cuarto capitulo La irá y la frustración

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La lucha por la esperanza se había convertido en una batalla diaria para mí. Cada mañana me levantaba con la sensación de que estaba en una guerra contra mí mismo. La melancolía me envolvía como una nube oscura que no me dejaba ver la luz del sol.

Me había convertido en un hombre amargado y enojado, siempre dispuesto a luchar contra el mundo. Pero la verdad era que estaba luchando contra mí mismo.

Un día, mientras estaba en mi consultorio, tratando de encontrar la motivación para seguir adelante, recibí una llamada telefónica. Era una vieja conocida, alguien que había sido amiga mía en el pasado.

Pero al reconocer la voz al otro lado de la línea, me sentí invadido por la ira y la frustración. No podía creer que esa mujer tuviera el valor de llamarme después de todo lo que había pasado.

Con un movimiento brusco, aventé el teléfono a la pared y lo rompí en mil pedazos. La ira me había consumido y no podía controlarla.

Ahora estaba solo, rodeado de los pedazos de mi teléfono y de mi vida. La melancolía me había ganado y no sabía si podría salir de ese pozo oscuro.

Pero algo dentro de mí me decía que no podía rendirme. Que tenía que seguir adelante, no importaba lo difícil que fuera. Así que me levanté, recogí los pedazos de mi teléfono y me fui a buscar un nuevo comienzo.

El Anestesista del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora