Capítulo VII

67 11 13
                                    

El aire en la fragua de Hefesto era denso, cargado con el olor a metal caliente y el aroma espectral de la lava que emanaba del volcán Etna. La luz anaranjada, casi incandescente, que emanaba del horno, proyectaba sombras danzantes sobre las paredes de la forja, donde las herramientas de hierro y bronce parecían respirar bajo el calor.

Atenea cruzó el umbral de la fragua, dejando atrás el aire fresco del Olimpo. Sus ojos, penetrantes como la mirada de un águila, se posaron en el espectáculo que tenía ante ella.

En el centro Hefesto, el dios de la forja, la esperaba. Su cuerpo, encorvado y marcado por el fuego, emanaba una energía salvaje. En sus manos, sostenía una armadura completa, hecha de oro puro, con intrincados grabados que representaban las hazañas de Atenea. Cada placa de la armadura brillaba con una luz propia, como si la luz del horno se reflejara en su superficie.

—¡Atenea! —exclamó Hefesto al verla, dejando caer su martillo. — ¡Qué alegría verte! Me haces muy feliz cada vez que visitas mi fragua –
La sinceridad en su voz hizo que el corazón de Atenea se llenara de calidez. Hefesto siempre había sido un amigo leal, y su apoyo significaba más de lo que podía expresar.

—Gracias, Hefesto —respondió Atenea con una sonrisa

—Te tengo un regalo —dijo Hefesto, cambiando el tono de la conversación —Una armadura nueva, hecha especialmente para ti.–

La diosa sintió un torrente de emoción al escuchar esto. Hefesto levantó la armadura terminada. Brillaba con una luz casi divina, y los grabados parecían cobrar vida al ser iluminados por las llamas del fuego.

—Pruébala —invitó Hefesto con entusiasmo.

Atenea se colocó la armadura sobre sus ropas, sintiendo cómo se adaptaba perfectamente a su cuerpo. Era ligera pero resistente, un símbolo tangible de su poder y responsabilidad. Al mirarse en un espejo cercano, vio no solo su reflejo sino también la imagen de una líder

—Es magnífica,gracias mi buen amigo  —dijo Atenea con gratitud .Es la mejor armadura que he tenido."
—He venido  también a solicitar tu ayuda. Necesito más rayos de Zeus, pero no solo eso; quiero que sean más poderosos, capaces de enfrentar cualquier amenaza que se avecine–

Hefesto asintió, comprendiendo la urgencia detrás de sus palabras. Se acercó a una mesa llena de materiales brillantes y comenzó a seleccionar los mejores metales: oro, plata y una mezcla especial de minerales que había descubierto en sus exploraciones. Mientras trabajaba, Atenea observó cómo su destreza transformaba el metal en algo extraordinario.

—He escuchado rumores inquietantes —dijo Hefesto

–Odiseo me contó sobre los ataques misteriosos y los rastros de magia antigua. ¿Sabes algo al respecto?– preguntó una interesada Atenea

Hefesto se quedó en silencio por un momento, su rostro se ensombreció con un aura de preocupación

–Atenea, ¿crees que esto tenga algo que ver con la desaparición de Zeus? Entre los rumores han dicho que se han visto cosas raras en los bosques de Tesalia,magia muy oscura que se esconde entre las sombras – le dijo con voz grave el dios herrero

–¿Los centauros te han dicho algo? Ellos son los únicos suficientemente inteligentes como para captar información – preguntó Atenea

–Los cíclopes no saben mucho,lo que te he dicho nada más –respondió tristemente Hefesto

Atenea sintió un nudo en el estómago. La desaparición de Zeus, los ataques misteriosos y la magia antigua. Era un puzzle complejo que amenazaba el equilibrio del Olimpo.

Hefesto, aprovechando la situación, se acercó a Atenea con una mirada de súplica. Sus manos, endurecidas por el trabajo de la forja, se aferraron a los bordes de la plataforma como si buscaran apoyo para sus palabras.

–Atenea, necesito tu ayuda. Llevo mucho tiempo pensando en esto y no puedo más. Quiero divorciarme de Afrodita. Ella no me ama , nunca me ha amado. Solo siempre he recibido su desprecio como un perro callejero , su burla y la del tonto de Ares .No aguanto más ,no merezco esto – Hefesto le decía a Atenea mientras estaba al borde de las lágrimas

Atenea se sorprendió por la súplica de Hefesto. Aunque ella sabía del tipo de relación que siempre había mantenido con Afrodita ,le sorprendía un poco que hubiese dado el paso de divorciarse de ella

–Hefesto, entiendo tu dolor. ¿Por qué no me lo dijiste antes?– preguntó la comprensiva diosa

Con la mirada llena de tristeza,el artista de miles de creaciones de oro ,acero y bronce ,habló a la diosa casi en un hilo de voz

–Sabía que el consejo no lo aceptaría fácilmente, pero ahora... ahora que eres la nueva soberana ,sé que puedes ayudarme. Quiero estar casado con alguien que realmente me ame–

Las palabras de Hefesto resonaron en el corazón de Atenea. Sabía que era cierto antiguamente no lo hubiesen dejado y menos siendo Hera la reina .

–Hefesto, voy a presentar tu petición al consejo de los dioses. Sé que será difícil, pero juntos lo lograremos,ya verás .Serás libre de casarte con alguien que verdaderamente haga palpitar más rápido tu corazón – intentó calmar con toda seguridad al dios

Gracias, Atenea. No sé qué haría sin tu ayuda.–le dijo Hefesto mientras tenía su rostro lleno de lágrimas , tomaba de la mano a su amiga
La diosa sonrió al herrero de los dioses y compartieron un abrazo fraternal
Atenea se despidió del herrero , con la imagen de la nueva armadura grabada en su mente. Sin embargo, no podía dejar de pensar en el deseo de Hefesto y en el misterio de la magia antigua en los bosques de Tesalia. Sabía que tendría que investigar, que tendría que encontrar respuestas. La seguridad del Olimpo y el destino de Zeus dependían de ella,no había tiempo que perder .

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

No olviden dejar sus votos y sugerencias .Encantada siempre de leerlas 💞💞💞💞

El precio del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora