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Después de un abrazo que se vio forzado a terminar por el peso de los problemas que debían resolver, Jes y Bible decidieron ver a Job antes de regresar a Zea. Volver al país, sin más, era un movimiento arriesgado y destinado al fracaso. Si intentarían terminar con lo que estaba ocurriendo, debían hacerlo bien.
—Si Job te pidió que lucharas de parte de Cross, supongo que están reclutando soldados de todas las ciudades.
—Estuve pensando en algo —comentó Bible —. Si acepto la propuesta de Job, quizás podamos descubrir algo desde aquí.
—No creo que lleguemos a ningún lado cuando solo se están preparando para un posible ataque.
—Ningún país recluta soldados a nivel nacional para un "posible ataque". Cuando se preparan de esa forma, la amenaza es grande. Probablemente sepan de los soldados mutantes o, al menos, que el ataque está confirmado.
Jes lo pensó durante un segundos y asintió.
—Tienes razón. Entonces, ¿propones que nos unamos al ejército de Cross?
—¿Unamos?
—No te dejaré solo en esto.
Bible intentó replicar, pero la expresión del contrario le advertía que no lo hiciera. Intentar convencerlo sería en vano.
—Bien, solo queda conversar con Job. No tomemos decisiones apresuradas —Jes asintió —. Iremos al anochecer. Ahora debe estar haciendo su trabajo en alguna parte de la ciudad.
—Me parece bien.
Bible asintió y se puso de pie. El mayor no dijo nada y lo miró caminar hasta las sábanas gruesas que tenía en una esquina de la pequeña habitación.
—Necesito dormir un poco —comentó mientras se dejaba caer en la improvisada cama —. Tú también deberías.
—Sí, no he podido hacerlo desde que llegué.
Después de eso, Jes se dejó caer en el suelo, donde anteriormente estaba sentado. Bible frunció el ceño y sonrió. Continuaba siendo igual de dramático.
—Aquí sobra espacio para uno —comentó.
Desde su posición en el suelo Jes sonrió, sin abrir los ojos. Temía que dormir junto a él lo incomodara, a pesar de que años atrás tuvieran tal costumbre. Le tranquilizaba ver que Bible volvía a tratarlo como antes.
Sin más que hacer, se dirigió hacia la cama. El menor se encontraba de lado, con la vista hacia la pared. Intentando no incomodarlo, Jes se colocó de igual forma, dándole la espalda. Si bien resultaba un poco incómodo y cierta tensión se instaló entre ellos, no tardaron en dormir.


Para evitar preguntas innecesarias y desconfianza de parte del jefe, Bible optó por verlo solo. Después de todo, su intención era unirse al ejército de Cross. Según su conocimiento sobre la forma de proceder en esas situaciones, el reclutamiento de soldados no debía ser hecho por Job. De hecho, siquiera debía ser en esa ciudad.
Llegó a la casa de Job acompañado de los últimos rayos de sol del día. Su intención era estar antes, pero terminó durmiendo más de la cuenta.
Como era de esperarse después del revuelo que provocó horas atrás, los guardaespaldas inmediatamente se dirigieron hacia él, señalándolo con sus espadas. Bible alzó las manos y permitió que lo revisaran para demostrar que estaba desarmado.
—Mi intención no es pelear. Solo quiero ver a su jefe.
Los hombres se miraron entre ellos, pues no sabían qué hacer. Consideraban a Bible peligroso y dudaban que Job quisiera dejarlo pasar. Después de más de cinco minutos de espera, finalmente uno entró para avisar al jefe sobre la visita, mientras el resto custodiada al extranjero.
—Puede pasar —informó el guardaespaldas de regreso.
Bible entró directamente hacia el estudio de Job, donde este lo esperaba de pie junto a su escritorio. A pesar de los acontecimientos de la mañana, el jefe de la ciudad sonreía cordialmente.
—Sabía que vendrías, pero no pensé que fuera tan pronto —comentó sin dejar de sonreír —. Toma asiento.
Bible hizo lo ordenado y tomó un cigarrillo de una caja abierta a su lado. Job hizo una mueca, pues no le gustaba fumar dentro del estudio; pero no dijo nada y se limitó a sentarse también.
—Tan hablador como siempre. ¿Pensaste en mi propuesta?
—Sí —dijo sin rodeos mientras exhalaba el humo —. Tengo preguntas al respecto.
—Adelante.
—Soy extranjero, no tengo apego por este país y, por ende, no pretendo arriesgar mi vida a cambio de mérito.
—Veo por dónde vas —Job se inclinó hacia adelante —. Extranjeros o no, a todos los soldados se les pagará.
En realidad a Bible no le interesaba el dinero, pero por las razones que él mismo dio, resultaría raro que luchara a cambio de nada. No podía permitir que Job sospechara de él.
—Perfecto. ¿Dónde están reclutando a los soldados?
—En la capital. Quedan dos días para que comiencen con los entrenamientos especiales.
Bible le dio una última calada a su cigarrillo, lo apagó y se incorporó en su asiento, pues estaba recostado con despreocupación. Era momento de hacer la pregunta más importante.
—Si solo es un rumor el posible ataque de Zea, ¿por qué tendremos un entrenamiento especial?
Job rió y volvió a dejar caer su espalda en la silla.
—Estás buscando información en el lugar incorrecto. Mi trabajo es... persuadir, por así decirlo, a hombres para que sean soldados. Si quieres saber algo más, en la capital están las respuestas.
—Está bien.
—¿Alguna otra pregunta? —Bible negó con la cabeza —. Entonces, ¿puedo yo preguntar por qué cambiaste de opinión?
—Necesito dinero.
—Oh, claro —respondió el jefe, aunque, evidentemente, no estaba convencido —. Te daré una carreta con dos caballos para el viaje y algo de comida. Ven a buscarla en la mañana.
Bible asintió y, dando por terminada la conversación, se puso en pie y se marchó.

Apenas estaba amaneciendo cuando Bible fue en busca de la carreta que Job le ofreció. Como de costumbre, no intercambiaron muchas palabras, salvo una breve explicación sobre cómo llegar a la capital y un agradecimiento, quizás un poco seco por parte de Bible. Después de todo, el jefe de la ciudad se comportó bien con él desde que era un forastero recién llegado a un país desconocido.
—Buen viaje —le dijo cuando ya estaba la carreta andando.
Bible no se volteó a mirarlo. Se limitó a sonreír y alzar una mano a modo de respuesta.
De esa forma comenzó oficialmente el inicio de una nueva etapa. Junto a Jes, quien lo estaba esperando en las afueras de la ciudad, tomaba lo que fuera la misión más importante de su vida. Es decir, de sus vidas, pues no estaba solo.
—¿Qué sucede? —preguntó Jes ligeramente nervioso al sentir la mirada de Bible, quien sonreía, sobre sí.
—Nada —respondió el menor a la vez que daba ligeras palmadas en el hombro del contrario —. Vamos a la capital.

Forastero [JesBible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora