The Thread Of Destiny [Rafayel]

Afternoon Arclights

Afternoon Arclights:

Fueron varios minutos los que tardé en abrir la puerta del estudio de Rafayel.

Tenía que aprender a decir que "no".

Pero cuando Phoebe me visitó para decirme que estaba muy preocupada por Rafayel, que no contestaba las llamadas, no me quedó más remedio que venir a comprobarlo.

¿Por qué tenía que ser tan antisocial?

Las personas que permitía en su círculo íntimo estaban ocupadas, y al parecer, yo le agradaba lo suficiente como para permitirme ser su niñera.

Marqué por última vez el número de Rafayel, pero la respuesta fue la misma.

— Lo siento, el número que marcaste no está de humor para llamadas telefónicas. Por favor, inténtalo más tarde.

Finalmente, entré en su casa, con la llave que Phoebe me confió, o mejor dicho, arrojó como si fuera una papa caliente que ya no quería. El estudio estaba en penumbra, con cortinas gruesas que bloqueaban la luz del día. El aire estaba impregnado del olor a pintura y trementina.

Rafayel estaba dormido en el sillón de la sala. A su alrededor, había pinceles y tubos de pintura esparcidos descuidadamente sobre mesas y el suelo, evidenciando su último frenesí creativo, sin contar cajas de cartón y hojas de dibujo.

Me acerqué a una distancia prudente, dudando si debía despertarlo.

— Eh, ¿Rafayel? —le dije en voz baja, temiendo alterar su sueño.

Abrió un ojo perezosamente, apenas girando la cabeza en mi dirección. Me aclaré la garganta, cambiando mi peso de un pie al otro, sintiendo la tensión en mis hombros.

—¿Estás muy enojado? —pregunté tímida, mi voz temblando ligeramente.

El problema podría ser yo; sabía que no debía venir. Mi mente comenzó a imaginar todas las formas en las que podría haberme equivocado al venir sin aviso previo.

—¿Quién...? Oh, es demasiado temprano... —se quejó somnoliento, arrastrando las palabras. Sus párpados pesados se cerraron nuevamente.

Los nervios me asaltaron. No sabía si Rafayel estaba fingiendo demencia o realmente estaba enfadado. Suspiré, tratando de calmar el latido acelerado de mi corazón.

Juegos mentales con el famoso pintor Rafayel.

—¿No es muy temprano para tomar una siesta? —opté por decir, en lugar de disculparme directamente. La luz tenue de la habitación hacía que su figura se viera casi etérea, una obra de arte en sí misma.

Rafayel se estiró perezosamente, dejando escapar un suspiro profundo.

—No recuerdo cuándo dormí por última vez. Mi ciclo de sueño ha estado alterado últimamente. —Su voz sonaba más despierta ahora, pero aún cargada de una fatiga palpable—. ¿Por qué no me dijiste que vendrías?

—Bueno, no contestabas las llamadas, es por eso que estoy aquí. Phoebe estaba preocupada, me dijo que viniera a comprobarte.

Se giró en el sillón, dándome la espalda con un gesto deliberado, sus movimientos lentos y pesados.

—Así que saliste de tu encierro autoimpuesto por la señorita guardaespaldas y no porque estuvieras preocupada por mí.

Hice una mueca ante su tono de despecho. Decidí que era mejor cambiar de tema. Observé a mi alrededor, notando los detalles de su espacio de trabajo: los lienzos inacabados apoyados contra las paredes, algunos de ellos apenas comenzados, papeles arrugado y estirados por doquier.