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Los primeros rayos de sol se filtraban entre los edificios, creando una danza de luces y sombras por las calles aún somnolientas. El aire fresco llevaba consigo el aroma del café recién hecho que se logra escapar de las cafeterías.

Los coches rugían, un murmullo creciente que se mezclaba con el canto de los pájaros que han encontrado refugio en los árboles.

Las aceras se llenan de vida; personas apresuradas, con miradas decididas, caminan en un ritmo propio.

Las luces de los semáforos parpadean, marcando el compás de un nuevo día, mientras las vitrinas de las tiendas se visten con colores vibrantes, invitando a los curiosos a detenerse un momento.

Los niños ríen y juegan en los parques, sus risas resonando como música en el aire, una sinfonía de inocencia que contrasta con la prisa de los adultos.

Sin embargo, hay cierta tensión en el ambiente.

Jean Grey, Deadpool y Logan se reunieron en el techo de un edificio.

Logan se encontraba atrapado en un torbellino de emociones, un caos interno que lo consumía con cada segundo que pasaba. Entre lo que sucedía con Val y la misión misma.

La frustración se acumulaba en su pecho como un peso insoportable. Había querido decirle a Val lo que sentía, dejar que sus palabras fluyeran como un río desbordado, pero cada vez que estaba a punto de hacerlo, algo lo detenía y cambio, solo la hizo sufrir. El temor a la vulnerabilidad lo paralizaba; abrirse a ella significaba arriesgarse demasiado, y eso era algo que simplemente no podía hacer. No quería, no deseaba perderla a ella también. Su pasado era el recordatorio de ello.

La preocupación lo mantenía en un estado constante de inquietud. Cada vez que pensaba en los peligros que la rodeaban, una punzada de miedo le atravesaba el corazón. La idea de que Val pudiera resultar herida por culpa de su propio poder, o incluso, por tratar de protegerlo en batalla, como había sucedido en el bar de Emir, lo torturaba y lo mantenía en un ciclo interminable de incertidumbre y dolor.

Jean observó a Logan, sabiendo por lo que estaba pasando. No porque hubiera entrado a su mente a averiguarlo, si no porque los había visto enfrentarse.

Fue gracias al profesor Charles Xavier, quién por poco obligó a Valentina a quedarse en el instituto, que la chica que inquietaba a Logan, no se encontraba entre ellos. Entonces la pelirroja se convirtió en su perfecto reemplazo.

─Así que, ¿estamos listos para esto?─preguntó ella para romper el hielo y la tensión del ambiente─. Taskmaster no es un tipo fácil de tratar...

Sabían que su objetivo, el mercenario Taskmaster, estaba cerca, y que tenía información vital sobre Emir y su contrabando de adiamantum y la misteriosa organización detrás de los cazadores de mutantes.

─¡Vamos, chicos! No se pongan serios ahora─dijo Wade, girando su katana con un movimiento acrobático─. Solo es un mercenario que puede copiar cualquier movimiento de combate. ¿Qué podría salir mal?