Scorching Rain

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Scorching Rain

—¡Ta-dah! —canturreó Rafayel con un tono travieso, casi infantil. ofreciéndome un cono de helado con dos bolas coloridas: fresa y pistacho—. No hay nada mejor que algo refrescante para subir el animo, ¿no crees?

Sus cabellos lilas bailaban con el viento marino.

Le lance una mirada pensativa a su propio cono, que tenía tres bolas de helado, luego la que me ofrecía, pasando de una mano a la otra.

Qué tacaño.

Pero era gratis. No podía quejarme.

Extendí la mano para tomarlo, pero él retrocedió con una expresión traviesa, escondiéndolo tras su espalda.

Ladeo la cabeza con inocencia.

—¿Me dirás por qué tienes esa cara, señorita? —preguntó, arqueando una elegante ceja.— Si contestas puede que te de tu premio.

Un poco frustrada mire a mi alrededor, abrazando mis hombros con fuerza ante la fría brisa salada de la noche. No quería hablar del tema. ¿Que le decía?

"La mujer que amas posiblemente es un clon"

No. Definitivamente no quería arder por sus llamas.

Nunca me creería. Lo que sea que sentía por MC rosaba la obsesión. Lo volvía ciego, sordo y mudo.

Digo, por algo todo su pueblo se condeno por su amor.

—Es la única que tengo. Lo siento si no te gusta o si esperabas a otra persona.— me sorprendió el tono mordaz con que deje caer el comentario.

Él arqueó una de sus perfectas cejas.

Lejos de ofenderse, mis palabras parecieron divertirlo. Una chispa rosa destelló en sus ojos, iluminando sus iris azules con una combinación de tonos preciosos, casi hipnóticos. Por alguna razón, eso me hizo sentir incómoda.

Retorciendo las manos en mi regazo, trague saliva.

De pronto, hacia calor.

— ¿Quién dijo que no me gusta? —respondió con ligereza, burlón, mientras se sentaba en la banca blanca frente al mirador—. Es refrescante ver cómo frunces el ceño, ¿sabes? —Me extendió su cono de tres bolas, mientras él lamía el que inicialmente me había ofrecido, su mirada perdida en las estrellas que titilaban sobre nuestras cabezas. La brisa marina me despeinaba, llevándose mechones sueltos de mi cabello—. Prefiero eso a esas sonrisas que no sientes. Son un poco... escalofriantes.

—¿Escalofriantes? —pregunté, insegura de si quería saber más, pero curiosa por lo que pensaba de mi.

—Ajá. Sonríes mucho cuando estás triste, nerviosa o cuando no sabes qué hacer. Me pregunto... ¿por qué? —su voz sonaba genuinamente curiosa.

Demasiado para mi gusto.

—No lo sé —respondí, encogiéndome de hombros mientras empezaba a comer el helado antes de que se derritiera.

Él solo hizo un pequeño sonido de asentimiento, como si mi respuesta le bastara. El silencio que siguió fue agradable.

Mi mente, siempre estaba llena de pensamientos, pero en ese momento se encontraba en un reconfortante vacío.

Un respiro de la angustia que solía sentir.

—Bien, es hora de ir a casa —anunció de repente, poniéndose de pie con un aire dramático—. No queremos que te conviertas en calabaza a medianoche.

—Ja, ja, muy gracioso —resoplé, haciéndole una mueca maleducada que, para mi consternación, él celebró con exagerados aplausos.

—¡Bravo! —exclamó—. ¿Ves? Esa es la verdadera Nina. No la señorita sonrisas escalofriantes.

The Thread Of Destiny [Rafayel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora