3.- Las medias que Jungkook se puso para Taehyung

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Era mitad de enero y era la primera vez que Jungkook estaba solo en el departamento desde su cumpleaños. Había vuelto hacía unos días a Seúl, pero Taehyung ya estaba allí, y de vacaciones, así que Jungkook ni siquiera tenía las seis horas todas las mañanas con las que contaba los últimos meses, para hacer sus cosas. No se quejaba, porque había extrañado a Taehyung, y desde que había llegado a Seúl, no habían hecho más que hablar y pasar el tiempo juntos, porque siempre había sido la actividad preferida de Jungkook y hacía meses que los dos estaban tan ocupados que ni siquiera salían.

Aun así, esa tarde, cuando Taehyung le dijo que iba a ir a estudiar a la casa de un compañero porque no podía concentrarse en el departamento, Jungkook había agradecido al cielo y las estrellas por finalmente tener un segundo para él. Casi lo había empujado de la casa, pero eso no le impidió bromear con que no iba a hacerse cargo de la gravísima acusación de Taehyung: Jungkook no era tan interesante como para ser una distracción, pero si esa era la excusa para abandonarlo por todo un día, que así fuera.

Se había apresurado a ducharse, porque Taehyung iba a quedarse a cenar en lo de su amigo, pero probablemente volvería temprano. Además, ya había sido probado por experiencias anteriores que el tiempo volaba cuando Jungkook estaba feliz.

Las medias le iban perfectas. Hacía que sus piernas se vieran delicadas y pasar la mano sobre el material era aún más adictivo que hacerlo sobre su piel afeitada. Jungkook estaba enamorado de cómo se apretaban sobre sus muslos y la casi imperceptible presión que ejercían sobre su piel creaba una curva pequeñita, justo encima del encaje. Amaba el espacio entre la media y las bragas; amaba el modo en que, al mirarse al espejo, era como si llevara la textura en todo el cuerpo, como luz del sol entibiando su piel.

Había pasado algo así como veinte minutos admirando su reflejo en el dormitorio de Taehyung, flexionando las piernas un poco, cruzándolas y separándolas, y poniéndose de espaldas para ver cómo se veía su trasero cuando lo sacaba para afuera, cuando alguien tocó el timbre.

¿Quién podría ser? No esperaba a nadie. Sonó otra vez, esta vez sostenido por varios segundos.

—Vooooy —exclamó frustrado mientras se quitaba las medias.

Acababa de dejarlas caer sobre el colchón cuando volvió a sonar.

—Putísima madre, ¡Estoy yendo! —gritó otra vez, y como el inesperado visitante parecía empecinado en no soltar el timbre, se calzó los jeans encima de las bragas y manoteó la primera camiseta que encontró (una de Taehyung, de Pink Floyd).

—¡Hasta que me abres, Jungkook! —protestó el pálido haciéndose paso apenas Taehyung hubiese destrabado la puerta—, necesito un favor como de vida o muerte.

—Woah, colega, ¿qué pasa?

—Mina. ¿Recuerdas a Mina? —Jungkook la recordaba: era la compañera de colegio de Jin de la que había estado enamorado desde entonces, pero con quien había perdido contacto desde que su carrera como modelo de ropa interior había comenzado.

—La recuerdo —respondió, aunque tenía que ser una pregunta retórica considerando que a Mina la mencionaba básicamente cada vez que estaba ebrio.

—Bueno, la tipa está en la ciudad y me escribió para vernos, pero está con una amiga así que necesito que me acompañes.

Jungkook pestañeó mientras el ceño se le fruncía lentamente en un gesto cada vez más confundido.

—¿Esa es la emergencia?

—Jungkook. Es Mina —explicó frustrado y luego de rodar los ojos, revolvió el departamento hasta encontrar la chaqueta de Jungkook—. Y esta con una amiga en la ciudad por trabajo, lo cual sabes que significa.

Bonito para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora