Los días posteriores a la boda transcurrieron en un ritmo frío y calculado. Seokjin y Taehyung se acomodaron en una rutina que, aunque distante, era funcional. El se instaló en el apartamento de Seokjin, una residencia de lujo en el corazón de Gwangju que reflejaba todo lo que él era: poder, éxito, y una carencia casi total de calidez. Los pocos momentos que compartían eran breves, formales y, en su mayoría, carentes de verdadera comunicación.
Sin embargo, Taehyung se dio cuenta de que Seokjin no era un hombre fácil de ignorar, ni siquiera cuando no estaba presente. Su influencia parecía impregnar cada rincón del apartamento, desde la selección de arte en las paredes hasta la estricta rutina que su personal doméstico seguía. A pesar de su aparente desapego, Seokjin controlaba su entorno con una precisión militar, lo que hacía que Taehyung se sintiera más como un intrusa que como una esposo.
Una tarde, después de una reunión que Seokjin había mantenido con varios de sus socios, Taehyung se encontró en el salón principal, mirando por una de las enormes ventanas que daban al bullicioso mundo de la ciudad. La luz del atardecer bañaba la sala con un tono dorado, pero la frialdad del ambiente persistía. Desde allí, observó cómo Seokjin despedía a sus colegas con una sonrisa breve y profesional, esa misma sonrisa que nunca llegaba a sus ojos cuando se dirigía a el.
Cuando la puerta principal se cerró, Seokjin se giró y encontró a Taehyung mirándolo. El no apartó la vista, decidido a no dejarse intimidar por su presencia. Habían pasado varios días desde su última conversación, y la tensión entre ellos se había vuelto casi palpable. Taehyung sabía que, si seguían ignorando la situación, el resentimiento solo crecería.
— Parece que tus reuniones siempre terminan a tiempo —comentó Taehyung, rompiendo el silencio con un tono neutral.
Seokjin lo observó por un momento, evaluando si había alguna trampa en sus palabras, pero al no encontrar ninguna, respondió con la misma frialdad.
— La puntualidad es una virtud en los negocios, Tae. Y en la vida en general.
Taehyung asintió lentamente, sin dejar de observarlo.
— Entonces, ¿qué pasa cuando algo no va según lo planeado? —preguntó, su voz suave pero inquisitiva.
Seokjin arqueó una ceja, un gesto casi imperceptible que indicaba su sorpresa ante la pregunta.
— Siempre hay contingencias. Ningún plan es perfecto, pero es nuestro deber asegurarnos de que cualquier desviación sea mínima y controlada.
Taehyung dejó que sus palabras flotaran en el aire durante un momento, antes de dar un paso hacia él.
— Entonces, supongo que soy un de esas contingencias, ¿no? —preguntó, con un toque de desafío en su tono.
La pregunta pareció tomar a Seokjin por sorpresa, aunque su expresión no cambió. Se acercó a el, sus ojos atrapando los suyos con una intensidad que era difícil de soportar.
— Nuestro matrimonio no fue una contingencia, Taehyung. Fue una decisión estratégica, tan calculada como cualquier otra —respondió, su voz baja pero firme.
Taehyung sintió un nudo en el estómago, pero no retrocedió.
— ¿Y para ti, esa es la única forma de ver esto? ¿Como una transacción más?
Seokjin suspiró, su mirada volviéndose más dura.
— ¿Qué es lo que esperas de mí, Taehyung? ¿Que finja que este matrimonio es algo que no es? Ambos sabíamos en lo que nos estábamos metiendo. No hay lugar para ilusiones en nuestro acuerdo.
Taehyung sintió una oleada de frustración. Había esperado frialdad, pero la completa indiferencia de Seokjin lo estaba agotando.
— No estoy buscando ilusiones, Seok —respondió, su voz elevándose ligeramente—. Pero sí esperaba un mínimo de humanidad. No somos solo socios comerciales; somos dos personas que, nos guste o no, están casadas. ¿No crees que merecemos algo más que esta fachada vacía?
Por un momento, algo cambió en los ojos de Seokjin. Un destello de vulnerabilidad que desapareció tan rápido como había aparecido. Se giró, caminando hacia la barra para servirse un trago, su espalda hacia Taehyung.
— Las emociones complican las cosas, Taehyung. Crean expectativas que no siempre pueden cumplirse. Es más sencillo mantener todo en su lugar —dijo, antes de llevarse el vaso a los labios.
Taehyung lo observó con una mezcla de tristeza y determinación. Sabía que estaba lidiando con un hombre que había construido muros tan altos alrededor de sí mismo que cualquier intento de acercarse a él parecía condenado al fracaso. Pero no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente.
— Quizás tengas razón —dijo el, acercándose un poco más—. Pero también creo que estás equivocado. No podemos vivir toda nuestra vida encerrados en esas cajas que has creado para todo. Tarde o temprano, algo tiene que cambiar.
Seokjin se quedó en silencio, su mirada fija en el vaso en su mano. Taehyung supo que sus palabras lo habían tocado de alguna manera, pero aún era demasiado pronto para saber si eso significaba algo.
— Solo quiero que sepas que, a pesar de todo, estoy aquí, Seok. Y no voy a dejar que esta relación se convierta en nada más que un contrato frío y sin sentido —añadió el menor de los Kim, su voz suave pero firme.
Seokjin finalmente se giró hacia el, sus ojos oscuros y pensativos.
— Es más fácil decirlo que hacerlo —murmuró, su tono casi vulnerable.
Taehyung se acercó un paso más, hasta estar lo suficientemente cerca como para sentir su calor.
— Nada en la vida que valga la pena es fácil —dijo el, extendiendo su mano hacia la suya.
Por un momento, Seokjin dudó. Luego, con una lentitud deliberada, dejó que su mano se posara sobre la de Taehyung. Fue un gesto pequeño, casi insignificante, pero para Taehyung significó mucho más. Era un primer paso, un pequeño pero importante avance hacia algo más que una simple transacción.
Ambos permanecieron en silencio, sintiendo el peso del momento. Taehyung sabía que el camino por delante sería largo y difícil, pero también sabía que, por primera vez, Seokjin había dejado que un poco de luz penetrara en su mundo herméticamente cerrado. Y eso, para el, era un comienzo.
Mientras el atardecer se desvanecía en la ciudad, Taehyung se dio cuenta de que no estaba luchando solo por su lugar en ese matrimonio, sino por un atisbo de esperanza en el corazón de un hombre que, durante demasiado tiempo, había estado perdido en su propio laberinto de poder y control.
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El Amor No Estaba En El Plan | Taejin
RomanceKim Seokjin es un CEO multimillonario acostumbrado a tener el control absoluto sobre su vida y a obtener todo lo que desea. Egocéntrico y frío, su única prioridad es el éxito de su imperio empresarial. Pero su mundo perfecto se tambalea cuando, por...