𝘘𝘶é𝘥𝘢𝘵𝘦, 𝘴á𝘭𝘷𝘢𝘮𝘦. 𝘘𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘷𝘪𝘷𝘪𝘳 𝘮𝘪 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘢 𝘵𝘶 𝘭𝘢𝘥𝘰.
Chifuyu Matsuno x OC.
No se permite la copia ni adaptación.
Principio: 01/09/24
Final (previsto): Diciembre 2024
Gracias por darle una oportunidad<3
—Para la próxima tengo una ruta que te va encantar —afirmé mientras le entregaba mi casco a Chifuyu.
—Entonces espero que sea pronto.
Sonreí ante sus palabras. Se había vuelto costumbre robarle la moto a Baji para dar una vuelta nocturna. Además, al mayor no parecía importarle demasiado.
Me despedí de él con un gesto y lo vi alejarse rápidamente por la calle tras corresponder el gesto. Subí hasta mi apartamento y, en cuanto dejé las llaves en la entrada y escuché los pasos acelerados acercarse, supe lo que se venía.
—¿Qué horas son estas?
Mi madre tenía los brazos en jarras. Suspiré con cansancio mientras me dirigía a mi habitación.
—He hecho la compra y he limpiado los cristales, mañana termino lo demás. Lo siento por no hacerte sentir orgullosa de mi un día más —recité automáticamente, sabiéndome cuales eran las palabras perfectas para hacerla callar.
Al día siguiente, tras salir de las clases y separarme de Kaori, me dirigí a la tienda de Hori, como de costumbre. Pero al llegar recibí una llamada.
—¿Si? —dije entrando a la tienda. Saludé con un gesto al hombre detrás del mostrador.
—Hace rato que deberías estar en casa. —Mis ánimos cayeron al escuchar su voz.
—¿Hoy no trabajas?
—Tenía que ir al médico. ¿Dónde estás? —Bufé ante su tono.
—En la tienda de Hori.
—Sabes que no nos llega y aún así te compras mangas de esos. ¿Te parece normal? —Iba a contestarla cuando un pitido en mi teléfono me interrumpió.
—Mamá no me queda saldo, hablamos en...
—¿Con quién has gastado el saldo? Con el rufián ese, ¿verdad? —Rodé los ojos.
—La única que me llama eres tú.
—En diez minutos te quiero en casa.
—Pero mamá... —Antes de que pudiera quejarme, me colgó.
Era el décimo suspiro que soltaba aquel día. Tal vez el undécimo... O el vigésimo.
—Te vas a quedar sin aire en los pulmones —dijo alguien frente a mi. Levanté la mirada encontrándome con sus orbes turquesa.
—Hey. —Traté de sonreírle, pero creo que solo fue una mueca.
—¿Ocurre algo? —Frunció el ceño al notarlo.
—Solo... Tengo que irme a casa, debo ayudar a mi madre con algo —me excusé torpemente.
—Te acompaño.
—¡No! —No quería responderle de aquella manera, pero mi mente estaba demasiado saturada para saber que estaba bien y que estaba mal—. No —repetí en un tono más suave.
Di media vuelta, ignorando las palabras de Chifuyu, y salí de la tienda.
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