|𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 016| ᵗʰᵉ ʰᵉⁱʳ ᵒᶠ ˢˡʸᵗʰᵉʳⁱⁿ

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— Despierta...— Decía una voz en el oído a Daella.— Despierta, Daella...

Daella estaba intentando abrir los ojos, pero había algo que se lo impedía; como una fuerza exterior a ella que no la dejaba.

— ¡Despierta, Daella!— Dijo aquella voz, esta vez gritando en el oído a Daella.

Daella abrió los ojos de golpe, soltando una respiración agitada como si hubiera estado sin respirar por un rato.

— Ella...— Dijo una voz a su lado mientras la ayudaba a incorporarse.— Menos mal que tu estas bien...

Era Harry. Estaba delante de ella asustado y preocupado. Daella no sabía de que estaba hablando, hasta que se fijo que no estaba en los pasillos del colegio; se hallaba en el centro de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaba en la estancia. Harry no tuvo que decirle nada para saber en donde estaban... La Cámara de los Secretos.

— ¿Qué ha pasado?— Pregunto Daella tocandose el golpe de la cabeza.

— El heredero de Slytherin os trajo aquí hace un par de horas...— Empezo a explicar Harry.— Ron y yo, junto con Lockhart, encontramos la entrada a la cámara y, pues... Ron se ha quedado con Lockhart atrapado en el otro lado de la cámara. Pero esta bien.

— Espera...— La detuvo Daella.— Has dicho "Os". ¿Quién más está aquí?

Harry miró detrás de ella, y Daella siguió su mirada. Justo al final de la cámara, vio una estatua tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo. Daella no pudo evitar abrir los ojos al ver el rostro gigantesco que la coronaba: era un rostro antiguo, con una barba larga y fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, donde unos enormes pies de color gris se asentaban sobre el liso suelo. Y entre los pies, boca abajo, vio una pequeña figura con una túnica negra y el cabello de un rojo encendido.

— Ginny...— Susurro Daella, levantándose de golpe y corriendo hacia ella con Harry detrás, e hincandose de rodillas.— ¡Ginny! ¿Qué le pasa?— Preguntó mirando a Harry.

— No lo sé...— Dijo Harry, mientras ayudaba a Daella a girar a Ginny y ponerla boca arriba. Tenía la cara tan blanca y fría como el mármol, aunque los ojos estaban cerrados, así que no estaba petrificada. Pero entonces tenía que estar...

— Ginny, por favor, despierta. Harry, ¿que hacemos?— Susurró Daella sin esperanza, a punto de llorar. Harry, igual de preocupado que ella, solo se encogió de hombros.

— No despertará.— Dijo una voz suave.

Harry y Daella se enderezaron de un salto.

Un muchacho alto, de pelo negro, estaba apoyado contra la columna más cercana, mirándoles. Tenía los contornos borrosos, como si Daella lo estuviera mirando a través de un cristal empañado. Pero no había dudas sobre quién era: el chico del sueño de Daella, el que la agarro y le dejo una marca en su muñeca.

— Tom... ¿Tom Riddle?— Pregunto Harry, y Daella se giro a verlo lo más rápido que pudo, para devolverla a Riddle.

Riddle asintió con la cabeza, sin apartar los ojos del rostro de Harry, mirando de vez en cuando a Daella.

— ¿Qué quieres decir? ¿Por qué no despertará?— Dijo Harry desesperado.— ¿Ella no está... no está...?

— Todavía está viva— Contesto Riddle.—, pero por muy poco tiempo.

𝐃𝐀𝐄𝐋𝐋𝐀 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍 𝐘 𝐋𝐀 𝐂𝐀𝐌𝐀𝐑𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora