Katherina...
Dos semanas, eso es lo que duró mi episodio depresivo. Las pastillas reducen el tiempo ya que antes me podía dar durante meses.
Dos semanas recibiendo visitas de los hermanos Brambilla a excepción de Luka que no ha vuelto a venir por aquí. Me ha gustado no sentirme sola, nunca había estado acompañada durante estos "bajones". Mis padres siempre me encerraban cuando estaba así porque decían que soy insoportable.
Cada vez que mis pensamientos me carcomían la cabeza uno de ellos siempre estaba aquí para pararlos. En este tiempo había ido agarrando confianza con cada uno de ellos. Francesco es el que te hace reír, Dante el que te aconseja, Alessandro el sobreprotector que se enfada si voy descalza porque me puedo resfriar. Y después está Alessio, es mucho más frío que sus hermanos, incluso más que Luka, pero él que parecía entenderme más.
Francesco me chivó que es él quien hace mis comidas y hace aparecer mis papas favoritas en la nevera. Cuando se lo dije me miró mal y yo me reí por primera vez y juraría haber visto una de sus comisuras levantarse un poco.
Pero ya estoy mejor, y debo volver a mis responsabilidades además de completar todo el papeleo atrasado. Me visto con un traje de pantalón rojo junto con una camisa corta y una blazer del mismo color encima.
Cuando salgo ya está Dante esperando.
-Señorita bailarina. - me da una inclinación de cabeza.
-Señor conductor. -le devuelvo el gesto sonriente.
(...)
Cuando llego a la oficina me dirijo directamente al despacho de mi jefe y la secretaria está tan cansada de mí que ni siquiera se molesta en llamarme la atención.
Abro la puerta sin tocar encontrándome en la habitación con Luka y la cama...
Sofía.
Cada uno está sentado en un lado del escritorio, pero aun así siento estar interrumpiendo algo. Ella me mira de arriba abajo con una mirada de diva con complejos de superioridad mientras que él me mira como si quisiera devorarme.
- ¿No sabes tocar la puerta asistente? -me pregunta con tono arrogante.
-Sí, pero al ser mi novio tengo otros privilegios que otros... -la miro de arriba abajo. -, no pueden permitirse.
- ¿Papeles? -me pregunta mi jefe seco sin prestar atención a la discusión con una cara que interpreto de incomodidad.
Se los entrego y la reunión sigue con miradas atravesadas por parte de ella, pero con normalidad.
(...)
Luka...
-La has besado.
-Sí. -afirmo.
-Te ha tocado y no te ha pasado nada.
Asiento.
-Has hablado con ella más de una frase.
-Sí.
-Ha entrado a tu despacho sin tocar.
-Siempre. -es una manía que me exaspera.
-Habéis follado.
Asiento otra vez.
-Le has dado sexo oral aún cuando siempre has dicho que nunca lo harías.
-Sí.
-Pero es una relación falsa. – me mira intentando comprender.
-Efectivamente.
-Ya aún así la has dejado hacer lo que a nadie.
Mis hermanos me miran mal cómo si fuera tonto.
-Hacéis todo lo que hace una pareja. -me mira Francesco sin comprenderlo.
-No, ella no me importa, esa es la diferencia. -digo sinceramente. La deseo, eso es algo que no puedo negar, cada vez que entra a mi despacho intento regañarla por entrar sin tocar, pero al mirarla con ese traje rojo...
El contrato, me recuerda mi subconsciente.
-Lo sabemos, pero si os tenéis tantas ganas por qué no folláis y ya está.
-No quiero que se enamore. -confieso. Suficiente tengo con Sofía pegada a mí cada maldita hora del día.
Ellos se miran entre ellos excepto Alessio que está jugando con la cuchara.
- ¿Qué? -pregunto ya exasperado de tanto misterio.
-Hermano, es más probable que tú te enamores de ella que al revés. -y los miro con una ceja enarcada por sus estupideces. -No nos mires así, puede que le parezcas atractivo al igual que a ti ella, pero tú...
No termina la frase y aunque sé lo que dirá quiero oírlo.
- ¿Yo qué?
-Tú estás jodido, Luka, al igual que nosotros. ¿Quién en su sano juicio se enamoraría de la familia principal de la mafia italiana? -dice y en la mesa no se oye ni un respiro porque sabemos que es verdad y no nos importa. El amor no es para nosotros. -Lo que digo es que si te atrae y a ella le atraes podrías mandar un poco a la mierda ese contrato o, aunque sea sólo esa cláusula, ¿no crees? -termina Francesco.
Me cuesta admitirlo, pero tiene razón. No puedo concentrarme en las malditas reuniones por su culpa. Saber que está detrás de mí con esos trajes rojos que siempre lleva me desconcentra. Sólo puedo pensar en las ganas que tengo de abrirle las piernas sobre mi escritorio y meterme dentro suya.
-Puede. -digo solamente.
(...)
Katherina...
-..., ¿no crees? -termina Francesco y tengo que darle la razón. Cada vez que lo veo con esos trajes que se ajustan a su cuerpo musculoso hace trabar mi discurso frente a los socios.
Por una noche más no pasaría nada.
-Puede. -respondo solamente.
(...)
Luka...
Estoy loco. Soy idiota, no debería estar aquí. Pero lo estoy. No sé en qué momento cogí mi coche y vine a su casa, pero cuando toco el timbre sé que ya no hay vuelta atrás.
No debería estar haciendo esto, debería estar en mi casa, solo, pero la necesito. Necesito su cuerpo contra el mío, necesito sus gemidos en mi oído. Necesito su calidez.
Espero un minuto en el que me arrepiento y me doy la vuelta, pero el sonido de la puerta me hace detener y girarme.
Ahí está, Dalia, con una camiseta corta mostrando sus brazos, sólo con unos pantalones cortos mostrando perfectamente su cuerpo. Su expresión es confusa.
- Luka, ¿Qué haces...?
Sin darle tiempo a terminar la frase y sin pensarlo el agarro del cabello con fuerza llevándola contra la puerta y uniendo sus labios con los míos.
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PELIGRO (Borrador)
Roman d'amourUna bailarina. El jefe de la mafia italiana. Una relación falsa. Y muchos enemigos.