La habitación de Enrique era muy ordenada. Al menos la parte que le correspondía.
Había una litera y, por lo que notaba, el aroma de su amigo estaba en la cama de abajo. Aparte, parecía tener un roomie también alfa, pero el aroma de ese se le hacía algo picante y desagradable.
Enrique preparó un café con leche para cada uno y se acercó al escritorio pegado a la pared. Daniel, algo nervioso, tomó su taza y aunque quisiera retomar la lectura simplemente no podía concentrarse.
—¿Todo bien? —preguntó Enrique al sentarse a su lado.
Daniel fingió que sí subiendo y bajando el mentón.
¿¡Cómo terminó metiéndose ahí?!
Vayamos unos minutos más atrás.
La biblioteca de la facultad de primero era terriblemente silenciosa. Tanto así que después de salir de clases, Daniel dudó si sería buena idea encontrarse justo allí para estudiar con Enrique. Estaba seguro de que su amigo ni siquiera podría explicarle algo en voz baja ya que se sentirían perseguidos por el más mínimo ruido.
Al recibir un mensaje de Enrique diciendo que ya había llegado al campus, Daniel se decidió y le dijo que lo esperara en la entrada pues lo iría a buscar.
Cuando llegó con el alfa, este lo recibió con la sonrisa de siempre y la costumbre argentina que tenía la gente cercana de saludarse juntando mejilla con mejilla sonando un beso al aire.
—¿Cómo te fue hoy? ¿Tranquilo?
—Sí, solo hicimos repaso de lo de la clase anterior. Ah, cierto, te iba a decir —Daniel hizo una mueca de conflicto—. Perdón, ya sé que te dije que podíamos estudiar juntos en la biblioteca, pero es demasiado silenciosa. No creo que podamos estudiar mucho, seguro molestaríamos a otros estudiantes si hablamos.
—Oh, ¿y si hablamos bajito?
—Lo pensé, pero sería una paja estar todo el rato susurrando.
Enrique escuchó comprensivo y asintió la cabeza. Luego se encogió de hombros.
—¿Tienes pensado dónde podemos ir?
Daniel negó, sintiéndose mal por haber hecho venir a Enrique hasta el campus justo el día en el que él no cursaba.
—Podemos ir a la cafetería, pero, ehm... —Le daba vergüenza decirlo—. Tengo que cargar la SUBE y por ahí no me alcance después...
Enrique alzó las cejas y sonrió sin mucho problema.
—Tranquilo... ¿Quieres venir a mi habitación? Suelo tomar el bus, pero la verdad es que son solo unas diez calles caminando.
—¿Preferís gastar el pasaje a caminar diez cuadras? —Daniel rio, pero de pronto se congeló considerando lo primero—. ¿A tu qué?
—La residencia es mixta, así que no hay problema con que vengas —agregó el alfa ensanchando su sonrisa.
Y Daniel, sin poderse negar por ya haberlo molestado demasiado, aceptó caminar a su lado.
Ahora, en su habitación, no podía evitar distraerse. No era por los aromas —podía sentirse seguro, ya que parecía que por fin se estaba acostumbrando a los supresores—, sino que el mismo cuarto se le hacía lo más parecido a lo que imaginaba de un hotel o algo de lujo.
Y no es que la habitación fuera extravagante, simplemente no era como donde Daniel dormía. No, lo suyo ni siquiera era un cuarto entero, era una mitad compartida con su hermana melliza donde todo era sumamente apretado y en la otra mitad estaba su papá.
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Ojitos de sol no deberían llorar • [BL/Omegaverse]
RomanceLuego de un incidente con su celo, Daniel (un omega estudiante universitario argentino) debe acostumbrarse a sus nuevos supresores más potentes, cambios de humor y los restos sensibles de su calor. Sin embargo, su alteración hormonal continúa, pues...