Katherina...
-No enamorarse. -le aclaro.
Él necesita una supuesta novia para que la mafia se calme. Lo entiendo, tiene 32 años y no tiene ni novia ni herederos, eso en la mafia es algo inimaginable. Y yo necesito ese dinero para el tratamiento de mi padre, aunque no me importe.
Si mi padre muriera, Luc, mi hermano, pasaría a ser el jefe de la mafia francesa y como él es infértil, el deber de consumar un hijo y dárselo sería mío.
Quiero tener hijos más que nada. Tener una familia numerosa y feliz era mi sueño. Nunca tuve amor, comprensión o cualquier cosa que unos padres deberían darle a sus hijos. Quiero tener una familia a la que amar y ser amada por ellos.
Los mataría a todos antes que tener que darles a mis hijos, por eso no puedo dejar que mi padre muera. Mi familia es la más rica de Francia, pero mi madre lo odia y quiere dejarlo morir para que su pequeño niñito de oro sea el jefe.
Sobre mi cadáver. Siempre he sabido mis opciones y lucharé por ellas. O mi padre es el jefe de la mafia francesa o los mataré a todos y me haré con ella. Una mujer dirigiendo una mafia, algo inaudito, pero no tengo otra opción, no les cederé algo que es mío.
Sobre todo, porque si me negara...
No lo harían por las buenas, y no quiero ser abusada.
No otra vez...
-Me parece bien, nada de amor o esas cosas. -me responde.
Termino mi comida y él sigue sin comer, pero no pregunto.
- ¿Dante es amigo tuyo? -le pregunto sin tapujos.
Él me mira y niega.
-Es mi hermano. -respondo corto sin dar más explicaciones.
Si hubiera tenido comida en la boca la hubiera escupido. Por eso el parecido, por eso lo trata tan informal.
- ¿Cuáles son tus flores favoritas? -le pregunto.
Él lo piensa como si nunca se lo hubieran preguntado.
-Las dalias negras supongo, ¿y las tuyas?
Las dalias negras no me parecen bonitas pero su historia es mi favorita.
-Las rosas.
Él se ríe y me enfado.
- ¿Qué pasa, no me pueden gustar las rosas?
- ¿Hay algo más cliché que eso?
-Primero, son mis gustos, no los tuyos. Segundo, me gustan por su significado.
- ¿El amor? -me pregunta burlón y estoy por lanzarle el cuchillo.
-No, que las cosas pueden ser las más hermosas que has visto, pero si te acercas pueden pincharte.
-Mira, cómo tú. -se ríe.
- ¿Soy la cosa más hermosa que has visto? -me burlo yo ahora de él y rápidamente borra su sonrisa.
-Yo no he dicho eso.
-Lo has dicho. -insisto.
-No, me refería a lo de las espinas...
-Ajá. -lo interrumpo y él simplemente suspira hartándose de mí. Me necesita, cada vez que no intenta matarme me lo demuestra y molestarlo es lo más divertido del mundo.
Puede que estos tres meses no estén tan aburridos.
Después de eso se mantiene en silencio y pide la cuenta mientras yo lo sigo molestando y cada vez se pone más rojo a punto de explotar.
El trayecto a mi apartamento se pasa conmigo hablando sobre libros y él ignorándome.
Cuando llegamos abro la puerta, pero su voz me frena.
- ¿Y a ella, ¿qué le pasa al final? - pregunta sobre el libro que le estaba contando sin despegar su mirada de enfrente.
-Muere. -le respondo. -Buenas noches, Luka.
No me responde así que simplemente voy hacia la entrada y oigo el motor rugir antes de irse.
(...)
Voy camino a su oficina, llevo una camisa de cuello alto y manga larga junto con una falda de tubo con una ligera abertura en la pierna por la mitad del muslo. Se ve elegante y me gusta mucho la verdad.
Seguro a mi jefe le alegra que vaya de negro, pero si voy de negro es porque estoy triste. Si voy de negro, triste. Si voy de rojo, feliz. Si voy de gris, estoy serena. Si voy de verde, positiva. Si uso azul estoy demasiado pensativa. Y si voy de algún otro color no sé qué siento.
Me dirijo hacia el escritorio de la secretaria y me preparo mentalmente para sus comentarios.
-Buenos días, debo entregarle estos papeles al señor Brambilla.
Me mira de arriba abajo como siempre.
-Está ocupado. -me dice y me ignora.
-Creo que no lo ha entendido, estos papeles son importantes, la reunión con los socios está a punto de empezar y necesito entregarle el contrato con las cosas que se requieren para el nuevo proyecto. -le intento explicar, pero ella repite lo mismo.
-Está ocupado.
Paciencia, señor o la mato.
-El señor Brambilla estará ocupado preparando una reunión que requiere estos papeles. -le intento explicar con una paciencia de la que carezco desde que nací.
-Está ocupado. -me dice y ya no lo aguanto.
-Mire, rubita, o me dejas pasar o simplemente paso.
Ella me mira enfadada.
-El señor Brambilla no soporta que entren sin avisar, si quiere ser despedida o algo peor hágalo. Le puedo asegurar que nadie aquí lloraría por su ida.
-Se lo advertí. -la señalo y salgo corriendo hacia el despacho con los pales en la mano.
- ¡Vuelva aquí ahora mismo! - la oigo gritar, pero yo sigo corriendo y abro rápidamente la puerta de la oficina cerrándola detrás de mí.
-Mi hermano ha dicho que nadie puede interrumpir. -oigo una voz seria y veo a 4 hombres o gigantes, depende desde que altura los mires, mirándome serios, excepto uno de ojos castaños y pelo moreno que me mira con una sonrisa amigable, pero quien acapara mi atención es el ojiazul de pelo azabache que me mira con la misma perplejidad que yo.
No puede ser él, joder.
Nos volveremos a ver, algún día, Amore.
-Ka... -empieza a decir.
-¡¡¡NO!!! -grito y él me mira como si no fuera real.
- ¿Os conocéis? -oigo preguntar a uno de ellos, pero nosotros no despegamos la vista del otro.
-No.
-Sí. -respondemos al unísono.
Él está a punto de abrir la boca, pero lo interrumpo.
- ¿Podemos hablar fuera un momento? -le digo suplicándole con la mirada.
Él asiente sin dejar de mirarme, como si en algún momento fuera a desaparecer.
Dejo rápidamente los papeles en la mesa sin mirar a nadie saliendo de la habitación oyendo sus pasos siguiéndome más los murmullos de los otros dos hombres.
Camino hacia mi despacho y lo tomo del codo metiéndolo adentro.
Cierro la puerta y nos miramos.
-Alessandro...
-Katherina...
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PELIGRO (Borrador)
RomanceUna bailarina. El jefe de la mafia italiana. Una relación falsa. Y muchos enemigos.