Noyer leur chagrin dans l'alcool

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'No me busques por ningún medio posible y no alteres a nadie, porque yo me estoy yendo por mi propia convicción y salud propia, porque no podía aguantar otro minuto junto a ti sabiendo que jugabas con mi propio autoestima, salud, y felicidad.

No me hayo perdonándote en más de diez años, pero sé cómo podría hacerlo si te llego a ver; si te pones de rodillas frente a mi, rogando por un perdón.
Y ya sé cómo eres, de seguro ahora mismo piensas, '¿Por qué te perdonaría tan fácil?'. Yo sé que es lo que te preguntas en tu mente tan vacía y de seguro, ahora, desocupada. Tengo la respuesta.

Porque sé que jamás te vería haciéndolo, porque eres el ser más egocéntrico y narcisista que conozco que sé, que jamás en tu vida te arrodillarías frente a alguien ni aunque eso salve mi vida, y peor, la tuya. Porque sé que prefieres morir que verte humillada ante alguien, que verte abajo de alguien. Tal vez por eso te perdonaría, porque sé que nunca lo harás y que nunca te perdonaré todo lo que me hiciste.

No me busques, porque ahora estaré siendo lo poco de feliz que puedo ser después de haber pasado estos 3 meses tan infelices junto a ti.'

Vaya.

Ella misma tiró la carta, como tiró el buró y gritó, quejándose, llevando sus manos a su propia cabeza mientras trataba de respirar pero simplemente no podía. El poco aire que no entraba por sus fosas y como poco a poco ella se tuvo que quitar la camisa para tratar de respirar, pero después se levantó a recoger la carta.

Después ella llegó a su oficina, dos horas tarde, con unos lentes grandes para ocultar sus ojos rojos y con ropa nada formal. Una camisa y un pantalón junto cualquier zapato.
Ocultó sus ojos rojos, ¿De furia, de llanto? No sabía pero sentía tanto, que apenas llegó a la oficina y vio la foto de su boda, la vio, sentándose, comenzando a llorar mientras la abrazaba y acariciaba el rostro de su esposa.

—JooHyun, perdóname por favor—¿Ahora la estaba llamando? Los 40 mensajes de voz, los otros 100 mensajes que se dejaban en el enviado. SeulGi sacó un whiskey de su escritorio, sonando su nariz con su mano libre, y lo sirvió, viendo entrar a su secretaria.

La vio, quitándose los lentes, suspirando.

—¿Qué haces aquí?

—Las demás corrieron la voz de que llegaste muy mal, azotando puertas, gruñendo, ya sabes cómo son los chismes, ¿Qué pasó, SeulGi?—nunca se había atrevido a tocarla sin que SeulGi le haya avisado, pero ahora la castaña se sorprendió de que la rubia se acercara a hacerle un masaje relajante en los hombros.

SeulGi rió, negando, tomando, soltando las palabras.

—Mi esposa... me dejó— paró un poco el corazón de SunJin que, de admitir, se emocionó. Ella tragó saliva mientras trataba de ocultar la sonrisa y seguir haciéndole el masaje a la castaña que estaba sentada, y habló.

—Entonces, bu-bueno, eh... ¿Ya no... hay otra-

—Debiste entender que tú siempre fuiste la otra.

Lo dijo de una forma tan dura, tan seca y horrible que la rubia sólo se sintió débil, parando un poco, riendo, acercándose a la castaña para verla, pero ésta volvió a soltar palabras.

—SunJin, tú eres la otra, JooHyun es, era, joder—hundió su rostro en sus manos y suspiró, para después, levantarse y hablar—debí despedirte cuando me besaste pero dije, 'Vamos, es una joven, necesita el trabajo', debí... debí despedirte, debí alejarme, soy una idiota...

—¿No significó... na-nada?

—¡No significas nada para mí! Sólo eres una joven que se ilusionó, soy una mujer que se dejó llevar, soy una estúpida... sólo eres la otra, la que fue un buen rato de diversión, pero todo lo que estás diciendo me estás dejando en claro que te estás comparando con mi esposa, y eso, es estúpido, tú no eres nadie comparada con ella, y no sé por qué me dejé llevar.

Volvió a hundir su rostro en sus manos, queriéndose hundir en su escritorio, y después habló.

—Estás despedida, ve a recursos humanos a dejar la carta de renuncia, te recomiendo en otro lugar pero te quiero lejos de mí, eres la culpable de todo esto.

—¿Yo la culpable? SeulGi, que yo sepa jamás te obligue a metérmela, jamás te amenacé con una puta pistola para que me cojas en tu escritorio, tú también eres una maldita culpable, no me culpes sólo a mí, ¿Y despedida? ¿Quieres que cuente nuestra historia en todos los medios? SeulGi, si me sacas de aquí te arrepentirá-

—¡Cállate ya, joder!

No era violenta, pero ahora la castaña se levantó, empujando a SunJin lejos de ella. Oh...
SeulGi tembló, vio sus manos temblar, y después se acercó a abrazar la rubia, llorando en su hombro mientras negaba, casi derrumbándose.

Estaba siendo literalmente el peor día de su vida.

—Perdón, no debí gritar, el estrés, literalmente me acaba de dejar mi esposa y siento que todo el mundo está en mi contra, perdón por gritarte... pero estás despedida de aquí, si me amenazas, es mi palabra contra la tuya, por lo que de una vez te pido que aceptes la carta de recomendación para que tengas un trabajo asegurado.

Desgraciada, maldita, pero seguía siendo encantadora aunque estaba amenazando de vuelta.
La rubia asintió, separándose de la castaña, que después volvió a sentarse en su silla y volvía a beber de su whiskey.

Ahora ella estaba agotada, volviendo a sacar su celular para marcar de nuevo a su esposa aunque ahora, sabía que ella no iba a volver a contestar. SeulGi relamió sus labios, ahora marcando otro número que ella comenzaría a tener más en cuenta.

—Oye, Son, necesito que encuentres otra secretaria que tenga experiencia y que hagas una carta de recomendación para SunJin, ella ya se va.

—Ah, ¿Otra secretaria? Está bien, SunJin hacía buen trabajo aunque veo que necesitas a alguien con más experiencia, de todos modos la carta de recomendación le caería bien a ella, necesita abrir sus alas...

—Sí, sí, esas mierdas, sólo la quiero fuera ya, por favor, la quiero fuera hoy—un 'sí, jefa' fue lo que siguió y después colgó, ella comenzando a llevar sus manos a su cabello y apretarlo, gimiendo del pequeño ardor que esa zona le estaba generando y volvió a beber del whiskey, sollozando de nuevo en su oficina, viendo la foto.

La foto donde se veía tan feliz, y ella fue la encargada de quitarle esa sonrisa a su esposa.

Ahora lo admite, de verdad es su culpa.

The Other WomanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora