Capitulo II

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La reunión en el salón del trono del Olimpo había terminado, dejando un silencio denso y cargado de expectativas. Las miradas de los dioses se cruzaban, llenas de incertidumbre, de duda, pero también de una pizca de esperanza. Atenea, la joven diosa de la sabiduría y la guerra, había sido decretada como la nueva reina del Olimpo, una decisión que dividía a los dioses en dos bandos.

Hestia, con una sonrisa cálida, se acercó a Atenea. -No te preocupes, sobrina mía-dijo, su voz suave como el susurro del viento. -Serás una gran reina. Tienes la sagacidad de un águila y la nobleza de un corcel-

Atenea sintió un reconfortante calor invadirla, como un rayo de sol en medio de una tormenta. "Gracias, Hestia," dijo, su voz llena de gratitud. "Significa mucho para mí tu apoyo."

-Eres fuerte, Atenea-agregó Artemisa, con un gesto de admiración. -Sabes lo que quieres y no te dejas intimidar por nada.-

Atenea sonrió a su hermana, agradeciendo su apoyo. A pesar de la tensión palpable en el Olimpo, sentía un halo de esperanza. Estaba rodeada por algunos de los dioses más poderosos, y su apoyo era un bálsamo para su alma.

Mientras los dioses se dispersaban, la suave Hestia y la fértil Deméter se acercaron a Atenea. -Es hora de comenzar los preparativos para tu coronación," dijo Hestia con una sonrisa. -Tenemos mucho trabajo por hacer.-

Atenea asintió, y un ligero escalofrío recorrió su cuerpo. La idea de ser reina era abrumadora, pero también emocionante. Estaba lista para asumir la responsabilidad, para liderar a los dioses hacia un futuro incierto.

En la sala del trono, algunos dioses se regocijaban con el nombramiento de Atenea, mientras que otros simplemente expresaban su descontento. Ares, con una mueca de desagrado, se dirigió a Afrodita. -No entiendo por qué Zeus ha dejado todo en manos de una niña. El Olimpo está en peligro, y ella no tiene la experiencia para liderarnos.-

Afrodita, con un suspiro y respondió entre risas -Pues mira la parte buena amorcito ,seguro Atenea tendrá que cumplir los deberes maritales de Zeus y Hera por fin dejará de estar tan amargada -

Todos los dioses presentes en la sala del trono se carcajearon fuertemente por varios minutos .La diosa del matrimonio simplemente se limitó a bufarse del comentario

Los dioses continuaron discutiendo entre sí, Atenea se dirigió a uno de los balcones majestuosos del Olimpo, con la esperanza de encontrar un poco de paz. Pero allí estaba Hera, con la mirada llena de furia, mirando al horizonte.
-Atenea-dijo Hera, su voz llena de amargura, "no esperaba verte tan pronto en este lugar."

Atenea se acercó a Hera, con un tono firme y decidido. -Hera, yo no quería este puesto. Pero Zeus me lo ha encomendado, y haré todo lo que esté a mi alcance para ser una reina digna del Olimpo-

-No eres Zeus, niña-dijo Hera con desdén. -El Olimpo no te pertenece. Eres solo una niña jugando a ser reina.-

Atenea, sin inmutarse por las palabras de Hera, respondió: -Yo no busco el poder, Hera. Busco proteger al Olimpo, al igual que tú. Zeus me ha confiado esta responsabilidad , y debo cumplirla.-

Si tan solo hubieras dedicado menos a la guerra y a ayudar a los míseros mortales-dijo Hera, su tono ligeramente más conciliador. -Quizás hubieras aprendido a ser reina.-

-Hera-dijo Atenea, su voz llena de comprensión, "yo sé que esto es difícil para ti. Eres la reina de los dioses, y ahora yo ocupo ese lugar. Pero confío en que podemos trabajar juntas para sacar a flote al Olimpo -

-No estoy segura de que eso sea posible, Atenea-dijo Hera, su voz llena de duda. -He dedicado mi vida a ser la reina de los dioses, a guiar a este hogar, y ahora, de repente, todo ha cambiado. Es difícil aceptar que alguien más tome mi lugar.-

Atenea la observó con compasión. -Entiendo lo que sientes, Hera. Es natural sentir miedo a lo desconocido, a perder el control. Pero yo te aseguro que no pretendo reemplazarte. Quiero aprender de tu experiencia y seas una guía para mi .-

Hera, con un gesto de incredulidad, levantó una ceja. -¿Crees que puedo confiar en ti? En una niña que no entiende la responsabilidad de gobernar un mundo de dioses-

Atenea la miró a los ojos, su mirada llena de determinación. "Te he demostrado que soy digna de tu confianza, Hera. He demostrado que tengo la sabiduría, el coraje y la fuerza necesaria para proteger al Olimpo. No me voy a dejar llevar por el poder, no me voy a dejar corromper. Mi objetivo es proteger a este hogar, a nuestro hogar, y para eso, necesito tu apoyo."

"No sé si puedo confiar en ti," dijo Hera con una voz áspera. "He sido la reina durante tantos años. He luchado contra la sombra de tu padre, he soportado sus infidelidades, he tenido que aguantar sus innumerables hijos bastardos. He sido la verdadera reina de este hogar, no una simple hija favorecida."

Atenea sintió un escalofrío de comprensión. Hera, con sus años de reinado, había vivido bajo la sombra de Zeus, luchando contra sus caprichos y sus infidelidades. No era fácil ser la reina de los dioses, especialmente cuando tu esposo no era el más fiel de los amantes.

-Entiendo tu dolor, Hera-dijo Atenea con compasión.

Hera se quedó en silencio, sus ojos llenos de un dolor reprimido. -Los verdaderos herederos del Olimpo son mis hijos-dijo finalmente, con un tono amargo. -Son los frutos de mi unión con Zeus, los que deberían estar gobernando.-

Hera se quedó pensando por un momento, observando a Atenea.

-Soy la hija de Zeus-dijo Atenea, con un tono de firmeza. -Pero no me he limitado a vivir bajo la sombra de mi padre. He luchado contra monstruos, he dirigido inmensos ejércitos, he peleado las guerras más crueles contra los más peligrosos titanes. No he sido una simple favorecida .He ganado mi lugar en el Olimpo con mi propia fuerza, con mi propia inteligencia y con mi propia valentía."

Hera frunció el ceño, su mirada llena de desconfianza. "¿Crees que esas hazañas te dan derecho al trono?"

-No creo que me dé derecho al trono-respondió Atenea con un tono calmado. -Pero creo que me hacen digna de ocuparlo. No he sido una simple espectadora, he sido parte del tejido de la historia del Olimpo.-

Hera se quedó en silencio, contemplando las palabras de Atenea. La diosa de la sabiduría había tocado un nervio sensible. Aunque las palabras de Atenea eran ciertas, Hera no podía evitar sentir un resentimiento hacia la hija de Zeus, una hija que parecía haber nacido con un destino de grandeza, mientras que ella había tenido que luchar por cada paso en su camino .

-No estoy segura de que entiendas lo que significa ser la reina de los dioses, Atenea-dijo Hera finalmente, con un tono ligeramente más conciliador. -Es un peso pesado, un deber que exige sacrificio y fortaleza. No es solo un juego de ajedrez, donde puedes mover tus piezas y ganar o perder.-

-Lo sé, Hera-respondió Atenea con un tono sincero. -No soy ingenua .Sé que hay mucho en juego.-Pero toda mi vida he sobrepasado los desafíos ,tengo la suficiente fuerza y capacidad para demostrarle a ti y a todos lo más que suficiente que soy para ser reina -

-Espero que tengas razón, Atenea,-dijo Hera con un suspiro. -Pero no olvides que el Olimpo no es solo una batalla, es también un hogar. Un hogar que debe ser cuidado, protegido y amado. No olvides las relaciones que nos unen, las alianzas que debemos fortalecer, los lazos que debemos cuidar.-

Atenea asintió, su mirada llena de comprensión. -No lo olvidaré, Hera. Te aseguro que no lo olvidaré.-

La conversación terminó, y Atenea regresó al salón del trono, con un corazón lleno de esperanza. A pesar de la furia de Hera, sentía que había dado un primer paso hacia la construcción de una nueva relación.

El precio del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora