Juntos sin duda

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Freddy Trucazo/Jack Conway

Freddy soltó una carcajada, riéndose en las caras de los que hace poco eran sus agentes. No era una situación para reírse, en absoluto, pero le fue imposible ignorar la ironía de todo eso. Era ridículo estar esposado y condenado enfrente de aquellos a quienes daba órdenes.

Al menos no moriría solo, un aspecto de su destino que contrastaba de forma casi estúpida, toda su vida estaba basada en la soledad y los compañerismos pasajeros para beneficio propio. Nunca se imaginó al lado de nadie al final, siempre creyó más probable que aquellos que usaba a su antojo —los que solían estar a su lado— serían los que acabarían con él. Jamás le importó una muerte dulce, siempre estuvo seguro de que sería un evento violento y doloroso, esto era raro.

¿De qué servía morir acompañado? Morirás por débil, siempre lo dije, repitió Toro en su mente. Lo ignoró de mejor forma que nunca, ya no tendría que escucharlo, eso era un pequeño aspecto bueno de todo. No sería necesario fingir nada, ya no tenía que ser profesional con esos imbéciles que tenía delante, podía reírse en sus caras como siempre quiso.

—Cállese —ordenó uno, de los pocos con el rostro descubierto, era Noah, con expresión dura y autoritaria, de seguro se sentía profundamente traicionado, lo normal.

La sonrisa socarrona se le borró solo a medias, si querían que rogara por su vida o llorara, no lo haría. Su hijo estaba asegurado, incluso si tuvo que traicionar suficiente para ser condenado a fusilamiento. A parte de Nick, lo ultimo que tenía que perder estaba a su lado. Le miró, tenía el rostro compungido en un ceño fruncido, repasando cada suceso de su miserable vida como si pudiera cambiar algo a última hora.

—De rodillas —les ordenaron con voz firme.

Lo único que le dolía de eso era tener que llevarse a Conway consigo, pero era consciente de que intentar salvarlo no serviría. El hombre que amaba y que estaba a su lado mirando el cielo era el mismo que le había pedido que le matara si se lo pedía, por lo que al final, ¿qué sería peor para él? ¿morir o vivir a costas de perder a Freddy? Sería vivir sin nada, ambos lo sabían. Era irónico en verdad, morían porque no quedaba nada a la vez que morían al lado de todo lo que tenían.

¿Sería la muerte tan simpática para dejarles marchar juntos al otro lado? Conway tenía ganas de llorar, pero la risa de Freddy le había secado las lágrimas, era difícil ponerse triste por alguien que reía en la cara de sus verdugos. Se miraron, Conway reconoció el rostro que tanto le gustaba mirar, el cabello negro, teñido, con algunas canas asomando por el descuido, una barba bien cortada, la locura sumida en los orbes cafés casi negros, entremezclada con el amor que reflejaban siempre esos ojos, ojos que Conway amaba. Le vio mover los labios y rio también. Nos vamos juntos, decía, nos vemos en un rato, finalizó en un susurro que no escuchó, pero en movimientos de labios que entendió perfecto. A fin de cuentas, lo conocía suficiente para entender cada gesto, cada mirada. Un lenguaje romántico, quién diría que Jack Conway entendería un lenguaje como tal, o que respondería. No te vayas sin mí, le dijo, de esa forma que los agentes les miraron raro por hablar sin palabras, por no emitir sonidos.

Pegaron los hombros, uno al lado del otro, y se arrodillaron. Era la ultima voluntad de ambos, el ser fusilados juntos por traición al cuerpo de policía y —solo Noah, Gustabo y "Gonzalo" lo sabían, Linares también se hacía a la idea— al CNI. Habían hecho todo para sacar a Nick de ese lugar, le cambiaron identidad, mataron, torturaron, fingieron la muerte del infante y lo consiguieron, lo llevaron con su madre, incluso si Freddy era consiente de que no podría ser un padre decente y Conway repitió varias veces que no había vuelta atrás. Fuera como fuese, la guerra había terminado.

—Vuestras últimas palabras —escucharon, y solo entonces dejaron de mirarse.

Descubrieron que todos los agentes les apuntaban, algunos temblaban, un par abandonaron la fila y ahora estaban parados al margen, de brazos cruzados o dando la espalda. Noah les dejó, pero les ordenó mirar. Gustabo no quitaba los ojos de quién se suponía era su padre, Conway no le miró, ¿qué podía decirle? Ya vería luego lo preparado para él, o quizá no lo vería y todo terminaría quemado, daba igual, nunca le dejaron ser el padre que quiso y en consecuencia su hijo tenía ganas de ver su cadáver. Daba igual, ya daba igual, el dolor que llevaba cargando toda la vida se esfumaría.

El toque en su hombro llamó de nuevo su atención, con ello se disolvió la piedra que empezaba a formarse en su pecho otra vez. Freddy le llamaba de esa forma, le sonrió. Sí, eso estaba bien, era un final decente, mejor del que jamás deseó.

No quería que muriera, pero Freddy le había recalcado más de una vez, más de una noche, que aceptara el final que tocara, y ese era tal.

—Que os jodan, sois unos putos inútiles —dijo Freddy de pronto, volviendo la vista al frente con una sonrisa socarrona—, pero me la pasé bien. Al fin tendré vacaciones de esta mierda, indefinidas encima —silbó con apreciación, dando un vistazo a Linares, como suponía, el hombre tenía ganas de matarlo.

Independiente de eso, Freddy tenía razones para sonreír, lo supo al mirar a su lado.

—Sed buenos agentes, no muráis por mierda —Conway habló tras un pequeño silencio, miró a Gustabo—, no cometáis estos errores, sed mejores.

Las armas se alzaron ante una orden.

Eso también daba igual.

Se miraron otra vez, Freddy pegó la frente a la de Conway.

—Separados —gruñó uno de los agentes.

—¿Qué van a hacer si no, matarnos? —se burló el excomisario.

Los sentenciados a muerte sonrieron, sonrisas cómplices y sin sentido. Como si sellaran un libro romántico, sus miradas se conectaron y se besaron. Un ultimo beso para sellar sus vidas. Ignoraron el grito "fuego", se desvaneció esa voz entre el beso, entre los sentimientos que ardieron más fuertes que nunca. Era el final, el más dulce que pudieron soñar.

Cada bala les quitaba el aire, pero el dolor no existía, la vida era un sueño, la muerte un sendero de flores, de jazmines que referenciaban un amor eterno e inamovible. Cerraron los ojos para ignorar el mundo que abandonaban, concentrándose en atar sus almas, en prometerse que ni un segundo pasaría hasta que se volvieran a ver. No se molestaron en enfadarse, en gritar, en llorar. Sonrieron mientras sus cuerpos dejaban de vivir, los órganos eran perforados y caía sangre, sangre de ambos amantes que se mezcló en el suelo formando un solo charco de muerte.

Dejaron de respirar, cayeron, murieron. Y solo cuando sus cuerpos se convirtieron en cadáveres fue que el beso se rompió y el contacto se acabó. Daba igual.

Sus almas emergieron abandonando el mundo terrenal, dejando atrás el dolor. Se reencontraron como si nada hubiese pasado, aunque ya no eran ellos, a la vez que eran más ellos que nunca, en formas sin sentido, en existencias no materiales. Se unieron sin cuerpos ni labios ni nada, pero lo hicieron, no veían ni hablaban, sentían, y ello era lo más importante. Se fueron, juntos como decidieron, juntos como nadie pudo atreverse a separarlos.

Atrás dejaron dos cuerpos inertes que ya no servían para nada, con pieles agobiadas de vida y ensañadas en morir. Cicatrices de miles de historias quedaron allí, algunas borradas entre las balas, otras cubiertas de sangre que lentamente se tornaba más y más oscura.

Los agentes, sin aire en los pulmones, miraron a sus antes superiores tirados en el suelo, apoyados uno contra otro, victoriosos de alguna manera, juntos sin duda. 

One-shots [SpainRP/LondonEye/MarbellaVice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora