11 Gracias por Entenderlo, Papi

40 4 8
                                    

El verano estaba llegando, las calles de Staten Island estaban llenas de vida y color. Los árboles estaban frondosos, o a ofreciendo sombra a las aceras, y las casas de estilo victoriano lucían sus jardines bien cuidados con flores brillantes.
Los niños jugaban en las aceras, y el sonido de las bicicletas rodando se mezclaba con el murmullo de las conversaciones. Las banderas ondeaban suavemente en los porches, y el aroma de barbacoas se percibía en el aire. Las tiendas locales y cafeterías estaban abiertas, con personas disfrutando de helados y refrescos, creando un ambiente acogedor y comunitario.



Carol estaciono su auto frente a la casa, apago el motor y se repitió mentalmente, “una madre debe hacer, lo que una madre debe hacer”. Respiro hondo y bajo. Caminó con porte altivo hasta la puerta y tocó la puerta. Un minuto después salía una mujer de mediana edad con cabello oscuro y rizado de figura esbelta y porte elegante, que se sumaba a su presencia imponente. Su piel era clara, y lució maquillaje sutil pero marcado, con labios de tonos oscuros. Sus ojos expresivos estaban resaltados dándole una mirada penetrante. Llevaba un vestido negro que le llegaba a los tobillos. Su cabello caía en ondas sueltas alrededor de su rostro, añadiendo un toque de dramatismo a su apariencia. Sus manos eran finas y gráciles, acentuando su porte.



- Carol, querida – dijo la mujer – ¿cómo estás? pasa, ¿te invito algo?
- Estoy bien – dijo la rubia sonriendo –. Solo quería preguntarte ¿le contaste a Karli sobre bajo qué circunstancias Sam y yo nos divorciamos?
- Me pareció que era lo más adecuado – dijo Agatha –. La niña merece saber cómo destruyeron su hogar
- Destruyeron su hogar – repitió Carol lentamente
- Pobres niños – dijo Agatha
- ¿Y quién te autorizó a contarle eso a mi hija? – pregunto Carol
- El inmenso cariño que me une a ti – dijo Agatha
- Me honras – dijo Carol sonriendo – Entonces en nombre de ese inmenso cariño que nos une, yo le contaré a la junta de vecino como te han echado de quince barrios los últimos tres años, solo en Nueva York, porque supuestamente practicas la brujería
- Son acusaciones falsas – dijo Agatha con un semblante serio
- Quizás sí, quizás no – dijo Carol –. Aquí lo importante es lo que la gente opine. ¡Lo que la junta de vecinos opine! Y lo más probable es que pida que dejes el barrio. Tal como te lo han pedido en tantos otros – y Agatha miró hacia otro lado –. ¡No te vuelvas a acercar a mis hijos! Única advertencia. Buen día… “querida” – y colocándose sus lentes de sol, dio media vuelta y se retiró



El Empire State Building, majestuoso y resplandeciente, se erguía contra el cielo nocturno, su punta iluminada de colores vivos que celebraban la primavera. En los barrios más tranquilos, las ventanas de los edificios dejaban escapar tenues luces cálidas, sugiriendo la presencia de cenas familiares y momentos de relajación después de un día agitado. La brisa primaveral acariciaba suavemente los rostros de quienes paseaban junto al río Hudson, donde se escuchaba el suave murmullo del agua mezclado con las risas y conversaciones de las personas. La sensación de renovación y esperanza, característica de la primavera, impregnaba el ambiente, haciendo que esa noche en Nueva York fuera especialmente encantadora y llena de promesas para el futuro.



La gente caminaba por las calles, disfrutando del clima agradable, mientras los cafés y restaurantes estaban llenos de vida. Se sentía la energía vibrante de la ciudad, haciendo de esa noche un recuerdo inolvidable. El murmullo de las conversaciones y las risas se mezclaban con el suave sonido del tráfico. Las terrazas estaban llenas de personas que disfrutaban de una copa mientras admiraban el horizonte iluminado. A medida que avanzaba la noche, la brisa se volvía más fresca, pero la calidez de la primavera aún se sentía en el aire.
Las avenidas principales estaban adornadas con luces que brillaban como estrellas, y los taxis amarillos serpenteaban por el tráfico, llevando a los pasajeros a sus destinos. En Times Square, las pantallas gigantes proyectaban anuncios coloridos, iluminando la multitud de turistas y locales que se maravillaban con el espectáculo visual.



Había sido un día divertido para la familia Wilson-Barnes. Karli escuchaba música de su celular sentada en la parte interna de la ventana mientras miraba la luna. De pronto se quitó los auriculares y se los ofreció a quien estaba detrás de ella.



- Vienes por ellos – dijo
- En realidad, vengo a hablar ¿podemos? – pregunto Sam
- Te estaba esperando – dijo la chica
- Ya veo – dijo Sam entrando y sentándose en la punta de la cama
- ¿Vas a decirme cual es mi castigo? – dijo tímidamente ofreciéndole su celular
- Guárdalo – dijo Sam – el lunes lo entregaras y allí sabrás tu castigo
- Gracias – dijo Karli
- ¿Tienes preguntas? – dijo Sam
- No papá – respondió la chica deprisa –. No te preocupes
- Hija, no te conté nada antes, no porque te lo quisiera ocultar sino… – dijo Sam
- Porque no lo iba a entender – interrumpió Karli – y tenías razón. ¿Amaste a mamá? – pregunto llevada por su curiosidad
- Si – dijo el moreno –, pero no siempre resulta, aunque lo intente. Te lo juro que lo hice
- Te creo – dijo su hija
- ¿ahora te puedo hacer yo a ti una pregunta seria? De hecho, a eso vine realmente – dijo Sam y Karli asintió con entusiasmo – ¿Cuánto te dará mamá por robarnos a papi? Pagar el triple – y la chica rió a carcajadas



Media hora después, Sam apagó la luz de la habitación de su hija y salió cerrando la puerta. Sonrió al ver a Bucky apoyado en la pared, se acercó y rodeándole la cintura con ambos brazos para besarlo lentamente



- ¡Aléjate de papi! – grito Karli sin abrir la puerta
- ¡Es nuestro! ¡Mamá lo dijo! – grito Joaquín desde su habitación mientras Bucky ahogaba su carcajada escondiendo el rostro en el rostro de su marido
- ¡Es mío y no lo comparto! – dijo el moreno aguantando la carcajada por el sobresalto que le causó el grito – ¡ahora duérmanse, par de mocosos o los castigare de por vida!



Sam y Bucky se fueron a su habitación. La familia que habían formado era feliz, nada más importaba




____________________



El tiempo paso, y con los años las responsabilidades cambiaron, los niños que habían llevado al colegio y por las noches les leían cuentos, ahora eran adultos apunto de formar su propio hogar. Ese día, el sol brillaba intensamente en el cielo despejado, derramando su luz dorada sobre Central Park en una cálida tarde de verano. Cerca de la media tarde, el parque bullía de vida, cada rincón vibrando con la energía de miles de visitantes disfrutando de un día perfecto. El aire estaba perfumado con el aroma de flores y césped recién cortado, mezclado con el dulce olor de los helados que los vendedores ambulantes ofrecían a los paseantes. La brisa ocasionalmente levantaba las hojas caídas, creando pequeños torbellinos de color que danzaban brevemente antes de volver a posarse en el suelo.



En el Great Lawn, un vasto mar de verde, familias y amigos habían extendido mantas coloridas, creando un mosaico de picnic sobre el césped. Niños correteaban, sus risas llenando el aire mientras jugaban al frisbee y lanzaban pelotas. Algunos adultos se recostaban, dejando que el sol acariciara sus pieles, mientras otros conversaban alegremente, compartiendo bocados de frutas frescas y sándwiches caseros. Cerca del Bow Bridge, parejas paseaban de la mano, sumergidas en conversaciones íntimas o simplemente disfrutando del tranquilo paseo. Algunos se detenían para tomarse fotografías con el puente arqueado y el reflejo del sol en el agua como telón de fondo, inmortalizando el momento en sus cámaras y teléfonos móviles. El lago resplandecía bajo la luz del sol, y los botes de remos se deslizaban suavemente, cada remo rompiendo la superficie del agua en un ritmo relajado y constante.



Ruth Bat-Seraph era hija única de David y Miriam Bat-Seraph, unos conocidos magnates de la tecnología y filántropos. Ruth Bat-Seraph había crecido en una lujosa mansión en Beverly Hills, Los Ángeles. Su padre, David, había fundado una de las empresas tecnológicas más exitosas del mundo, conocida por sus innovaciones en inteligencia artificial y robótica. Su madre, Miriam, era una destacada empresaria y una ferviente activista social, dedicando su tiempo y recursos a diversas causas benéficas y de justicia social.
A pesar de su vida de privilegios, Ruth fue criada con fuertes valores de justicia y responsabilidad social. Sus padres, a pesar de su riqueza, siempre habían intentado inculcarle la importancia de los valores. De rostro alargado, con pómulos altos y una mandíbula firme, era un mapa de determinación. Sus ojos, de un verde penetrante, brillaban con una intensidad que desafiaba a cualquiera a cuestionar su propósito. Cuando miraba, era como si pudiera ver más allá de las fachadas y los velos de la vida cotidiana, capturando la verdad en cada mirada



- ¡Qué hermosa mujer! – dijo el joven que se sentó a su lado – hasta me dan ganas de pedirle que sea mi esposa – y un anillo con una pequeña piedra apareció ante sus ojos
- ¡Oh por Dios! – gritó Ruth
- ¿Qué dices? – pregunto Joaquín arrodillándose – ¿te casas conmigo?
- ¡Si! – dijo Ruth totalmente emocionada – ¡si! ¡si! ¡si! Definitivamente si quiero – dijo la chica mientras Joaquín le colocaba el anillo
- Te amo – susurró él antes de darle un dulce beso en los labios



La noticia había llenado de alegría a los Wilson, y aunque no conocían a la joven en persona, confiaban plenamente en las elecciones del chico. Joaquín siempre había sido un hombre sensato y muy coherente a la hora de tomar sus decisiones, Y si había elegido a Ruth como la mujer con la que quería compartir el resto de su vida, debía de ser la mujer ideal para su hijo y ellos lo apoyarían
Una semana después, en el corazón de Nueva York, el Central Park Conservatory Garden era un oasis de tranquilidad y belleza. Ubicado en el extremo noreste del parque, el jardín de seis acres estaba dividido en tres secciones, siendo el Jardín Italiano el elegido para tal acontecimiento, debido a su entorno elegante y sereno, perfecto para un momento tan especial. Joaquín era el más nervioso. Y aunque conocía a los Bat-Seraph, las familias jamás se habían conocido formalmente.



Conversaba con algunos invitados cuando de pronto sonrió al mirar hacia la entrada de la casa. Se disculpó con ellos y acercándose a Ruth, le colocó una mano a la altura de la espalda baja. La chica volteo a ver hacia donde le indicaba Joaquín y sonrío al ver a sus padres de este llegar. Sin embargo, al instante, su sonrisa desapareció, pero al instante se recompuso. Le había insinuado de mil maneras a Joaquín que no invitaste Bucky, pero al parecer su prometido no la había entendido.



- ¿qué hace él aquí? - siseo Ruth sonriendo para disimular su furia
- ¿A qué te refieres? – pregunto Joaquín intrigado realmente
- Hijo – dijo Sam acercándose
- Papá - dijo el joven abrazando al moreno – gracias por estar aquí
- Mi niño - dijo Bucky cuando Joaquín lo abrazo - estoy tan feliz por ti
- Gracias por estar aquí – dijo el chico besándole la mejilla a su padrastro
- Ruth, te llevas al hombre ideal – dijo Bucky mientras su hijo lo abrazaba contra su pecho y ella sonrió incómoda
- Creí que ese era yo – dijo Sam haciendo un mohín
- Lo eres – dijo Bucky – pero después de mi hijo
- ¿qué puedo decir? – dijo su hijo – soy su favorito
- En cambio, yo no logro decidir quién es mi favorito – dijo Carol detrás del grupo – si el papi o el hijo
- No somos celosos – dijo Joaquín y Bucky negó con la cabeza
- ¡Bruja! - dijo Sam abrazándola – decidiste, no me lo robaran – y todos sonrieron
- Ven acá – dijo la rubia abrazando a su hijo



La siguiente hora la pareja se dedicó a saludar y recibir las felicitaciones de sus invitados. Sam conversaba con Steve, mientras Morgan y Carli no dejaban de cuchichear entre risas bajas hasta que Tony le dio una mirada a su hija, quien bajó el rostro sin dejar de sonreír
Definitivamente la crema y nata de Estados Unidos estaba allí. Políticos, empresarios, actores, cantantes, modelos, la gente más influyente había sido invitada a esa fiesta. Y si bien no tenían nada que ver con el ingeniero medioambientalista que era Joaquín, al parecer Ruth sí conocía a toda esa gente. Sam y Bucky saludaron a algunas personas que conocían, pero no era ni la quinta parte de las personas que estaban ahí. Cuando Sam le preguntó a su hijo porque en la lista era tan grande, lo único que el chico pudo decir mientras encogía los hombros fue: “ni modo, me enamoré de alguien con muchas influencias”



En algún momento Bucky había recibido una llamada y se alejó de la reunión para atenderla cuando terminó la llamada vio a Joaquín y Ruth conversando no muy lejos de ahí. Su hijo sonrió algo tenso y con un gesto de cabeza se alejó del lugar hacia donde estaban los invitados mientras la chica caminó lentamente hacia él saludando a sus invitados



- Felicidades – dijo Bucky
- Gracias – dijo Ruth, aunque se notaba nerviosa
- ¿pasa algo? – pregunto Bucky preocupado
- Es que... – dijo la chica – Dios, fue su idea y ahora no sabe cómo decírtelo
- Hija, me estás asustando – dijo Bucky ya nervioso – ¿qué pasa?
- Sabes que te adoro – dijo Ruth tomándole las manos –, pero mis papás son tan conservadores. Ellos no entenderán que... bueno... ya sabes
- Que yo sea el otro padre de Joaquín ¿esas son las palabras que buscabas? - pregunto Bucky
- No – dijo la chica sonriendo –, no estás entendiendo. Bueno, ambos sabemos que... en realidad... Joa no es tu hijo, por mucho que lo quieras – y el semblante de Bucky se volvió mortalmente serio – así que estábamos pensando, que qué tal si por hoy, todos nos comportamos como deberíamos... y Sam y Carol se presentan como los señores...
- Sam.… y yo... llevamos... veinticinco.... años... de casados – dijo Bucky controlando su voz – ¡veinticinco! ¡Yo soy su esposo!
- Ante la ley – dijo Ruth –, pero no ante Dios, y bueno, mi familia es judía...
- Me estas faltando el respeto – dijo Bucky
- Creí que querías lo mejor para Joa – dijo la chica
- Mientras mi hijo no me diga que me vaya... - dijo Bucky
- Cariño - dijo acercándose mientras su novia y Bucky se sostenía la mirada mutuamente – el canciller McCoy nos quiere felicitar – y sonrió cuando la chica lo miro mientras lo abrazaba – papi ¿te sientes bien?
- Bucky y yo estábamos hablando sobre la familia y... como ahora debes cuidar más tu imagen – dijo Ruth mirando a Bucky
- Gracias por entenderlo, papi – dijo Joaquín y Bucky lo miró sorprendido –. De hecho, ya te pedí un taxi. No te preocupes por la cuenta o por papá... Yo... me encargo – y miró a su prometida
- Claro – dijo Bucky con un hilo de voz –, voy a decirle a tu padre...
- De verdad – dijo Joaquín impidiéndole el paso – yo me encargo. No hagas esperar al taxi
- Muchas... felicidades – dijo Bucky fingiendo sonreír – permiso – y girándose avanzó con pasos inseguros
- Papi – dijo Joaquín y Bucky se detuvo cerrando los ojos – Te amo. Buenas noches – y lo vio salir del lugar lo más rápido posible
- ¡Por fin se fue! - exhaló Ruth –, ahora sí ¡A disfrutar la fiesta!
- ¡Por fin! - susurro Joaquín mirando por donde se había ido su padrastro
- Joaquín – dijo acercándose – ¿has visto a tu papi? - y la pareja se miró entre si
- Papi... se sintió indispuesto y volvió a casa – dijo Joaquín
- ¿que? - dijo Sam sorprendido
- Me voy adelantando – dijo Ruth – cariño, en cinco minutos – y se alejó
- ¿cómo que volvió a casa? - dijo Sam – Voy a...
- La pedida ya va empezar – dijo Joaquín deteniendo – ¡Te necesito aquí! Por favor – suplico – papi lo entenderá
- Claro – dijo Sam – Vamos



“Gracias por entenderlo, papi. De hecho, ya te pedí un taxi. No te preocupes por la cuenta... Yo... me encargo” con esas palabras su hijo, no, su hijastro, lo había echado de su fiesta de compromiso. Y aunque no lo dijo textualmente, se avergonzaba de él. Sus lágrimas no podían dejar de caer en cascada. Dolía demasiado. Amaba a esos niños como si fuesen suyos, y ahora se avergonzaban de él.



* Parece que después de todo no han acabado los problemas para nuestra amada familia. ¿lograra Bucky perdonar esto o algo se acaba de quebrar irremediablemente entre ellos?
Ustedes que opinan
Nos leemos la próxima semana
Se cuidan
besos

Eternal AvengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora