4.- El primer beso de Jungkook

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—¿No vas a ponerle carne? —Jungkook le dijo, asomándose por detrás de Taehyung.

—Si tú quieres—Taehyung se encogió de hombros mientras revolvía la cebolla—. Se siente como mucho para una cena tan tarde.

—Oh, malcríame—insistió Jungkook y sonrió tan exageradamente que Taehyung sólo pudo rodar los ojos—. Realmente tengo ganas de comer pasta y mañana tú no vas a cocinar y tendría que esperar hasta quién sabe cuándo.

—¿Hasta pasado mañana?

—Demasiado tiempo—protestó, y sonrió cuando Taehyung, con expresión frustrada y todo, caminó hacia el refrigerador.

Se sentó en el mesón, justo al lado de la tabla donde Taehyung iba a cortar la carne. Verlo cocinar era, desde que se habían mudado juntos, uno de sus mayores hobbies. Había algo de sentir el olor de la comida inundar la habitación, mientras hablas de fútbol y de cotilleo del edificio, que era extrañamente encantador. Quizá era que lo transportaba a la infancia, que le recordaba un poco a su mamá —Jungkook había sido siempre apegado a su familia.

La cosa es que cuando Taehyung cocinaba, Jungkook no se movía de su lado ni por un segundo, y sería extremadamente sospechoso si se fuera ya.

Tendría que esperar unos minutos.

—¿Sabes? Parece un poco injusto que me hagas trabajar el doble el día anterior de mi cumpleaños para que no tenga que trabajar mañana —frunció el ceño—, como, ¿no es un poco absurdo?

—Lo que sería absurdo sería desperdiciar tus impresionantes habilidades culinarias, TaeTae.

—Taehyung.

—Además, amas esto —sonrió y como Taehyung estaba muy cerca suyo, cortando la carne, pero Jungkook tenía las manos húmedas de apoyarlas en el mesón, en lugar de pellizcarle los pezones le cabeceó el hombro juguetonamente.

—¿Cocinar o malcriarte?

—Ambas cosas—rió Jungkook. Taehyung sólo sonrió.

—Quizás.

Diez minutos después, Taehyung estaba vigilando la carne, y a punto de poner el agua hervir, y Jungkook pensó que ese sería el momento justo.

—Tengo que mear—mintió y brincó del mesón. Cuando oyó a Taehyung quejarse de que esa era más información de la que necesitaba, ya estaba entrando al pasillo.

Caminó derecho hacia el dormitorio de Taehyung, mientras sacaba el papel que llevaba en el bolsillo hacía por lo menos media hora. Abrió placard, y luego el primer cajón, y justo cuando estaba por acomodar el papel encima de la pila de bóxer (para que Taehyung lo viera sí o sí al día siguiente cuando se levantara a cambiarse, y que no terminara manoteando un bóxer y escondiendo la nota sin querer), notó una imagen familiar: la misma marca, el mismo color de la caja.

No lo pensó seriamente; el instinto lo movió. Sacó la caja del fondo del cajón, con el papel todavía en las manos. No podía ser la misma: Jungkook había tirado la suya hacía ya bastante tiempo (era más fácil esconder las medias y las bragas que la caja entera). Pero era igualmente intrigante, sobre todo por notarse tan reciente. Ni siquiera había sido abierta.

Cuando oyó los pasos en el pasillo, tuvo tiempo de esconderla (si hasta que escuchó a Taehyung llamar su nombre, y detenerse en el dormitorio y el baño). Tuvo decenas de segundos para hacer algo, pero lo que lo paralizó esta vez no fue el miedo, sino la curiosidad.

Jungkook todavía estaba sentado en la cama, con la caja cerrada en la falda, cuando se asomó por la puerta. Taehyung le sonrió al verlo, pero luego notó la caja, frunció el ceño, y tragó saliva.

Bonito para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora