Capitulo 7

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Durante las siguientes dos semanas, Juanjo se dedicó a visitar pisos de alquiler en Madrid, acompañado casi siempre por su amiga Elisa. Le enviaba fotos y vídeos a Martin para que también pudiera opinar. No fue tarea fácil, todo lo que había era demasiado pequeño, demasiado viejo o demasiado caro. Resultaba muy frustrante.
Finalmente, justo un par de días antes de que llegara Martin a Madrid para empezar con los ensayos del musical, encontró un piso pequeño pero acogedor, todo exterior, bien conservado, bien comunicado —al lado de una parada de metro— y en un barrio con ambiente joven. El precio era razonable y entre los dos podían pagarlo, así que se decidieron por él y dieron la entrada.
Mientras terminaron de formalizarse los últimos trámites, Martin se quedó de nuevo en la habitación de Juanjo, pero fue por poco tiempo porque a los tres días ya pudieron entrar al piso. Como se lo dejaban amueblado y equipado con todo, les fue fácil instalarse. Solo llevaban un par de maletas cada uno y algún trasto más. Poco a poco ya irían haciéndoselo suyo. Lo importante era que estaban juntos, ninguno de los dos terminaba de creérselo.
Hicieron la primera compra y, esa misma noche, Juanjo preparó una cena exquisita para celebrarlo. Se sentía pletórico: por fin tenía su propia cocina, con lo que le gustaba. Le hacía mucha ilusión cocinar para Martin. Ambos disfrutaron de los platos que había preparado, que les supieron a gloria.
Martin eligió una película y la vieron juntos, abrazados en el sofá, mientras comían palomitas. No era el mejor piso del mundo, pero ninguno de los dos podía imaginar una felicidad mayor en esos momentos. No necesitaban más. Juanjo se dio cuenta de que los brazos de Martin eran su lugar seguro.
Los días fueron pasando mientras Martin ensayaba y Juanjo asistía, aplicado, pero sin demasiado entusiasmo, a sus clases de la facultad. Su amiga Dafne terminó con la postproducción de las maquetas y las enviaron a varios sellos discográficos. Era cuestión de esperar y confiar.
El primer fin de semana de su nueva vida juntos, invitaron a las familias de ambos e hicieron una inauguración del piso. Juanjo estaba un poco nervioso al principio, pero se relajó cuando vio que todo fluía como debía. La comida fue un éxito, volvió a cocinar él y sorprendió a todos con su talento. Le cayó fenomenal la familia de Martin, y vio que Martin también se llevaba muy bien con la suya.
Los familiares se alojaron en un hotel, ya que no había camas para nadie más en el piso. Al día siguiente, hicieron con ellos todos los planes de turista que uno puede esperar en Madrid: los churros en San Ginés, el Prado, el Retiro, el cocido, la vuelta por Madrid monumental, el bocadillo de calamares… Acabaron agotados, pero fue un día agradable. El domingo, se volvieron a sus respectivas casas y Juanjo y Martin comentaron todos los momentos graciosos, incómodos y divertidos.
Unos días después, se puso en contacto con ellos una discográfica. Les llamaron por separado, sin saber que tenían una relación. Les habían encantado las dos maquetas y querían producírselas y encargarse del proceso de lanzamiento y difusión. No se lo podían creer, estaban exultantes. Aquella noche salieron a cenar por ahí para celebrarlo. Brindaron por sus incipientes carreras musicales.
Al día siguiente, tuvieron sus respectivas primeras reuniones con los representantes y productores y se pusieron manos a la obra. Les propusieron algunos cambios, aunque no demasiados porque les gustaban bastante tal como sonaban ya.
Durante los días que siguieron, compaginaron los ensayos para el musical y las clases en la universidad con sesiones de trabajo y reuniones en la discográfica. Estaban cansados, pero la ilusión que tenían hacía que lo llevaran mejor.
Por fin, llegaron los días de los respectivos estrenos. Sacaron los sencillos con una semana de diferencia, para que no se solaparan. Montaron una fiesta de celebración con sus familiares y amigos más cercanos, apretados como pudieron en el salón del piso.
Los números de salida no fueron del todo malos, aunque, cegados por la ilusión, habían cometido el error de crearse mejores expectativas. Desde la discográfica les recomendaron que fueran pacientes, que muchas canciones entraban poco a poco, y que igualmente no eran malas cifras. No era que no estuvieran contentos por tener al fin sus propias canciones en el mercado, que lo estaban, pero parecía mentira lo que costaba todo. Les habían dedicado mucho esfuerzo y energía y estaban muy contentos con el resultado y, aun así, no lograron entrar en ninguna lista importante ni que sonaran en las principales emisoras de radio.
No obstante, no se desanimaron y siguieron componiendo. Llenaron las libretas de frases sueltas y de proyectos de futuras canciones y grabaron decenas de audios con posibles melodías. Una noche, sentados en el sofá, decidieron probar a componer algo juntos. Algo sobre su historia.
—Venga, ¿qué se te ocurre? —apremió Juanjo.
—No sé… Estos días he estado pensando mucho en lo nuestro. ¿Te imaginas que nunca hubieras venido a ver Moby Dick? ¿O que no te hubieras decidido a escribirme por Instagram? ¿O que lo hubieras hecho, pero luego no te hubieras esperado en la puerta del teatro?
—O que no me hubiera atrevido a ir a verte a Bilbao. O que tú no te hubieras atrevido a darme aquel beso en el banco del paseo. Solo con que cualquiera de esas cosas no se hubiera dado, no estaríamos juntos. E igual ni siquiera habríamos empezado a componer ni habríamos sacado estas canciones.
—Ya ves… Me cuesta imaginarme lo diferente que habría sido todo. ¿Crees que la vida habría acabado juntándonos igualmente?
Juanjo le abrazó y le dio un beso suave en la mejilla.
—¿Qué sería de mí si no te hubiera conocido, Martin?
—O de mí…
Se quedaron un rato en silencio, reflexionando sobre ello. De pronto, Juanjo tuvo un momento de inspiración.
—Podemos escribir sobre eso. Sobre qué sería de nosotros. Sobre los diferentes caminos que se abren con cada pequeña decisión, sobre lo diferente que puede llegar a ser la vida en función de cuál eliges. Y sobre el papel del destino, si esos caminos desembocan en la misma meta al final o no.
—¡Me encanta! Creo que es un buen punto de vista para hablar de nuestra historia sin resultar demasiado obvios o literales. Lo veo original, e invita a la reflexión a quien lo escuche. Es algo que todo el mundo puede aplicar a sus propias vivencias.
Con ese punto de partida, se pusieron a escribir y la letra fue saliendo sola. Sintieron que habían dado en el clavo y que todo fluía como por arte de magia. Casi de forma simultánea, fueron grabando melodías para las diferentes partes de la canción, y les gustó cómo sonaban. Eligieron Qué sería de mí como título.

Dejaron reposar la canción unos días, para asegurarse de que les seguía gustando y de que no querían hacer ningún cambio más. Se la enseñaron a Dafne, para conocer su opinión, y su reacción fue mucho mejor de lo que habían esperado. A sus familiares y amigos cercanos también les gustó mucho. De modo que, una vez pasados los primeros filtros, decidieron presentarla a la discográfica.
Los representantes y productores la recibieron con un gran entusiasmo, parecían convencidos de que iba a funcionar muy bien. Así que formaron un equipo fusionando los de ambos y se pusieron manos a la obra enseguida: terminaron de limpiar y de concretar el tema a nivel de composición, definieron el estilo que querían conseguir, crearon la base, grabaron las voces y terminaron de pulirlo todo con la postproducción. Como la canción ya estaba bastante avanzada de inicio, en menos de una semana la tuvieron finiquitada.
Por cuestiones de calendario de la discográfica, no la lanzaron hasta casi un mes después. La espera se les hizo eterna, pero, una vez fuera, descubrieron que había valido la pena. El éxito fue rotundo desde el principio. Las reproducciones subieron como la espuma en todas las plataformas, entró en las principales listas nacionales e incluso se coló en alguna internacional, y comenzó a sonar en las emisoras de radio más influyentes. También se hizo viral en las redes sociales, gracias a una tendencia que se popularizó entre el público más joven.
Comenzaron a pedirles entrevistas desde diferentes medios de comunicación, principalmente pódcast y programas de radio. No daban crédito a todo lo que les estaba ocurriendo. Nunca hubieran podido imaginar ese nivel de éxito. Era todo un orgullo poder escuchar su canción, que con tanto mimo habían creado, en boca de los demás, o subir al coche y que sonara nada más enchufar la radio. Era increíble cómo algo tan suyo, tan personal y privado, nacido de la intimidad del sofá de su casa, había trascendido y alcanzado los corazones de tantas personas, que la habían hecho suya. No podían imaginar nada más bonito.
Se sentían felices de poder experimentar algo así, con lo que siempre habían soñado pero que tan lejano parecía quedar. Y lo mejor era el hecho de poder vivirlo juntos. El sabor del éxito era mucho más dulce al compartirlo con la persona de la que estaban enamorados.

Qué sería de mí (Juantin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora