Jungkook despertó embriagado con el perfume de Taehyung, y su cabello haciéndole cosquillas en la punta de la nariz. Se desprendió del sueño poco a poco, a duras penas logrando distinguir sus fantasías de la realidad.
Tenía la mano descansando en la cintura de Taehyung, y oía su respiración como un susurro, y sentía recorriéndole el cuerpo, una ola dulzona y tibia. La primavera se anunciaba en las nuevas hojas en los árboles en la calle, en el cantar de los pájaros, y en la panza de Jungkook, como mariposas.
Apretó suavemente su cintura. No intentaba despertarlo, sólo quería saber si era real.
El chico se acomodó en la cama, y en sus labios se dibujó una perezosa sonrisa. Tomó la mano de Jungkook, y la aferró frente a su pecho, enredado entre sueños.
Jungkook se reincorporó con suavidad, su mano aprisionada todavía entre los largos dedos de Taehyung—no se quejaba. Las cortinas de Taehyung estaban cerradas, pero todavía se filtraba la luz. Pensó, recapitulando todo lo que había ocurrido, que se habían acostado bien entrada la mañana, y que hacía horas debían haber pasado el mediodía, a juzgar por lo bien descansado que se sentía.
Taehyung dormía con el ceño fruncido, con la típica cara seria que tenía cuando se concentraba. Parecía estar soñando algo bonito, a juzgar por los hoyuelos en sus mejillas.
Mientras Jungkook sonreía, observándolo, sintió más piezas acomodarse dentro suyo, al ritmo de una música tan excitante como familiar.
Jungkook siempre había adorado ser la “cuchara grande”. Se sentía natural, de alguna manera, porque era el hombre, y eso es lo que los hombres hacían: se acuestan con mujeres, las abrazan y protegen. Siempre lo había adorado, también, porque lo hacía sentirse a salvo saber que lo notaría si la chica despertara, saber que no podía verlo en esa posición. No era nuevo enterarse de que ser la cuchara grande le daba seguridad, pero sí lo era el saber por qué.
Últimamente era común encontrarse consigo mismo hasta en los detalles más pequeños, observarse haciendo cosas que hacía siempre y preguntándose cómo podía ser que las hubiese intelectualizado por tanto tiempo hasta convencerse de que no significaban nada. Este era otro ejemplo. Jungkook todavía amaba ser la cuchara grande, pero sólo porque le permitía observar a Taehyung entre sueños, y sentir su piel bajo las palmas de sus manos.
Le corrió el cabello del cuello con un tímido gesto del mentón —tenía las manos ocupadas—, y le besó la línea de su mandíbula, porque no sabía cómo resistirse.
Taehyung soltó una adorable carcajada, y se encogió de hombros, aferrándose todavía más fuerte a la mano de Jungkook.
—Me haces cosquillas—protestó entre risas.
Jungkook quiso controlar la sonrisa, pero sólo hizo que le dolieran un poco más las mejillas.
—Buen día —dijo, y Taehyung finalmente lo soltó para girarse en el colchón.
—Buen día.
Se besaron perezosamente, todavía demasiado cansados para hablar. El aliento de Taehyung apestaba a alcohol, y a sueño, y al cuerpo de Jungkook. Era amargo y terrenal, y Jungkook jamás en su vida había saboreado algo tan rico.
Jungkook enredó sus manos en el cuello de Taehyung, jugando con su cabello con dulzura mientras se miraban, enterrando los dedos detrás de su nuca con desesperación, cuando se besaban. Los besos eran húmedos, oscuros, y lentos —sabían a miedo, un poco—, maquillados por el silencio y la duda. Eran también inagotables, un poco adictivos.
Hablaron del asunto casi una hora después, cuando la alternancia entre besos y miradas los había dejado calientes y al borde de la reincidencia.
Fue Jungkook quien trajo el tema, alejándose del cuerpo de Taehyung a duras penas, duro y desnudo bajo las sábanas, con la piel de gallina.
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Bonito para ti
FanfictionJungkook tiene un secreto y Taehyung cree que se ve muy bonito en el ↬ Extensión: 9 capítulos. ↬ Romance︱Fluff︱Smut ↬ Adaptación autorizada. ↬ Todos los créditos a la autora © liliumpumilum