Razón 19: ser un caos de persona

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Hay errores que cometes de forma inconsciente, errores que cometes conscientemente y errores que cometes porque ya das todo por perdido. Eses en los que te dices: ya la he cagado, así que vamos a sacarle el máximo partido a esto.

Como hice yo ese lluvioso y resacoso día de febrero con Yeonjun King.

El mal ya estaba hecho, ya habíamos cruzado esa línea y, por mucho que lo deseara, no había vuelta atrás. Una vez que le comes la polla a tu amigo, deja de ser tu amigo; quieras verlo o no. Nunca nada vuelve a ser lo mismo, porque el pasado no se puede borrar y dentro de ti sabes que algo ha cambiado.

Tras la ducha compartida, una comida ligera y una pequeña siesta, habíamos tonteado con la idea de: sí, nos abrazamos mirando la televisión y nos reímos, pero hay un silencioso acuerdo para no sobrepasarse.

Incluso aunque Yeonjun no dejara de empalmarse debajo de la manta del sofá, insistía en no hacerlo obvio y olvidarse por completo de todas sus bromas sexuales y provocaciones habituales; como si no quisiera incomodarme.

Así que, con todo el placer del mundo, volví a besarle y a agarrarle la entrepierna de la forma más obscena posible, oyéndole soltar un jadeo de sorpresa antes de gruñir con placer y devolverme el beso.

No volvimos a prestar atención a la película hasta que, cuarenta minutos después, había terminado de lamerle de arriba abajo, frotarme contra él, revolverle por el sofá y chupársela hasta conseguir que se corriera sobre su abdomen.

Cuando yo lo hice también, de rodillas en el suelo frente a él, me limpie los labios y le dije:

—Ojalá me la hubiera podido tragar.

Yeonjun sonrió y se pasó una mano por el pelo antes de responder:

—Pff... ojalá.

Le di un par de palmadas en el muslo y, con esfuerzo, me levanté del suelo para sentir una punzada en las rodillas y agitar la cabeza. Aun seguía algo resacoso, pero la mamada había sido maravillosa y la ducha que la seguiría terminaría por despejarme del todo.

Yeonjun también se levantó, prefiriendo terminar de sacarse el slip antes de seguirme desnudo en dirección al baño de la habitación, el único con plato de ducha. Una vez dentro, cerró la puerta y me dijo:

—De todas formas, yo me hice los análisis hace cuatro meses y estoy bien, eh.

—No estoy sugiriendo que tengas nada, Yeonjun — respondí.

—No, ya, pero dijiste que ojalá pudieras tragártelo, y yo te digo que, si quieres... —se encogió de hombros.

En ese momento dejé de mirar el agua de la ducha y me giré hacia él, esperando con la cadera apoyada en el lavabo y las manos a ambos lados de la repisa.

—¿Me lo estás diciendo en serio? —pregunté.

—Sí, claro —respondió—. Hay quien se lo traga y ni siquiera me pregunta primero —se rio—. Eso sí es salvaje.

—Hay mucha gente con muy poca cabeza y muchas ganas de pasarse la vida tomando una pastilla—le aseguré—. Yo no soy una de ellas.

—No, claro que no —dijo, cruzándose de brazos sobre sus pectorales manchados de su propia corrida—. Solo digo que yo estoy sano y no pasaría nada.

—Tú eres un hombre con una vida sexual muy activa —le corregí—. Y sé que siempre usas protección, pero incluso así puedes llevarte sustos.

Yeonjun perdió la sonrisa y la cambió por un gesto de labios apretados y mirada baja.

—Sí... una vez —se detuvo un momento y tomó una bocanada de aire antes de confesar—: una vez pillé gonorrea y en otra, mi ex, me pasó clamidia.

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