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Susurros eternos. 
La propagación de un mal mayor 

—Frank, ¿te has asegurado de que todo esté listo para el Plan C19?

—Todo está preparado, Lord, cada detalle ha sido meticulosamente revisado.

—Perfecto, actúa sin demora.

—El Plan Harny fue más que un éxito; superó nuestras expectativas.

—Lo sé, por eso tengo plena confianza en ti.

—El Plan C19 ya está en marcha…

—¡Que comience la cuenta regresiva! ¡Esta vez no podemos fallar!

00:59 minutos para el plan C19

Frank, junto con los miembros de la élite de la E.M.C. Se pusieron en marcha con una determinación feroz. Los hombres de negro, en formación táctica, sostenían una cápsula en sus manos, divididos en cinco grupos, cada uno listo para cumplir con su misión crítica.

—Escuchen con atención. Las cápsulas serán lanzadas al cielo, cada una dirigido a un continente diferente. No pueden haber fallas; si fallamos, todos estamos condenados, y jodidos. ¡Procedan con cautela y precisión!

Los hombres de negro asintieron. . Con movimientos coordinados, avanzaron hacia cinco naves de alta tecnología, listas para despegar. 

Las naves, con un suave murmullo, despegaron lentamente, ascendiendo hasta alcanzar la estratosfera. De repente, se volvieron invisibles, fundiéndose con el cielo. El único sonido que permanecía era el susurro del viento, una sinfonía de tensión y expectativa.

Cada nave tomó rumbo hacia su destino asignado, como flechas disparadas hacia un objetivo vital. El aire vibraba con la adrenalina de la misión inminente. 

AMÉRICA

Patagonia Argentina 
Viernes 
02: 30 am

En la quietud de la noche patagónica, la nave se detuvo en el aire, como un espectro suspendido. Su silueta se hizo visible, pero permanecía indetectable a los ojos desprevenidos de quienes dormían,  a altas horas de la Noche, ajenos al destino que se avecinaba. Un silencio tenso llenó el interior de la cabina, donde la atmósfera vibraba con una mezcla de nerviosismo y anticipación.

—Comenzaremos desde este lugar y nos extenderemos por toda América —la voz de mando resonó como un trueno, 

Los demás hombres de negro, asintieron con determinación. Cada uno de ellos sabía que el momento había llegado. Con un chirrido metálico, una compuerta en la parte superior de la nave se abrió, revelando un brillante abanico de cápsulas, cada una rebosante de un propósito oscuro. La nave, como un depredador acechando a su presa, se volvió a ocultar en las sombras, volviéndose invisible y se lanzó hacia el cielo estrellado.

—1… 2… 3… ¡liberen el c19! —gritó un hombre, su voz llena de adrenalina.

Con un movimiento rápido y decidido, otro hombre presionó el botón que desencadenaría la “catástrofe”. Las cápsulas comenzaron a derramar un vapor denso y opaco que se entrelazaba con las nubes, formando un manto siniestro que se deslizaba por el paisaje como un velo. El aire se tornó pesado, cargado de una tensión palpable, mientras la nave continuaba su rumbo en línea recta, implacable e imperturbable.

En la distancia, el sonido de un motor rugiente se hacía más fuerte. Un grupo de exploradores, que habían estado vigilando las anomalías en el cielo,  levantaron la vista, sus rostros pálidos iluminados por la luz de la luna llena. Sabían que algo estaba sucediendo, que sus peores temores estaban a punto de hacerse realidad. Se decía de avistamientos de ovnis y fenómenos sobrenaturales en los cielos fríos de la Patagonia. La desesperación se apoderó de ellos cuando vieron la cantidad de “nubes” acumuladas por montones, dejándolos impactados, estupefactos, que de inmediato se percataron que no se trataba de un fenómeno meteorológico, sino un precursor de lo que estaba por venir.

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