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AGUSTINA

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AGUSTINA

PUERTO MADERO, Buenos Aires


14:45 am

Miro un punto fijo en mi habitación, con flashbacks de anoche. Aprieto las sábanas, consciente de mi desnudez bajo ellas. El cuarto está hecho un desastre, una clara muestra de lo que pasó. Todavía puedo sentir las manos de Lisandro recorriendo cada centímetro de mi piel, su boca, y cómo me cogía de esa manera que me encantó. Pero no puedo evitar sentirme insatisfecha emocionalmente. Se fue a eso de las cinco de la mañana, y aunque sentí que quería quedarse, no me salió decirle que lo hiciera. Porque, en el fondo, todavía quería estar sola.

Me pregunto si fue buena idea acostarme con Lisandro. Si tal vez fue solo un intento de llenar ese vacío que dejó Julián, y no algo genuino como pensé.

FLASHBACK

MANCHESTER, Inglaterra


7 meses antes.

—Muere acá —me advierte Julián, y no puedo evitar sonreír mientras lo miro a los ojos.

—¿Y si no, qué? —arqueo una ceja y meneo el culo hacia él, recibiendo una fuerte cachetada que me arranca un grito de sorpresa. Él suelta una risa nasal y alza el mentón, desafiándome a decir algo más, así que lo hago sin vergüenza—. ¿Te da miedo que le cuente a tu novia?

No me contesta. En vez de eso, sube su mano por mi columna, hasta mi nuca, y me agarra del pelo, presionando mi mejilla contra el respaldo del sofá, sometiéndome. La sensación de su pija entrando bruscamente en mí fue suficiente para hacerme soltar otro grito, entrecerrando los ojos de placer y apretando a su alrededor, tratando de acostumbrarme a su grosor. Una sonrisa se esparce por mi boca mientras me es imposible no gemir cuando empieza a moverse, entrando por completo. En esa posición, sentía cada embestida vibrar en todo mi cuerpo; mis propios flujos resbalaban entre mis piernas, y el sonido de su pija entrando y saliendo de mí llenaba el cuarto.

No podía evitar arquearme, el placer se acumulaba en mi vientre bajo, estremeciendo cada nervio de mi cuerpo. Era demasiado, me temblaban las piernas. Julián deslizó su mano desde mi nuca hasta mi garganta, apretándome fuerte mientras me atraía hacia él bruscamente, pegando mi espalda a su pecho y quedándose quieto dentro de mí. Su boca recorría mi cuello y su mano libre viajaba por mi vientre, dejándola justo sobre la zona donde me llegaba por dentro. Mi respiración era entrecortada, con la excitación apoderándose de cada parte de mí.

—Cómo me calentás, hija de puta —me susurra al oído con ese acento cordobés, apretándome el cuello.

Retoma sus embestidas, y sus movimientos se vuelven descontrolados cuando se da cuenta de que encontró mi punto G. Quería responderle, pero me estaba cogiendo tan bien que solo podía gemir.

EROTIC | Julián ÁlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora