epílogo

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Los años pasaban, me había casado con Emma. Una chica linda que conocí en mi adolescencia, si me preguntaban que me gustaba de ella... Diría que su cabello rubio, aunque le quedaría bien los ojos de color negro azulado.

Había tenido 3 hijos, el mayor llamado Kenjiro, el del medio llamado Zael... Y la pequeña hakira.

No llevaba una relación estable con mi familia, pero al menos podíamos conversar sin tener discusiones.

Si me hacen elegir entre mis hijos, sin duda elegiría a Kenjiro, él era un chico tan... Tan parecido a alguien, no sabía quien pero llenaba aquel vacío.

Era alguien infantil, molestoso pero tenía buenos sentimientos, luchaba por sus amigos y familia, también le gustaba mucho los dulces, Kenjiro en vez de parecer el mayor parecía el menor.

quien diría que ahora, después de buscar a hakira a su colegio, tuvimos un accidente automovilístico. Donde desgraciadamente hakira murió, y yo estaba en la camilla con grandes dolores.

Escuchaba todo borroso, la voz de Emma llorando y pidiendo varias cosas, nunca me había dado cuenta que el techo del Hospital tenía una puerta... Quería abrir esa puerta, lo deseaba y yo necesitaba  pero era doloroso levantar mi mano para abrir aquella puerta.

Pero, aun así lo hice, la luz llegó a mis ojos tan rápido que recordé todo, Mikey, Mikey, Mikey, Mikey.

—Mikey...ya voy...abrire la puerta— Dije débilmente, mis ojos se cerraban y escuchaba a Emma decir algo de hermano, no me importaba.

Quería ir más allá de la puerta, lo vi... Un niño pequeño en la puerta, delgado y  lloroso, era él... Estaba seguro que era él.

—Mami?...— dijo débilmente aquel niño, lo levante y le di un abrazo, me aferre a él mientras le daba un susurro suave.

—No, ken-chin...te dije que abriría la puerta para poder llegar a tí...— estaba llorando, pronto sentí como el cuerpo del niño cambio, y ahora era un adolescente de baja estatura, Delgado y su cabello rubio...y sus hermosos ojos negros que parecían un abismo sin fin.

—ken-chin... Te estaba esperando, te espere...—  Y yo también espere para poder verte, me aferre a él mientras lloraba.

Escuchaba como varios doctores decían "Perdemos al paciente" pero, no quería volver ahí, al menos quería estar con Mikey en un lugar tranquilo.

—Vamos Mikey, es hora de iniciar una vida tu y yo...te prometo, que en esta y en cien vidas, estaremos juntos...en todas las vidas posibles, estaremos tu y yo...te pareces?— El se reía, extrañaba aquella risa, pero me hacía feliz ver como pronto ibamos hacia no sé dónde, pero estaba con él.

mi pequeño Ángel que me cuido, ahora me toca cuidarte a tí en nuestra próxima vida, prometo que no importa que, como o cuando, estaré ahí, seré tu corazón como tu lo fuiste en el mío.

Porque en nuestra próxima vida, prometo que te cuidare, te protegere y haré que vivas una vida plena y amorosa, haré todo por tí...

Solo promete que no me dejarás.

Un invierno 28Donde viven las historias. Descúbrelo ahora