SunJin.
SeulGi trató de acercarse a la cocina pero la rubia la detuvo, haciendo una reverencia, diciendo que ella estuviera sentada porque eso, lo que ella está haciendo, es lo mínimo que puede hacer después de que la castaña le haya dejado quedar en su casa.
¿Qué fue lo que le había dicho?
Dios, era difícil. Básicamente que su madre al enterarse del despido la obligó a trabajar en otro tipo de cosas hasta que finalmente, quiso obligarla a algo peor, a algo que hace a SeulGi fruncir su propio ceño y abrazar a la rubia que se aferra a ella.
La castaña vio a SunJin, moviendo de su platillo, suspirando. De repente las palabras hirientes y el maltrato que le dio el día de la despedida, cayeron como un balde de agua fría sobre ella, haciéndole sentir frío, helado, un sentir familiar. Suspiró, viéndola, ignorando que ahora ella estaba sentada en la silla que se supone, que antes, era de su esposa.
Ella misma buscó la mano de SunJin, apretándola, tratando de sonreírle. Dijo un pequeño perdón, casi vacío, pero hizo a la rubia sonrojar y asentir para después, proceder a enredar su cabello en un dedo mientras trataba de ocultar su sonrisa. SeulGi vació el plato en su boca, tratando de sonreírle, levantando los platos y dejándolos en esa montaña que SunJin vio fija.
—Eso lo limpiamos mañana, ¿Si? Por mientras ven, te enseñaré la habitación en la que dormirás hasta que... encuentres otro lugar—una sonrisa muda por parte de la menor, que volvió asentir para después abrazar a la castaña, aferrándose a ella.
Un abrazo que la otra aceptó, carraspeando, tratando de apartar el nudo de su propia garganta, pero después palmeó su hombro para separarse de ella de una forma seca, hablando.
—Por favor, entiende que no lo hago por otro motivo más que por ayudar, SunJin, no malentiendas, sólo... no creas que es por algo más.
Ve la mirada de la otra, sus ojos color miel verla de una forma profunda y asiente, abrazándola de nuevo. Después de eso, habla en voz baja, pero todavía viéndola al ver la habitación oscura y alejada.
—SeulGi... ¿Puedo dormir contigo?— la mirada seca de la otra, que la vio fija, sin gesto, hizo a SunJin hablar de una forma rápida y aún más baja, alejándose, como si estuviera protegiéndose de algún ataque—está bien, lo entiendo, perdóname...
Eso generó algo en SeulGi. A decir verdad, generó algo, no lo mismo que le generó JooHyun por de forma alarmante, ese día sintió algo de furia. De seguro fue porque ahora SunJin se vio por debajo de ella, porque ahí mismo la castaña sostuvo su mano y asintió, señalando con su mirada el cuarto.
¿Qué estaba haciendo? Ha de ser el sueño, ha de ser alguna pesadilla y después se levanta para ver a su esposa a su lado para besarla, pero lamentablemente eso sólo fue una alucinación, algo falso, algo que ella quiso perseguir con esperanza para que después la golpee de forma fuerte. SeulGi se levantó, viendo el espacio que según ocupaba SunJin pero lo encontró vacío, y ahí pensó, que de seguro fue un sueño por haberse emborrachado.
Pero cuando salió de su cuarto, poniéndose la corbata mal, tragó saliva de forma fuerte al ver a la rubia en la cocina lavando algo, para después voltear a verla con una sonrisa. La hace parpadear, tragar saliva, pero de todos modos se sentó en la silla que la menor le señaló para darle un plato, sonriendo.
—Buenos días, SeulGi, la entrada es a las 8 pero los jueves normalmente entras a las 9 por lo que tienes una hora, te recomiendo que desayunes ahora para que te laves los dientes después, te marches a buen tiempo.
Su casa volvió a estar limpia, cosa que la hizo desabrochar un botón de su camisa mientras se sienta y ve divertida a la otra, preguntando, en voz todavía alta—¿A qué hora te levantaste?
—Desde las 6, sí, limpié todo en dos horas, es lo mínimo que pude hacer después de que me dejaste quedarme aquí después de todo—ahora las manos se aventuraron en el hombro, generando ese maldito escalofrío en la castaña. Después sintió un masaje—no sé cómo ella te dejó solita...—Oh. Tragó saliva, dejando el cubierto en el plato medio vacío por el pequeño punzón que sintió, y después trató de comer todo rápido sin ahogarse.
Tal vez hubiera muerto de hambre. Se paró, agradeciendo, yendo a hacer lo que SunJin le había dicho. Caminar a lavarse los dientes, a terminar de arreglarse, y sale, sonriéndole a la rubia que despidió desde la sala pero antes de que saliera, la voz suave habló, deteniéndola.
—SeulGi, espera—oh no. La castaña dejó de respirar cuando vio a la rubia acercarse a ella, pero poco a poco volvió a respirar al sentir cómo la otra le arreglaba la corbata y planchaba la camisa con sus manos, para después, acariciar su pecho. Habló—ten un lindo día y suerte, SeulGi.
Casi la dejó sin palabras, pero asintió, riendo, llevando una mano a su bolsillo —los trajes van a la tintorería y la basura pasa
—Hoy, lo sé, no creo que recuerdes que fui tu secretaria. La castaña vuelve a asentir, sonriendo
—cierto... igual, ten un lindo día, SunJin, veré si puedo conseguirte algo por mientras.
Por mientras. SunJin sólo trató de sonreír y cuando se fue SeulGi, ella misma fue a la habitación, se acostó, y sonrió, abrazándose a si misma mientras se acostaba en el lado contrario de SeulGi, el lado de la esposa.
De la mujer que la espera a diario, con amor, comida, esa casa llena de amor y cariño.La rubia sacó el albúm de fotos de la boda y se encargó, de imaginarse a si misma en el cuerpo de la pelinegra, sonriente, y ahí, suspiró. Lo logró.
Ella sacó su teléfono mientras le marcaba a su madre para decirle que todo estaba genial, que no conteste a nadie de la empresa y que no se preocupara de ella. Después de colgar, le marcó a su amiga donde chilló junto a ella, saltando en su 'nueva casa', cantando, bailando por toda ella.
Lo había logrado.
Lo había hecho. Volvió a tener a SeulGi.
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The Other Woman
FanfictionJooHyun lo sabía. No había necesidad de volver a confirmarlo porque ella lo vio con sus propios ojos, no había necesidad de preguntar por más pruebas. JooHyun lo sabía. JooHyun sabía que había otra mujer.