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—No me lo dijo.

La voz de Ali llama mi atención, haciéndome apartar los ojos del jardín para girarme y verlo a la cara.

El enojo brilla en sus ojos, la curiosidad mezclada entre este primer sentimiento. Pero al mismo tiempo su cuerpo parece tranquilo, como si intentara demostrar que no está indignado conmigo.

—¿Decirte qué?—pregunto aunque sé la respuesta.

—Que el hijo de Maximilian estaba trabajando con Romanov. —Da un paso hacia mi y yo me recuesto contra el borde de la baranda del balcón, cruzándome de brazos—. ¿Quién le dió esa información?

Casi río. «¿Quién me la dió? Como si necesitara de alguien para conseguir la maldita información que deseo»

—Yo la conseguí—contesto—. ¿Crees que mientras estuve en la FEMF no tenía un ojo sobre la pirámide?—Bufo—. Por favor, Ali. Hay mucha información de la que ustedes aún no están ni cerca de enterarse.

La FEMF suele estar un paso adelante. Hay tantos infiltrados en sus filas que la mafia no puede identificarlos a todos.

La información va y viene todo el tiempo.

—¿Y cuál es esa información?—cuestiona.

—No te incumbe. —Chasqueo la lengua—. Ya lo discutiré con Antoni cuando él regrese.

Frunce el ceño, me mira como si algo en mis palabras no terminara de convencerlo y eso me hace decir:

»Los niños lo extrañan. Quizás debería... organizar un escape de una maldita vez. —Exhalo, girando mi rostro hacia el jardín—. O llevarlos a Londres. —Frunzo el ceño y niego—. No, eso es demasiado arriesgado. No pienso entregar sus vidas en bandeja de plata.

El silencio reina.

No miento. En parte. No voy a cometer el error de llevar a los niños a un lugar donde los ponga en riesgo. Porque por mucho que quiera destruir a Antoni, ya he decidido que yo me haré cargo de ellos.

—El líder sabe lo que hace. —Es su respuesta—. Si sale de ahí, lo hará cuando lo crea adecuado y no necesita de su ayuda para ello. —Calla por unos segundos—. Los niños lo verán en algún momento y usted también—las últimas palabras son un gruñido—, debe tener paciencia.

Asiento, levantándome y girándome por completo, esta vez apoyando mis manos en la baranda.

Mis ojos recorren el lugar, notando a los Halcones que se pasean de aquí a allá como vigilancia. El perímetro está cubierto, no hay drones ni cambios que adviertan algún tipo de vigilancia exterior.

—¿Ali?—lo llamo.

—¿Si, señora?

—¿Cómo lo hiciste?—pregunto, mirando sobre mi hombro para encontrar su intensa mirada sobre mi. «Tan intensa y profunda que incluso consigue generarme curiosidad»

—¿Qué cosa?—Ahora luce fastidiado.

—Perdonar a Antoni—suelto el comentario que lo toma desprevenido—. ¿Cómo lograste perdonarlo después de... ya sabes, que asesinara a tu hermana? ¿Cómo te quitas ese... rencor?

—Creí que lo amaba—gruñe.

—Oh, lo hago. —Respiro profundo—. Pero en el fondo... aún siento enojo hacia él por lo que me hizo en el pasado. Por lo que permitió que pasara.

Él simplemente se queda mirándome en silencio, pareciendo petrificado, sorprendido y enojado a partes iguales. Como si hubiera logrado exactamente mi objetivo al desestabilizarlo y obligarlo a mostrarme su verdadera cara.

Thorns of a Love [Ali Mahala]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora