La guarida de Hermione Granger.

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Lunes, 6 de Septiembre.

Lilith había terminado su última clase del día. Era Aritmancia, pero no había logrado prestar total atención, pues una castaña parecía escabullirse al otro lado del salón, lanzándole miradas furtivas con esos característicos ojos marrones que se habían vuelto muy familiares para ella.

De las pocas cosas a las que la pelinegra puso atención, era el nombre de la profesora, o eso creía porque si se lo preguntaban realmente no se lo sabía.

Estaba más tranquila de lo habitual, y es que no tenía al motor de sus travesuras con ella en esta clase. Thaddeus hacía que a veces se desconcentrara y terminara sin entender nada, o, peor aún, acabara limpiando calderos que olían peor que Bubotubérculos como castigo.

Ahora se encontraba caminando hacia la biblioteca, en busca de un libro que necesitaba para completar sus deberes de Pociones. El año pasado no había obtenido las mejores notas; se pasaba pensando si de verdad era tan mala o si simplemente Snape realmente la odiaba.

Entró en completo silencio, notando que Madame Pince no se encontraba en su lugar habitual, su guarida, como le decían. Lilith y Thaddeus no eran del agrado de la bibliotecaria en absoluto, especialmente desde que casi tiraron un estante en primer año mientras peleaban por un libro. Lilith podría decir que los tenía realmente vigilados.

—Vamos, ¿dónde estás? —bufó un poco frustrada al no poder encontrar el libro que buscaba. Miraba cuidadosamente cada uno de los estantes.

—Secretos... Secretos... —repetía en voz baja, enfocándose en no olvidar el nombre del libro. Sus ojos se iluminaron al encontrarlo. —"Secretos del Maestro de Pociones"—. Intentó ponerse de puntillas y lo rozó con la yema de los dedos, pero se sobresaltó cuando una mano tocó la suya. Rápidamente volteó a mirar a la persona a su costado. Allí estaba, Hermione Granger.

Se preguntó por qué, con tantos lugares en Hogwarts y tantas posibilidades, ahora era costumbre encontrarse con la pequeña castaña. Pero se sintió tonta; claro, esa era la guarida de Hermione Granger. Lilith solía pensar que era un ratón de biblioteca, pero nunca se lo dijo; no sabía cómo podría tomarlo.

—Lo siento —dijo la castaña, algo exaltada—. ¿Lo vas a usar? —Lilith la miró y asintió torpemente—. Pero creo que puedo esperar; tal vez debería dejar mis deberes para después.

Lilith comenzó a alejarse, pero un jalón en su brazo la detuvo.

—Podemos... podemos hacer el ensayo juntas, si quieres.

—Oh, claro—. El rostro de Lilith se iluminó sin darse cuenta.

Lilith se estiró para tomar el libro y lo colocó entre su brazo, comenzando a caminar hacia las mesas de la biblioteca. Se sentaron y Lilith abrió el libro.

—¿Y Thaddeus? —preguntó Hermione sin voltear a mirarla. Era normal que preguntaran por él cuando se encontraba sola; siempre estaban juntos, como si fueran dos gomas de chicle pegadas.

—Oh, realmente no sé dónde está—. Se encogió de hombros—. Puede que esté dando vueltas por ahí o simplemente teniendo una eterna batalla de bromas contra Peeves —dijo con una risa entre dientes.

—Peeves últimamente está más insoportable que de costumbre —recalcó Hermione—. Aquí está.

Lilith miró con atención la página del libro. Se sentía un poco extraña al estudiar con alguien nuevo. ¿Realmente era eso? ¿Realmente estaba acostumbrada a sentarse con Thaddeus? ¿O realmente era la castaña?

—Bien, entonces supongo que debemos terminar antes de que sea la hora de la cena—. La castaña asintió y comenzó a escribir en su pergamino con una reconocible letra cursiva.

❛ 𝐂𝐎𝐍𝐒𝐓𝐄𝐋𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒. ❜ - Hermione Granger. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora