Myths

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Myths.

El distrito antiguo de Linkon era donde estaba ubicado mi departamento, en el agradable piso trece. No era lujoso ni moderno, pero la renta era barata y bien protegido de los Warenders. Una encantadora pastelería en la vuelta de la esquina era mi refugio en los días ajetreados o llenos de dramas, que últimamente eran casi todos los días.

—¿Nina? ¡Qué coincidencia! Eres justo lo que necesitaba.

Ah, ¿no podía tener un día de descanso?

Rafayel se encontraba en la esquina que tenía que cruzar para llegar a mi dulce hogar. No parecía el lugar habitual que alguien como él frecuentaría.

—¿Uh, Rafayel?

Me concedió una sonrisa de dientes blancos, sus ojos azules con reflejos rosados me observaban brillantes.

—Me muero de sed, ¿podrías ser mi heroína y ayudar a este pobre pez a no morir?

Solté un suspiro de cansancio, sintiendo mis hombros hundirse con un peso invisible, ya sentía una dolorosa tension en el cuello.

—Creo que hay una máquina expendedora por aquí, déjame traerte algo. —le dije con la voz monótona, acostumbrada a ser la sirvienta de los intereses amorosos de este retorcido juego.

Luego de un rato eligiendo algo para que bebiera, Rafayel me lo arrebató de las manos sin agradecerme el esfuerzo ni el gasto de mis monedas.

Agh.

—¡Por fin! Por un momento pensé que me iba a morir de sed.—gimoteo como un niño.

—Sí, qué bueno que estaba por los alrededores.—Le dije mirándome las uñas mordidas, fingiendo desinterés, esperando a que se aburriera de mí y se fuera. No podía lidiar con su brillante personalidad o su deslumbrante belleza en esos momentos.

—Eres toda una heroína, mi heroína personal. —dijo haciéndome un gesto burlón con la lata de soda. —Te debo mi vida.

Otro suspiro se me escapó. Quería irme. Pero Rafayel no pensaba igual.

—Ayer terminé un cuadro. Así que decidí dar un paseo para relajarme y tomar aire fresco.

Rayos, si empezaba a hablar de su día, me tendría atrapada con él por mucho tiempo. Al ver mi cara de pocos amigos, cerró los ojos divertido antes de ensanchar su sonrisa tonta. Mis ojos se quemaban ante tanta belleza. ¿No podía ponerse una bolsa de papel en el rostro? Por el bien de la humanidad y eso.

—Vamos, charlemos un rato. ¿Un paseo por el callejón, tal vez?

Tenía malos recuerdos de los callejones, pensé con la mano sobre la garganta, tragándome las imágenes sangrientas.

—Paso, si vas a relajarte no soy la compañía adecuada.

A no ser, claro, que necesitara un respiro de risa. Era una experta en quedar como una payasa.

Ah, este no es un buen dia. Me dije con desanimó. No importo cuanto intentara dormir, no lo conseguía, por lo que estaba mas cansada que de costumbre.

—Bueno, mi aplicación de pago móvil no funciona. Probablemente ni siquiera regresaré a casa si me dejas aquí. Como eres una buena persona que le gusta salvar almas en desgracia, no puedes abandonarme.

Apreté los labios, nada de eso me halagaba. Lo que menos me gustaba era eso de gastar dinero.

Ese era mío y no lo compartía con nadie. Por muy guapo que fuera quien quisiera gastárselo.

The Thread Of Destiny [Rafayel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora