II

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Bible no era originario de Zea. Llegó cuando aún era un niño, esclavizado por un grupo de bandidos. Solían decirle que era hijo del jefe, pero decidió no pensar mucho en eso. ¿Qué padre trataría a su hijo así? Con solo seis años, no lograba comprenderlo. Actualmente tampoco lo hacía.
La noche en que huyó, no tenía nada especial; simplemente así lo quiso. Era muy joven para analizar seriamente sus ventajas y desventajas, algo tan necesario en un país que no conocía y junto a hombres que lo matarían ante el primer comportamiento sospechoso.
El miedo no era un obstáculo, razón por la que, con solo una espada demasiado grande para él y la convicción de que no seguiría allí, se fue. A pesar de todo, no recordaba mucho de esa noche. Aparentemente la adrenalina había nublado su memoria.
Tampoco tenía claro cuánto tiempo estuvo en las calles, hasta que alguien por primera vez se preocupó por él. Aquel niño algunos años mayor que le tendió la mano, marcó el inicio de una nueva vida para Bible.
Así, 21 años después, quien fuera el niño de aquel entonces, volvía a encontrarlo.

—¿Jes?
El nombrado sonrió levemente y, con su dedo índice, apartó la daga de su cuello.
—Así que no me olvidaste.
Bible guardó el arma y se alejó poco más de dos metros. Lo analizó detalladamente y su pulso se aceleró más. No había forma de que no fuera él. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se vieron? No era momento de pensar en eso. Necesitaba recuperar la calma.
—¿Qué haces aquí?
—Creo que esta conversación no deberíamos tenerla en medio de un bosque.
—No tendremos una conversación. Dime qué haces aquí y lárgate.
Jes alzó sus brazos en son de paz, sin borrar la media sonrisa de su rostro.
—Sigues siendo igual de arisco...
Bible lo interrumpió.
—Sé que vienes a buscarme por lo que sucedió en Zea, y no me sorprende que te hayan enviado a ti. Si el plan de los superiores es que me lleves vivo para sacarme información, están perdiendo el tiempo. Solo te queda intentar matarme, aquí y ahora.
Jes dejó escapar un pequeña carcajada y se encogió de hombros.
—Así que "intentar". Como quieras.
Sin nada más que hablar, Jes atacó. El primer golpe iba dirigido hacia el estómago. Bible conocía sus movimientos comunes, por lo que no le costó esquivarlo. Lo mismo sucedía con Jes. Cada golpe que el pelilargo intentaba acertar, terminaba siendo esquivado.
A pesar de que ninguno comentó algo al respecto, no sacaron sus armas. La pelea se volvía monótona cuando no hacían más que perseguirse, pero ninguno lograba golpear al otro.
Bible suspiró mientras pensaba una forma de evadir la situación. Llegados a ese punto, quedaba claro que la intención real de ambos no era lastimarse. Le frustraba carecer de valor para hacerlo, sobre todo cuando toda su vida se había caracterizado por tener sangre fría y no permitir que las emociones mediaran en sus disputas.
—No estamos llegando a ningún lado —comentó el mayor, algo aburrido, aunque aún estaban forcejeando.
Bible se encogió de hombros y optó por huir. Conocía bien el bosque. Si tenía suerte, podría escapar moviéndose entre las copas de los árboles y llegar a su casa. No tardó en escalar un árbol. Las ramas eran lo suficientemente grandes como para soportar su peso y permitirle una movilidad más cómoda.
Corrió y saltó lo más rápido que pudo, sin reparar en dónde estaba Jes. Esperaba haberlo dejado atrás. Continuó avanzando unos minutos, hasta que decidió mirar a los alrededores. Casi al instante, Jes cayó de una rama más alta, quedando frente a él.
—¿Piensas estar así toda la noche?
—El tiempo que sea necesario.
Jes suspiró.
—No vengo por orden del gobierno. Mi intención no es capturarte, ni sacarte información.
—¿Por qué te creería?
Por primera vez en la noche, la expresión de Jes había cambiado, como si le hubiera dolido la pregunta. Por su parte, Bible se encontraba igual. Su tono de voz parecía tener más razones ocultas. Ambos estaban heridos.
—Por favor, Bible, ¿podemos hablar?
Era casi una súplica. El pelilargo lo miró y sintió su pecho oprimirse. Por unos segundos se permitió analizarlo detalladamente. Jes había cambiado mucho en nueve años. Lucía más alto y había ganado masa muscular. Llevaba el cabello hacia atrás, aparentemente sin miedo de mostrar la cicatriz en su frente que antes le avergonzaba. Sus facciones se habían endurecido, aunque la sonrisa continuaba siendo juvenil. Bible sonrió con tristeza. Tantas veces fantaseó con volverlo a ver, pero no esperaba hacerlo en ese contexto.
—Vamos a mi casa.

Frente a la luz del fuego, Jes observaba con detenimiento cada acción de Bible. Desde que llegaron, no volvieron a cruzar palabra. El menor iba de un lado a otro, como excusando su silencio con esas acciones. A Jes le resultaba gracioso, pues era una costumbre que tenía cuando estaba nervioso.
—No supe del incidente hasta que a un compañero se le fue la lengua, casi un año después de que ocurrió —inició Jes. Al instante el menor se quedó inmóvil—. Al parecer, no querían que yo lo supiera.
—No habrías hecho gran diferencia.
—No, la verdad, no —dijo casi en un susurro—. Ya te habían determinado culpable, sin probar siquiera si lo eras.
Bible miró el techo y le dio una calada al últimos cigarrillo que le quedaba. Debía pedirle más a Jjay.
—El alumno que asesina a su mentor. Novelesco, ¿no? Para ellos tenía más sentido pensar eso que buscar al verdadero culpable. Durante un tiempo quise hacerlo, pero no tuve más opción que huir. Iban a matarme.
—¿Y por qué alguien habría querido matar a Pond? —indagó Jes con visible curiosidad.
Bible no descartaba la posibilidad de que podría estar sacándole información para usarla en su contra; pero la influencia de su relación, y tenerlo en frente después de tanto tiempo, lo motivaron a confiar en él.
—Sabía mucho. Descubrió cosas que al gobierno no le convenían...y me las contó. Matarlo y culparme fue la forma más fácil que encontraron de terminar con ambos.
—¿Qué descubrió?
—Suficiente, ya sabes demasiado —lo cortó. Jes se mantuvo en silencio—. ¿Por qué viniste?
—Porque quería saber la verdad y comprobar que no estabas muerto.
Bible asintió y un silencio incómodo se instaló entre ambos. Tenían mucho que hablar, pero no sabían por dónde empezar, ni quién debería hacerlo.
—No respondiste mis cartas —dijo Jes finalmente.
—Siquiera las leí.
—Eso explica todo.
El silencio incómodo se volvió a instalar. Bible se puso de pie junto a la ventana y observó el bosque. Sentía un nudo en la garganta. No quería mirarlo.
—Me costó mucho procesarlo —espetó finalmente.
—Planeaba decírtelo.
Bible se giró de súbito y lo miró a los ojos, dominado por una rabia similar al día en que lo supo todo.
—¿Cuándo? Un día desperté y vi que no estabas en tu habitación. ¿Tanto costaba decirme que te ibas, en lugar de desaparecer sin decir nada? Todos parecían saberlo, menos yo. Los primeros meses viví con la esperanza de que llegarías pronto, pero siete años pasaron, Jes. ¡A la mierda las cartas y las explicaciones que hayas podido dar en ellas! Maldita sea, sé que nuestra obligación como soldados era cumplir con las órdenes del gobierno, pero yo merecía saber.
Jes no dijo nada. Se limitó a mirarlo de esa forma que a Bible siempre le había afectado, como si intentara ver más allá de él. Para ese momento, el pelilargo se encontraba agitado y necesitaba relajarse. Acabó diciendo más de lo que le gustaría.
—Puedes dormir aquí, saldré un rato —cuando llegó a la puerta, se detuvo sin voltearse a mirarlo —. Regresaré, no me busques.

Forastero [JesBible]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora