Katherina...
A las once y media ya estoy saliendo del edificio. De atuendo para hoy, elegí un elegante vestido rojo que me enamoró según lo vi. Es de estilo traje y ajustado a la cintura con un ligero escote que estiliza mi figura.
Me miré en el espejo tres segundos, no más, para no sobre pensar y supe de inmediato que se convertiría en una de mis prendas preferidas.
Cuando salgo ya veo a Dante esperándome con su cara de amargado de siempre. El piercing en su labio y ceja más el tatuaje a un lado de su cuello le dan un toque de mafioso que hace que varios pasen rápidamente por su lado intentando alejarse lo máximo posible.
-Buenos días, señor conductor. -le digo con mi mejor sonrisa.
La verdad es que me emociona trabajar allí, mi sueño siempre fue ser arquitecta y a pesar de que ese sueño fue frustrado gracias a mis padres, esa idea nunca se fue de mi cabeza. Puede que solo vaya de asistente, pero podré aprender un poco acerca de ello y quizá con el dinero que sobre del tratamiento de mi padre pueda pagar la carrera.
-Buenos días, señorita Dalia. -me saluda un poco más animado que hace un momento abriéndome la puerta.
Entro dándole un pequeño apretón en el hombro. Sé lo que quiere mostrar a los demás, frialdad, pero no puedo evitar ver una pizca de tristeza en su mirada.
Pasamos el resto del camino hablando de cómo debo comportarme ahí dentro con todas esas personas "importantes"
Sé de sobra lo que debo hacer, me lo enseñaron desde que nací a pesar de cuánto lo odiaba, pero finjo no saber nada y lo escuchó atentamente.
Lo típico, caminar erguida, no mirar a los ojos al jefe, siempre tratar de usted, tratar con respeto a los clientes, obedecer al señor Brambilla, cómo no, entre otras cosas que me aburren de solo escucharlas.
Cuando llegamos, Dante me abre la puerta dejándome ver la enorme oficina en frente mía. Es enorme, con una estructura perfecta por supuesto, el cuello me duele de lo que tengo que elevar la cabeza para observar el piso más alto. Es increíble.
-Adivino, el señor está en el piso más alto. -siempre hacen lo mismo, se piden el piso más alto para hacerse los superiores.
-La oficina de Luka está en la segunda planta, todo lo importante, como las salas de juntas están en las primeras cinco plantas de las treinta, las plantas más altas pertenecen a las oficinas, salas comunes, etc.... -me explica.
Sus complejos de superioridad todavía no han llegado a tanto, me sorprende.
Lo ha llamado Luka, es demasiado informal para los empleados. Desde el principio me he fijado en que habla del señor Brambilla como si lo conociera demasiado.
-Si supieras quién soy no me hablarías de esa manera.
Eso fue lo que me dijo el día que nos conocimos.
-No eres un simple empleado, ¿verdad? -le pregunto con una sonrisa ladeada que él me corresponde.
-Eres inteligente, eso nadie puede negarlo. -dice negando con la cabeza, un par de mechones cayendo sobre su rostro que se aparta.
- ¿Quién eres?
-Ya lo sabrás.
Con eso se encamina a la entrada y yo lo sigo, tengo que acostumbrarme a que siempre esté en mi alrededor.
Subimos por las escaleras ya que solo es un piso y veo la puerta a la derecha que supongo es su despacho.
Justo en frente de las escaleras hay una mujer que supongo es su secretaria. El escaneo de arriba abajo y rápidamente adivino que nuestra relación no será la mejor por la forma despectiva en que me mira haciéndome mirar mi ropa pensando que tengo alguna mancha, pero no hay nada.
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PELIGRO (Borrador)
RomanceUna bailarina. El jefe de la mafia italiana. Una relación falsa. Y muchos enemigos.