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La condena 

3 días antes de la condena:

—Jefe, nos han dicho que en los próximos días vendrá el Señor Peterson Shatman. comprará un auto de último modelo—dictó Frank, con asombro en sus ojos. Mientras avanzaban por un pasillo largo mirando a ambos lados autos totalmente lujosos y de última tecnología. 

—Esta mañana él mismo me ha llamado, vendrá a Europa en unos días, y quiero que sea tratado como un príncipe—se detiene Lewis—Que le brinden toda la colaboración necesaria, ese hombre es uno de los más ricos de todo el puto United States Of Américan. Le daremos el mejor auto, no quiero problemas por un mínimo  detalle Frank, sabes que cuento contigo siempre—finalizó Lewis, acomodando su corbata de su elegante vestimenta. 

—Así será, jefe—asintió Frank, siguiendo rumbo a un ascensor de cristal que estaba al fondo del pasillo, mientras Lewis miraba un lujoso auto a través de una vitrina. 

Lewis era el prestigioso mejor vendedor de autos de toda España y Europa en general, todos le guardaban respeto, incluso su más íntimo amigo y mano derecha Frank. Era un hombre de unos 35 años, su físico era tan atractivo que las prostitutas lo buscaban no solo por el dinero, sino por su alto nivel de atracción y rusticidad. 

Bebidas, bares, fiestas, pedas, prostitutas, dinero. Estaba tan jodidamente resuelto qué sus pasatiempos eran desperdiciados en placeres efímeros.

Lewis esa noche fue a uno de los mejores resort, donde habría una fiesta planificada y financiada por el mismo. Llegó al lugar elegante como siempre lucía. 

—pensé que no venías—le saludó un hombre con una impecable barba y collares de oro decorando su cuello. 

—como me iba a perder de esto. Y de las nenas que están allí dentro 

—No se hable más… Entremos. 

Lewis entró, luces de colores parpadeaban en todo el lugar. La música electrónica de fondo hacía contraste, hombres bailando y mujeres semidesnudas se movían en tubos bailando, mientras varios le arrojaban dinero y les metían en sus pantys y brasiers. 

—¡te gusta! 

—Esto, esta de puta madre… 

—Puedes escoger las bebidas que quieras, todo aquí es gratis para ti, nos vemos al rato, le traigo ganas a una chica de esas—señaló, a una chica moviendo su culo en un tubo. 

—Yo aún no me ánimo a eso, ya veremos más tarde. 

Y así pasaron las horas, Lewis tomaba trago tras trago, bailaba, besaba a todas las chicas que se le cruzaba enfrente, le metía dinero en sus pantys mojando sus labios, mirandolas con lujuria. 

—Eres super atractivo Lewis. 

—Tu me traes cachondo desde que entré a este lugar—tomó a una rubia de las manos y se la llevó escaleras arriba. 

La besaba lentamente mientras caminaban llegando a una cabina, allí, lanzó a la rubia en un colchón de agua, aterrizando todo su esbelto cuerpo blanco, Lewis la miraba con un deseo feroz, con lascivia descontrolada. Tomó a la rubia por la cintura, besando todo su cuerpo hasta subir y besar por encima de su brasier su senos, de un tirón los dejó expuestos a él, lamiendolos como si fuesen un dulce apetecible, devorandolos con su boca, masajeandolos y dando besos en todo el lugar. Hasta qué la puerta de la cabina sonó. Lewis paró el acto, estaba tan excitado que su miembro se expresaba por encima de su ropa, y la chica sedienta de sus labios, dio un quejido de reproche. 

Con unos tragos encima Lewis trató de enderezar su paso y abrió la puerta, estaba sin camisa y dejaba ver su escultural y definido abdomen cubierto por escasos vellos. 

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