Prólogo

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¿Te imaginas estar encerrado en cuatro paredes?

Esas cuatros paredes de nuestra vida, nuestro hogar, casa en el campo, cabaña en la playa. Estar encerrado en cuatro paredes a veces nos ayuda de mucho y, otras veces nos provoca un aislamiento al exterior, un encierro del alma. Reflexionamos, aprendemos. Esas cuatro paredes de tú habitación que solo esconden tus susurros de madrugada, tus secretos, tus pesadillas, tus facetas. Pero no todo es color de rosas, ni mucho menos de hormiga "como dicen", muchas veces se torna carmesí, en sangre, en desesperación.

Sangre en cada rincón, Cuerpos desmenuzados, cabezas decapitadas, y  viceras como adornos en millares de muros. Lo convencional de las cuatros paredes se desvanecen en la mente.

En un instante, todo cambió para Lewis Foster. El hombre que conocíamos como un exitoso empresario, con su vida llena de lujos y excesos, de repente se encontró atrapado en un laberinto de misterios indescifrables. Lewis, acusado injustamente de crímenes atroces, se vio encerrado en un lugar donde las sombras parecían cobrar vida, donde los susurros de las paredes escondían secretos mortales. Laberinto, una prisión de máxima seguridad, se alzaba sobre los cielos, un lugar destinado solo a los criminales más infames de la historia.

Entre susurros siniestros y pasillos llenos de desafíos mortales, Lewis descubrió que no estaba solo. Otros reclusos, algunos desesperados, otros sedientos de sangre, deambulaban por el laberinto. Aquí, las cuatro paredes de su antigua vida se desvanecieron para convertirse en miles de muros laberínticos que lo separaban de su libertad. En este laberinto, cada giro, cada decisión, podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. Ahora, su única esperanza de escapar y redimirse reside en encontrar la salida de este laberinto infernal, donde el misterio y la intriga acechan en cada esquina.

Y tú: ¿Cruzarias por buscar la libertad?

LABERINTO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora