La ceremonia fue rápida y sin adornos, una transacción más en la larga lista de negocios de Kim Seokjin. El salón donde se celebró el matrimonio civil era tan frío y minimalista como el acuerdo que los había unido. No hubo invitados, ni flores, ni siquiera una sonrisa entre los presentes. Solo Seokjin, Taehyung, sus testigos y el juez que ofició la ceremonia. Todo se desarrolló con la precisión de un reloj suizo.
Para Taehyung, cada momento de esa tarde fue surrealista. Había pronunciado los votos, había sentido el peso de la alianza en su dedo, pero todo se sentía distante, como si no fuera realmente su vida la que estaba cambiando, sino la de alguien más. Después de la firma de los documentos, y de las felicitaciones vacías, Seokjin la había escoltado hasta su limusina sin decir una palabra más de las necesarias.
Y ahora, mientras la noche caía sobre la ciudad, se encontraban en la suite presidencial de uno de los hoteles más exclusivos de Gwangju. El ambiente era opresivo, con las luces tenues y las enormes ventanas que ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Taehyung se sentía pequeño e insignificante en ese entorno, mientras Seokjin parecía tan en su elemento como siempre, imperturbable e inaccesible.
La cena se había servido en un silencio incómodo, solo roto por los ruidos suaves de los cubiertos contra la porcelana fina. Taehyung apenas había probado bocado, su apetito había desaparecido con el peso de las circunstancias. Seokjin, por su parte, comía con la misma meticulosidad con la que manejaba sus negocios, su rostro mostrando poca o ninguna emoción.
Finalmente, Taehyung no pudo soportarlo más. Dejó el tenedor a un lado y se aclaró la garganta.
—¿Siempre es así para ti? —preguntó, su voz sonando más débil de lo que hubiera querido.
Seokjin levantó la vista de su plato, su expresión inescrutable.
—¿A qué te refieres? —respondió, inclinándose ligeramente hacia atrás en su silla.
Taehyung miró alrededor, abarcando la opulencia y el vacío del lugar con un gesto de su mano.
—Todo esto. La frialdad, la distancia. ¿Así es como vives? —preguntó, dejando salir algo de la frustración que había estado acumulando.
Seokjin la observó en silencio durante un largo momento, como si estuviera decidiendo cuánto decir.
—Mi vida es simple, Taehyung. Es una serie de decisiones racionales diseñadas para maximizar el éxito y minimizar las distracciones —dijo finalmente, su tono clínico.
Taehyung sintió una punzada de tristeza al escucharlo. No esperaba calidez de su parte, pero la crudeza con la que lo decía era desconcertante.
—¿Y es así como me ves? —preguntó el, sus ojos buscando los de él—. ¿Como una distracción que necesitas minimizar?
Seokjin entrecerró los ojos, como si la pregunta lo incomodara de alguna manera.
—Eres parte del acuerdo, Taehyung. Este matrimonio es una estrategia, nada más. No esperes que sea algo diferente —respondió, su voz firme pero no cruel.
Taehyung asintió, tratando de mantener la compostura. Sabía desde el principio que este matrimonio era solo un contrato, pero escuchar a Seokjin decirlo en voz alta, sin ningún matiz de duda, hizo que la realidad de su situación la golpeara con fuerza.
—Entiendo —dijo, tratando de sonar indiferente, aunque por dentro se sentía como si algo se rompiera en su interior.
Seokjin dejó el tenedor a un lado y se levantó, caminando hacia una mesa donde había una botella de whisky caro. Se sirvió un vaso y lo llevó a sus labios, observando a Taehyung con esa mirada intensa que parecía despojarlo de todas sus defensas.
—No tenemos por qué hacer esto más difícil de lo necesario, Taehyung —dijo después de un sorbo—. Ambos sabemos lo que se espera de nosotros. Podemos mantener las apariencias, cumplir con nuestras obligaciones sociales, y seguir con nuestras vidas como mejor nos parezca.
—¿Y cómo se supone que hagamos eso? —preguntó Taehyung, su voz cargada de una mezcla de desafío y desesperación—. ¿Viviendo como dos extraños bajo el mismo techo?
Seokjin suspiró, como si la conversación le resultara una carga innecesaria.
—Es una opción, pero no tiene que ser así. Podemos encontrar una forma de coexistir sin hacernos la vida imposible. Después de todo, tenemos intereses comunes, ¿no es cierto?
Taehyung lo miró, tratando de encontrar alguna señal de vulnerabilidad en él, pero no encontró ninguna. El gran Kim Seokjin era un muro impenetrable, y la idea de pasar el resto de su vida casado con él se le antojaba sofocante.
—Intereses comunes —repitió el en un susurro, más para sí mismo que para él.
Seokjin asintió, interpretando su respuesta como una aceptación de los términos.
—Exactamente. Y para mantener esos intereses, necesitamos mantener las apariencias. El mundo nos estará observando, Taehyung. Lo que hacemos, lo que decimos, todo será analizado. No podemos permitir que las emociones se interpongan en lo que debe hacerse.
Taehyung se levantó lentamente, sintiendo que su paciencia se agotaba.
—Creo que me voy a retirar por esta noche —dijo, haciendo un esfuerzo por mantener la voz firme.
Seokjin no intentó detenerlo. Simplemente asintió y lo observó mientras se dirigía hacia la puerta del dormitorio principal.
—Buena noche, Taehyung —dijo en tono formal.
Taehyung no respondió, cerrando la puerta detrás de el con más fuerza de la necesaria. Al entrar en la habitación, el lujo que la rodeaba se sentía sofocante. Se acercó al espejo y miró su reflejo, tratando de reconocer al joven que veía. El joven que había elegido una vida simple, lejos del poder y la intriga, ahora estaba casado con uno de los hombres más poderosos del país, atrapado en una unión que no tenía nada que ver con el amor.
Se dejó caer en la cama, sintiendo que las lágrimas amenazaban con salir, pero se las contuvo. No podía permitirse ser débil. No en este momento. Sabía que, si mostraba cualquier signo de vulnerabilidad, Seokjin lo vería como una debilidad que podía explotar.
Mientras se acurrucaba bajo las sábanas, una idea comenzó a formarse en su mente. Si Seokjin pensaba que podía controlarlo todo, se equivocaba. Tal vez no podía cambiar la situación en la que se encontraba, pero podía decidir cómo enfrentarse a ella. No sería el hombre sumiso que él esperaba. No se rendiría ante su frialdad y sus términos. Kim Taehyung encontraría una manera de demostrarle a Kim Seokjin que, aunque él creyera tener el control, había cosas que ni siquiera él podía prever.
Esa noche, mientras se hundía en un sueño inquieto, Taehyung hizo una promesa silenciosa: no se permitiría perderse a sí mismo en ese matrimonio. Y, si el destino quería que compartiera su vida con un hombre como Seokjin, entonces se aseguraría de que él también tuviera que cambiar, aunque fuera solo un poco. Porque, aunque fuera una lucha desigual, Taehyung estaba decidido a dejar su marca en la vida de Kim Seokjin, tanto como él estaba dejando la suya en la de el.
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El Amor No Estaba En El Plan | Taejin
RomanceKim Seokjin es un CEO multimillonario acostumbrado a tener el control absoluto sobre su vida y a obtener todo lo que desea. Egocéntrico y frío, su única prioridad es el éxito de su imperio empresarial. Pero su mundo perfecto se tambalea cuando, por...