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Las tardes de julio en Cross se caracterizaban por un calor sofocante. Los habitantes del país aprovechaban esas temperaturas para pasar la mayor parte del tiempo en el río que se extendía por casi todo el territorio y continuaba a través de otros países. Este año no era la excepción, por lo que, desde su casa en lo alto de un árbol, Bible observaba a quienes disfrutaban del agua.
Tiempo atrás, en otro contexto, llevando otra vida, quizás el ruido o el simple hecho de ver personas "malgastando su tiempo", lo habría molestado; pero dos años fueron suficientes para que el nuevo habitante entendiera las costumbres de quienes vivían allí, aunque no las compartiera.
—¡Jen!
Uno de los chicos que jugaba en el río, lo observaba desde el pie del árbol. Era de las pocas personas que interactuaban con "Jen". A pesar de que llevaba cierto tiempo siendo otro habitante de Cross, algunos continuaban tratándolo con recelo. Bible lo entendía. No dio mucha información cuando llegó, más allá de su nombre y el motivo por el que decidió emigrar. Ambos datos eran falsos, pero ellos no tenían forma de saberlo, y esa era la razón por la que se había ocultado allí.
—¡Deberías venir! ¡El agua está fría!
JJay era lo más cercano a un amigo que tenía en ese lugar. Desde el suelo hacía señas para llamar su atención, hasta que lo logró. Solo por él, Bible decidió bajar.
—Otra vez con ese rostro inexpresivo. Sonríe, Jen —le dijo apenas lo tuvo en frente.
Bible hizo una mueca que molestó al chico y, finalmente, su expresión de enfado lo hizo reír. Resultaban graciosos sus comportamientos infantiles, aunque fuera ya un adulto.
—Sabes que no me agrada mezclarme con los demás.
—Sí, señor misterioso. Actúas como un viejo. Vamos.
No esperó respuesta y lo tomó del brazo. Para tranquilidad de Bible, algunas personas ya se habían marchado. Solo estaban ellos y algunos amigos de JJay. No eran cercanos, pero a través del chico habían coincidido antes.
—Lograste que Jen viniera —celebró Mio.
Era quien más le agradaba del grupo. De los demás siquiera conocía los nombres—. No pensé que saldrías de tu árbol.
—Es mejor de lo que crees.
—Imagino que hablas con las aves.
Todos rieron y Bible se permitió relajarse por unos segundos. Durante el resto del tiempo estuvo pendiente de cada movimiento alrededor. Si bien habían pasado años y creía poco probable ser encontrado, la sensación de que alguien podría hacerlo no se esfumaba. Con cada minuto que pasaba, su cuerpo se tensaba más. Llegó al punto en que JJay lo notó.
—¿Puedo saber qué pasa?
—Debo irme, está anocheciendo. Tengo cosas que hacer.
—¿Alimentar a las aves?
La broma no hizo efecto. Ambos se miraron con seriedad y JJay decidió no volver a insistir. Llegados a ese punto, ya debería considerarlo un caso perdido. Desde la primera vez que hablaron, supo que ocultaba mucho; y, actualmente, dos años después, aún no había descubierto nada. Probablemente nunca lo haría.

Bible utilizaba la noche para trabajar. Esto consistía en algunos encargos que le hacían los propios habitantes del pueblo. Los pedidos eran de todo tipo; desde conseguir una planta medicinal difícil de encontrar, hasta terminar con ladrones y asesinos que cometieron crímenes en la zona. El pago dependía de la complejidad del trabajo. Esa noche la misión era relativamente sencilla. Debía asesinar un tigre que estaba atacando el pueblo.
Miró sus armas y tomó solo una daga. Con eso sería suficiente. Ya había descubierto donde era más probable encontrarse con el animal. Solo quedaba ir y la bestia, sin ser consciente de que la presa era ella, lo atacaría.
Bible recogió su cabello en una coleta. Había crecido demasiado, a pesar de que, de vez en cuando, lo cortaba él mismo.
Comenzaba a incomodarlo. En ese momento no pudo evitar recordar su pasado, cuando quien fuera una persona muy importante para él, le decía que su cabello largo era atractivo.
A las mujeres les encanta.
¿Por qué no lo dejas largo tú?
Bible odiaba ese tipo de conversaciones. Su compañero lo sabía.
Porque no me interesa.
Bible afiló su daga e intentó detener los recuerdos. Aún dolía.

La noche estaba clara e, irónicamente, fría. En Cross los días eran calurosos y las noches de verano parecían invernales. Bible apenas iba vestido con una camisa sin mangas y un pantalón desgastado. Esas y algunas otras prendas eran todas de Zea, el país del que huyó. En todo ese tiempo no había renovado su ropa. Solía decir que no le gustaban las prendas de Cross, pero solo era una forma de sentirse un poco más cerca de la persona que fue y del país al que alguna vez le juró lealtad.
Caminó hasta el centro del bosque, donde la vegetación impedía que la luz de la luna entrara lo suficiente para ver con claridad. Tendría que guiarse por sus oídos y olfato.
—Hagamos esto rápido —susurró casi con aburrimiento.
El primer ruido entre las plantas no se hizo esperar. Inmediatamente se giró en dirección al sonido, de forma que se encontró cara a cara con el tigre más grande que había visto. Ambos permanecieron inmóviles. En ese momento se definía quién era el cazador en realidad. El animal finalmente se abalanzó sobre él. Bible cayó al suelo e intentó darle en la cabeza. Falló y solo logró una herida en el cuello. La bestia gruñó. Se escondió entre la maleza, pero Bible no lo iba a dejar ir tan fácil.
Los ruidos entre las plantas se hacían cada vez más altos. Resultaba casi imposible que un animal herido de esa forma tuviera tal movilidad; probablemente aún más rápida que durante el primer ataque. Solo había una explicación: los movimientos no venían del tigre.
Bible sostuvo su arma con fuerza. Escuchó un gruñido y corrió en su dirección. Apartó las plantas que le impedían el paso y ante él encontró la confirmación de sus sospechas. Frente a él yacía el animal, recién asesinado.
—¿Quién eres?
No pretendía jugar a las escondidas. Sabía que alguien más estaba allí e iba a terminar con él. Con cada segundo que pasaba, su corazón latía más rápido. ¿Lo habían encontrado?
—¡Da la cara!
Una presencia detrás de sí le provocó un escalofrío. ¿Cómo llegó hasta ahí con tanta rapidez y sin ser escuchado? Aunque estaba desconcertado, eso no evitó que se girara casi al instante, dispuesto a cortarlo.
Su brazo quedó suspendido en el aire y la daga a menos de un centímetro del cuello de su oponente. Bible no solía titubear, pero sus ojos no daban crédito a lo que veían.
El contrario, aún con la daga casi en el cuello, tomó las puntas del cabello de Bible que se había soltado, y las dejó escurrirse entre sus dedos.
—Perdiste facultades o me olvidaste. Quiero pensar que es lo primero.

Forastero [JesBible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora