Bonito para ti

7.- Él regalo de Taehyung.

Yoongi empezaba a comerle los nervios con esa manía de cliquear insistentemente la lapicera. Tic, tic, tic, tic-tic. ¿Estaba haciendo jodida música? Era molesto, en serio. Jungkook lograba a duras penas sentarse a estudiar ocho horas por día, y no necesitaba a Yoongi haciendo la tarea más difícil.

—Corta con eso, Yoon, ¿quieres?. dijo Taehyung mientras se acercaba a la mesa con dos tazas de café—. Me estabas poniendo nervioso a mí y estaba en la cocina.

—Lo siento, Taehyung. No lo noté —dijo Yoongi y dejó la lapicera sobre la mesa. Cuando tomó la taza y notó los malvaviscos flotando, no pudo evitar sonreír—. Heeey, gracias. ¡Qué detalle!

Taehyung se encogió de hombros mientras le daba la taza que le correspondía a Jungkook.

—Quedaron malvaviscos de las fiestas; pensé: ¿por qué no ahora?

Jungkook dibujó un gracias con los labios, mientras tomaba la taza. Sus dedos estaban fríos y duros, más por llevar horas escribiendo apuntes y otras tonterías igualmente aburridas, que por el clima.

—Eres genial, TaeTae. En serio —sentenció y bebió un primer sorbo que se sintió genial. A decir verdad, le daba más ganas de tirarse en el sillón a ver alguna película que de seguir estudiando, pero era lógico: por más que tomará litros de café, llevaba horas con esa tarea y sólo quería ir a la cama.

Malditos profesores con sus malditos trabajos prácticos y sus malditas fechas irracionales de entrega.

—Y pensar que tú no querías que los comprara—dijo Taehyung, y reposó la mano en su hombro. Jungkook bebió otro sorbo y se echó más atrás en la silla, y sintió la caricia de Taehyung anidar en su cuello.

—Por eso tú tomas las decisiones del hogar.

Yoongi ocultó la sonrisa debajo de su taza, y Jungkook pensó que eso significaba que no diría lo que fuera que estaba pensando, pero se equivocó.

—Un día de estos me llegará la invitación a su boda por correo y, honestamente, no estaré sorprendido.

Taehyung rió y le pellizcó el cuello a Jungkook antes de alejarse un poco, y bromear:

—Vamos, Yoon. Serás el padrino, te avisaremos antes de enviar las invitaciones.

Yoongi puso los ojos en blanco y bebió de nuevo, y Jungkook sólo exageró una risa, para ocultar el gesto suave que Taehyung le había dibujado en su rostro, y se encogió de hombros.

Cuando Yoongi se fue, una hora y media más tarde, Taehyung estaba a punto de preparar la cena. Al verlo entrar por la cocina, le sonrió, y Jungkook sabía lo que estaba pensando, porque él estaba pensando lo mismo.

Que lo extrañaba, que extrañaba su cuerpo. Que extrañaba estar con él, de ese modo que se sentía tan rico. Jungkook extrañaba eso también, pero sobre todo extrañaba la calma de la compañía de Taehyung, la convivencia sin prisas, el silencio que entre ellos era tan tibio y bonito.

Sonrió suavemente y el gesto se transformó en un bostezo.

—Estaba pensando—dijo, mientras se refregaba los ojos—, que en vez de cena podríamos llevar unas cervezas al balcón —Los ojos de Taehyung se abrieron sorprendidos y la sonrisa se ensanchó aún un poco más— La noche está bonita.

—Eso suena genial —respondió y guardó los vegetales que acababa de preparar para cocinar.

Las cervezas estaban frías, pero antes de salir al balcón, Taehyung había puesto una segunda tanda en el congelador para sacarlas heladas la próxima vez. Ahora, ambas botellas transpiraban junto al barandal, entibiándose con tanta pereza como ellos.