Luka...
Después de contarnos la verdad Katherina salió de la habitación dejándonos a los 5 paralizados en la habitación.
La punzada que sentí en el pecho mientras escuchaba la historia, mientras la veía derramar sus lágrimas, me tomó por sorpresa. Una niña no debería pasar por eso, mierda.
Solo imaginarla de pequeña, débil, con esas sonrisas que regala a todo el mundo siendo violada, siendo utilizada. Solo imaginar su dolor al perder a su hermano, yo no podría con eso, mis hermanos son mi vida y por lo que vi para ella también lo era.
Esos cabrones la dejaron embarazada, a una niña, joder. Era una jodida niña.
Me paso las manos por el pelo sintiendo cómo las sienes me palpitan, mis pensamientos pensando en cómo podría torturarlos si no estuvieran muertos, pero puedo destruirlo a él.
Pero por qué, es solo un contrato.
Un maldito contrato que me está apresando la piel como si de fuego se tratase, cada vez asfixiándome más.
-Luka... -oigo el susurro de Francesco y me vuelvo hacia él viendo su mirada cristalizada. Ella les importa, aún con el poco tiempo que han estado juntos, ella les importa cómo si fuera buena metiéndose en el corazón de la gente.
-Lo sé. -respondo mirando al resto, sus expresiones son sombrías. Alessio está mirando al suelo, no puedo ver a la perfección, pero sus puños están apretados evitando que le tiemblen las manos.
Un estruendo en el baño nos saca de la ensoñación y lo único que me viene a la mente es la imagen de ella, tirada en el baño con la sangre recorriéndole el brazo y corro hacia allí más rápido que ninguno.
Mi respiración es agitada cuando llego, pero cuando entro aparto la mirada, está desnuda duchándose, pero su cuerpo está acurrucado contra una esquina. Cuando oigo los pasos apresurados de mis hermanos llegar los miro con dureza.
-Si entráis estáis muertos. -les advierto entrando ya que no hay nada que no haya visto más.
Cierro la puerta y me gira. Está sentada en la esquina, pero dándome la espalda y sólo puedo ver el movimiento apresurado de sus brazos.
-Dalia...
No responde, pero para cualquier movimiento y gira la cabeza lo suficiente para dejarme ver sus ojos manchados por el maquillaje que se sale por sus lágrimas y el agua de la ducha.
Mi pene se remueve en mis pantalones, pero me concentro ya que no es el momento. Ella no me importa, no lo hace, pero no paro hasta llegar a ella sin importarme mojar mi ropa abrazándola por detrás mientras estamos los dos sobre los azulejos.
-Mi cuerpo me pesa, como si sus cuerpos siguieran encima de mí. -susurra casi inaudiblemente. -Me siento sucia, cada vez que alguien me toca, siento de nuevo todos sus fluidos sobre mí y me quedo mirando las caras de la gente esperando sus caras de asco.
-Pero nunca aparecen, porque no lo estás. -dictamino con voz severa.
Ella se gira y yo aflojo mis brazos para permitírselo. Sus ojos claros me miran y ya no veo a la mujer feliz de la oficina, ni siquiera la máscara con la que finge serlo. Sólo veo a una mujer que han roto, la que se distrae a menudo por minutos a no ser que la haga volver, a la que se le llenan los ojos de lágrimas cada vez que alguien habla sobre su cuerpo, y lo odio. Porque yo no quiero a ninguna de esas dos. Quiero a la que me mira con desafío, la que tiene la mejor manera de responderme, la que me hace hablar, la que nunca baja la mirada, la que se pone esos hermosos vestidos rojos con la seguridad de la mujer más hermosa del mundo, la que me mira con deseo, quiero a la mujer que es capaz de tocarme con una gentileza que me hace sentir seguro.
-Ya sé lo que estás pensando, lo que dijeron los 3 psicólogos con los que intenté mejorar. -me mira con una sonrisa vacía. -Soy débil y no intento mejorar.
La mira con extrañeza.
-No creo que nadie que haya pasado por eso y esté aquí pueda considerarse débil. -baja la cabeza, pero yo pongo mi mano bajo su mandíbula y vuelvo a levantarla. Ella no puede bajar la cabeza ante nadie, ni siquiera ante mí. -Lo único que siento es envidia de tu valor, Stellina.
Ella suelta una risa corta y falsa que se rompe a la mitad.
- ¿Qué podrías envidiar tú, un mafioso billonario y arrogante de una chica cómo yo?
-Tú te dejas tocar, hablas por las tapas y sigues confiando en las personas. Cuando...ella empezó a hacerlo dejé de hacer todo eso, Stellina. Así que sí, admiro tú fortaleza porque eres fuerte, más que yo. -murmuro apretando su cabeza contra mi pecho dejándola oír mi corazón e impidiendo encontrarme con su mirada. No quiero preguntas, no quiero que esto se trate de mí, sólo quiero que sepa que la entiendo y que es fuerte en cualquier sentido de la palabra.
-Intenté suicidarme. -murmura con la voz rota en mi pecho mientras su cuerpo tiene espasmos por sus sollozos.
-Eso no quita lo que has mejorado. Si quisieras haber muerto, los dos sabemos que lo hubieras hecho más hondo. -digo y recuerdo nuestra película, queriendo que lo admita. -Ahora solo tienes que decir la verdad, la verdad más dolorosa de todas.
Ella se queda en silencio unos minutos y yo no insisto, acariciándole la espalda.
-Quiero vivir. -confiesa en un susurro.
-Bien, porque nunca podrás morir, no mientras yo esté aquí. -digo intentando ocultar la debilidad en mi voz.
No sé lo que me pasa, por qué la cuido o por qué el hecho de imaginarla muerta me presiona el pecho insoportablemente. Lo único que sé es que como no pare esto pronto, ella estará en peligro.
Porque jamás la dejaré ir.
............................
¿Qué os ha parecido este capítulo?
Corto pero importante para la historia de estos dos tortolitos.
¿Acabará bien o no?
Ya veremos, por ahora, mis mariposas, un abrazo por si no os han dado uno hoy.
ESTÁS LEYENDO
PELIGRO (Borrador)
RomanceUna bailarina. El jefe de la mafia italiana. Una relación falsa. Y muchos enemigos.