ÁmbarLa casa estaba en silencio, salvo por el suave murmullo de la chimenea y el ocasional crujido de los muebles. La confrontación con Tomás había dejado una marca profunda en todos nosotros, y la calma tensa que ahora reinaba en la casa solo hacía más evidente la gravedad de lo que había sucedido. La noche estaba avanzada y todos estaban cansados, pero no podía evitar sentirme inquieta, con la mente en constante movimiento.
Me senté en el borde de la cama de invitado, tratando de ordenar mis pensamientos mientras miraba al frente. Mateo había sido mi salvación en el momento justo, y la forma en que se había interpuesto entre Tomás y yo me había dejado sin palabras. Había una mezcla de gratitud y confusión en mi interior, y no podía sacudirme la sensación de que las cosas estaban a punto de cambiar de una manera que no podía prever.
Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana, dejando que la fría brisa nocturna me diera algo de claridad. Mi mente seguía girando en torno a lo que Tomás podría hacer a continuación. Sabía que su ira no se calmaría fácilmente y que, aunque hoy se había ido, no era seguro pensar que se iría para siempre. Su comportamiento había sido impredecible y violento, y eso me asustaba profundamente.
De repente, escuché un suave golpe en la puerta. Me di la vuelta rápidamente, mi corazón latiendo con fuerza. Esperaba que fuera Mateo o incluso Tiago, preocupados por cómo me sentía. Al abrir la puerta, me encontré con Mateo, que estaba parado en el umbral, su expresión seria pero amable.
—¿Todo bien? —preguntó, con un tono que intentaba ser tranquilizador.
—Sí, solo... tratando de calmarme —respondí, sintiendo cómo mi voz temblaba un poco. —No puedo dejar de pensar en lo que pasó.
Mateo asintió, comprendiendo sin necesidad de palabras adicionales. Se acercó y se sentó en la silla cercana, dejando que el silencio llenara el espacio entre nosotros por un momento. No era incómodo; era una calma compartida, una quietud después de la tormenta.
—Lo que hiciste esta noche... —empecé a decir, pero no supe cómo continuar. —No sé cómo agradecerte.
—No necesitas hacerlo —dijo Mateo, con una sonrisa que intentaba ser reconfortante. —Solo hice lo que cualquiera haría en mi lugar. No podía dejar que te lastimaran.
El gesto de Mateo, su disposición a poner en riesgo su propio bienestar por mí, me conmovió profundamente. Aunque había algo en su presencia que me hacía sentir segura, también había una tensión subyacente que no podía ignorar. La noche había sido intensa, y esa cercanía que había sentido cuando estábamos en el baño seguía pesando en el aire.
—Gracias —dije de nuevo, esta vez con más convicción. —Lo que pasó me ha hecho darme cuenta de muchas cosas.
Mateo inclinó la cabeza ligeramente, como si estuviera esperando a escuchar más. Me sentía abrumada, pero sabía que necesitaba hablar. Las emociones que había estado reprimiendo necesitaban salir de alguna manera.
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IKIGAI
FanfictionIKIGAI.- lo que le da el significado y alegría a tu vida; la razón por la que te levantas cada mañana. Donde Ámbar, más conocida como, Ambix, logra ver que no todos los amores son iguales a los de sus padres y sus parejas. Donde Trueno, le enseña...