacto. Seguramente, le había dolido.

Así que (por culpa mía) nuestras conversaciones por teléfono, se habían reducido al mínimo.

Y ahí estaba yo, con toda la selección española, celebrando mi cumpleaños. Debería haberme fijado más en la tarta, en la alegría de mis amigos, en mi pequeña fiesta. Y aún así, seguía pensando en él.

— ¡Sopla las velas! — gritó Gavi y me acercó la tarta —. ¡Y pide un deseo!

— Deseo que Gavi deje de hacerme malas entregas de balón — comenté bromeando y el joven me dio un empujón.

— ¡Oye! Soy el mejor compañero que podrías tener. — Varios compañeros hicieron sonidos de burla.

Yo reí, cerré los ojos, y soplé las velas.

Mi cabeza deseó Ganar el mundial.
Mi corazón deseó otra cosa.

*************
Debutamos con el partido de clasificación contra Costa Rica el 23 de noviembre. Como equipo estabamos con energías y eufóricos. Yo, personalmente, seguía algo raro, pero eso no impidió al entrenador para sacarme desde el principio del partido.

Amor entre partidos (PEDRI + UNAI SIMÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora