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Ámbar

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Ámbar

El comunicado que Mateo había publicado en sus redes sociales ayudó a calmar las aguas durante un tiempo, pero, como todo en internet, la paz no duró mucho. Aunque el comunicado había aclarado algunos puntos, las especulaciones no se detuvieron. Los rumores seguían alimentando las redes sociales y las comparaciones con su ex, Nicki Nicole, se volvieron más intensas. Aunque Mateo intentaba que esto no me afectara, la verdad era que me sentía cada vez más atrapada en esta situación.

Desde que Mateo publicó el comunicado, había un silencio tenso en el aire. Sabía que Tiago, mi hermano, era extremadamente protector conmigo. Su intuición había captado algo en el aire, y aunque no había dicho nada directamente, estaba segura de que sospechaba más de lo que mostraba. Durante los últimos días, sus mensajes y llamadas eran más frecuentes, casi como si estuviera tratando de averiguar algo sin tener que preguntarlo directamente.

Un día, mientras estábamos en casa, Tiago me llamó para salir a dar una vuelta. No era raro que lo hiciéramos, pero había una tensión en su voz que me puso nerviosa. Mientras caminábamos por el barrio, trató de hablarme sobre lo que se estaba diciendo en las redes, pero evadí sus preguntas, intentando no darle más razones para preocuparse.

—Ámbar, sabés que podés confiar en mí, ¿no? —dijo mientras caminábamos por una calle tranquila—. No quiero meterme en tus cosas, pero si hay algo que me estés escondiendo, prefiero saberlo ahora.

—No hay nada, Tiago. Mateo solo me está ayudando, ya lo sabés. La gente habla por hablar —mentí, pero la culpa me mordía por dentro.

Tiago asintió, pero no parecía convencido. Algo en su expresión me decía que no se tragaba mi historia. Sin embargo, no insistió más en ese momento, y la conversación giró hacia otros temas.

Esa noche, cuando volví a la casa de Mateo, lo encontré en el sillón, revisando su teléfono con el ceño fruncido. Pude ver que estaba molesto, probablemente por la cantidad de mensajes que seguía recibiendo desde que publicó el comunicado. Me senté a su lado, y lo miré, preocupada.

—¿Todo bien? —le pregunté, sabiendo que la respuesta sería complicada.

Mateo dejó el teléfono a un lado y suspiró profundamente.

—No podemos seguir así, Ámbar. Es una tortura para vos y para mí. Cada día es más difícil y no quiero que esto te siga afectando —dijo, mirándome con esos ojos llenos de preocupación.

—¿Qué podemos hacer? —pregunté, aunque en el fondo ya sabía la respuesta.

Mateo se tomó un momento antes de contestar, como si estuviera eligiendo con cuidado las palabras correctas.

—Creo que es hora de dejar de esconder lo nuestro. Tiago va a tener que enterarse eventualmente, y no quiero que lo haga por otra persona o por un rumor. Tenemos que ser nosotros quienes le contemos la verdad —dijo con una determinación que me sorprendió.

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⏰ Última actualización: Aug 29 ⏰

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