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Le era difícil no recordar el porqué estaba casada con ella.

-Por supuesto que si, sabe que es mi vida. - Sus labios chocaron agrios en su boca.

Kawai Ruka era hermosa, elegante y educada... Una mujer perfecta... Perfectamente despiadada.

Sus padres la vieron como una candidata perfecta para su débil hija, Pharita no era despiadada, tampoco sin corazón, sin nada... A cambio Ruka era todo lo contrario.

-Tienes mucha suerte, Pharita. Tu esposa es una hermosa mujer.

-Gracias, señor...

Pharita trago saliva cuando sintió la mano de Ruka en su cadera. El perfume de otra mujer pegado en la blusa de su "esposa".

Pharita giro su vista hacia una mujer de cabello negro azabache qué la miraba como ida, hipnotizada. La mujer sonrío apenas y Pharita giro su vista rápidamente.

Las reuniones sociales eran así. Ellas siempre eran perfectas.

Una hora después, Pharita se colocaba la pijama poco a poco mientras veía como Ruka se vestía para largarse de allí.

-Hoy una mujer me miraba. - Hablo, su mirada era cansada... perdida.

-¿A ti?. - La risa de Ruka se escuchó por la habitación. - ¿Porque te mirarían a ti cuando tienen a muchísimas mujeres más bellas?

-Tal vez... Soy linda para alguien. - Pharita hacia aquello involuntariamente, tratando de que algo de celos surgieron de ella.

-Debe usar lentes, eso es seguro. - Se acomodo su blusa viéndose al espejo y suspiro. - Así que me ire ya. Duerme, come o llora como haces siempre... Solo trata de quedarte viva para el lunes, te necesito feliz, nos juntaremos con la dueña de las corporaciones Shin.

Ruka la miró de arriba a abajo.

-Duerme. - Gruñó las siguientes palabras con asco. - Mi amor...

La puerta de la habitación se cerró de un portazo. Pharita dio un salto en la cama y bajó la mirada.

¿Tan ridícula era para Ruka? ¿Era fea? ¿Era muy delgada? ¿Era gorda?

Pharita hizo lo que todas las noches hacía, se levantó, camino frente al espejo. Soñando, imaginando que Ruka regresaba y la abrazaba por detrás.

Fingió la sonrisa que le regalaba a la gente ajena a su vida privada. Se miró lentamente, se desprendió la blusa qué había usado y la abrió.

Había empezado a ir a un gimnasio al menos tres veces por semana, había comenzado una dieta e incluso iba a una estética. Todo con ilusión de que Ruka la viera.

Le daba vergüenza que, por cada reunión a la que fueran, siempre había alguien... Una mujer, un hombre, quien fuera se daba cuenta de que Pharita era pura, que no sabía lo que era ser tocada.

Porque Ruka se encargaba de dejar en claro en todas noches que se iba a quien sabe donde y no volvía si no hasta la mañana del día siguiente.

Pharita deshizo lentamente su perfecta falsa sonrisa, sus ojos empezaron a cristalizarse. ¿En que demonios pensaban sus padres en obligarla a casarla con la empresaria más joven, exitosa y poderosa del medio? ¿Porque no confiaron en ella para que se hiciera cargo de la empresa familiar?

Las lágrimas hicieron un recorrido iniciando en sus ojos, pasando por sus mejillas y terminando en el frío suelo, para que ella se dejara ver en el espejo para acostarse sola en la vacía y fria cama de matrimonio.

La pelinegra se sentía vacía... Sola. ¿Que había mal con ella?

Cuando estaba a punto de caer en los brazos de morfeo, recordó la sonrisa que le dio aquella chica en la noche, una débil sonrisa, posiblemente insignificante, pero al fin y al cabo, una sonrisa se dibujo en sus labios.

-Soy linda para alguien. - Murmuró, cerrando los ojos.

Muchas horas después cuando el reloj dio las cinco en punto de la mañana, Ruka volvió.

El perfume fuerte femenino estaba pegado a su piel. Se sentía saciada, tranquila y... vio a Pharita.

Hizo una mueca de asco y se durmió al lado de su mujer, solo que por encima de las sábanas con las que se tapaba.

Ella estaba despierta y bajó la mirada al suelo, un perfume más a la colección que su amada solía traer.

Las siguientes noches pasaron de la misma manera. Ruka comenzó a irse con algunas empleadas de la empresa, Pharita perdió el gusto de verse guapa, porque según Ruka, "¿Cuántas veces debo decirte que no puedes verte bonita ni aunque pongas todo tu pobre empeño?"

Hasta que llego el lunes.

Pharita se dio cuenta que aquella noche de la última reunion, Ruka se había ido.

-Hola.

Una voz suave, tranquila y elegante la hizo girarse para ver a la hermosa mujer que la miraba y le había sonreido aquella noche.

-¿A mi?- Se señalo.

-A ti- La mujer asintió con la cabeza y le tendió una fina copa de champagne- soy Asa... Tu?

-¿Porque estas hablando conmigo?- Pharita giro y quiso alejarse pero esa voz tan suave de la azabache la detuvo.

-Porque hace tiempo quiero hacerlo, me pareces extremadamente bella pero he sido muy tímida.

-Estoy casada- Susurró la más baja.

-Una chica guapa casada puede tomar un café, ¿verdad?- La mujer le sonrío- Soy Enami Asa.

-Pharita, Pharita Chaikong Kawai- La joven bajo la mirada a la segunda copa, extendiendo suavemente su mano para poder alcanzar- Gracias.

-¿Te gusta el arte?- pregunto aquella azabache y Pharita asintio- ¿Has ido a la obra de Life in Pink?- Preguntó- amaría conocer a la pintora Rora ¿Tú no?

Pharita, pensado que no volvería hacer eso de nuevo... Sonrío pero esta vez genuinamente.

-Sí, a mi también me gustaría.

-¿Te gustan las montañas?

-Sí, mis padres fueron de vacaciones el año pasado.

-Es muy lindo hacer senderismo, ¿no crees?- Y Asa sin siquiera saberlo, era la ganadora de una sonrisa de Pharita.








Matame Lento - RuphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora