Capítulo 2

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Todos los días para Albert eran casi monótonos. Sonaba la alarma, se levantaba para ir a la secundaria y cuando se encontraba desayunando su madre se largaba para el trabajo. La excepción de ese día es que la señora Lemons le dio el aviso de que ese día volvería un poco más temprano para poder hablar con él, lo cual impediría que se viera con Dann esa noche.

La mañana pasó repetida entre escenas, esa vez no se durmió durante la clase de biología, era una lastima por que sentia una punzada de recuerdos en el corazon. De nuevo sonó la campana y todos los alumnos salieron del aula como cucarachas. Se encontraron de nuevo solos, estudiante y maestra.

-Joven Lemons. -llamó, captando la atención del joven-.

Albert la miró fijamente, aun sentado en su puesto.

-Hay examen la semana entrante, así que estudia mucho.

El chico volteó lo ojos irónicamente y recogió sus cosas, las metió en su mochila sin orden alguno. Se encontraba harto de ella, pero aún así optó por subir a la azotea de la secundaria junto con su almuerzo, se sentó en un banquillo y empezó a devorar su sándwich de pollo acompañado con un jugo de naranja.

La azotea era accesible para los estudiantes, pero claro que se encontraba la seguridad de barrotes para evitar accidentes en el instituto, era un lugar desde el que se podía respirar una profunda privacidad, sobre todo por que a casi nadie le gustaba subir, sólo los que tenían cosas que ocultar.

Trago grueso cuando sintió alguien sentándose en el mismo banquillo que él, manteniendo la distancia para no romper el respeto. Miró a su costado a su profesora de biología, sus labios, su torso, sus piernas, su pecho, todo de ella gritaba señora y mujer, pero también gritaba sexil y prohibido. Miró alrededor, no tenían más compañía que la de palomas buscando migajas de pan. Volvió a ver fugazmente a su profesora, su falda gris hasta las pantorrillas le trajo unos cuantos recuerdos.

Intercambiaron las típicas palabras de cortesía hasta que se acabaron y reino el silencio.

-Albert, no te ordené en ningún momento que me dejarás de hablar, ¿te sucede algo?

El alumno escribió en su cuaderno.

"Ya no le habló a nadie, no lo tomes personal"

Se aclaró la voz. -¿Y por que has dejado de hablar?

Sabía que era su trabajo, pero ella no tenía ningún derecho de preguntarle, sólo Dann y Anthony tenían esa confianza con él.

"Llevo meses sin hablar, ¿y ahora te crees con derecho de preguntarme?"

Ella lo miró indignada al leer eso.

-Antes confiabas más en mi, ahora trató de hablar contigo y eres frio. -suspiró, desviando la mirada-. Es mi trabajo asegurarme de la seguridad de mis estudiantes.

Escribió. "¿También es tú trabajo follarte a los estudiantes?"

-No seas idiota y madura de una sola vez.

Albert se encogió de hombros dándole otro mordisco a su sándwich, en el fondo la señora Olivia se sintió impotente de que Albert no reaccionará como ella esperaba. Se supone que cuando insultas aun niño reacciona a la defensiva, pero Albert siempre había sido un poco más inteligente que eso, le frustraba.

En verdad él no se sentía muy a gusto comiendo con aquella tensión del pasado, de alguna manera penso que se sentiría cómodo como antes, pero se equivoco.

Albert tomó su almuerzo y se puso de pie para irse, cuando la señora vio que se largaba se levantó rápidamente y lo encaró, a pesar de que tenían treinta años de diferencia, Albert era cuatro dedos más alto que ella a pesar de sus tacones.

Jugando con la sombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora