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Jihyo.

8 años después

Mi hermosa Sana.

Mi hermosa, inteligente y retorcida Sana. Es posible que engañes a todos los demás con tu amabilidad, con tus cálidas sonrisas y tu voz suave, usándolas para obtener lo que quieres en la vida, pero te conozco. Conozco tu verdadero yo. No esta fachada falsa que muestras a los que están cerca de ti: tu postura, tu estilo de vestir, la forma en que dejas escapar esos delicados gemidos cuando cabalgas tu propia mano, pensando en lo que podríamos haber tenido si no hubieras testificado en mi contra.

Conozco las profundidades de tu depravación y la forma en que funciona tu mente. Te conozco más de lo que tú te conoces a ti misma, pequeña y maldita descarada.

El toque de mi hermana adoptiva es como un tatuaje en mi piel incluso ahora, todos estos años después. La forma en que gimió mi nombre contra mis labios, la fuerza con la que su coño agarró mi polla cuando la follé sobre el cuerpo de nuestro padre moribundo, cubierta de su sangre.

Solo estoy esperando mi momento. Esperando en las sombras y viéndola recibir todos los regalos que le dejo. La ponen nerviosa. Odia los chocolates, las flores y las joyas, así que la colmo de ellos. Está nerviosa, pero creo que le gusta estar asustada. No, sé que le gusta la emoción del miedo. Su diario entra en gran detalle sobre sus oscuros deseos; cuánto anhela ser acosada, perseguida, raptada y secuestrada.

Así que, siendo la siempre amorosa hermana mayor que soy, tengo la intención de dar vida a todas sus jodidas fantasías mientras ella me ruega perdón.

Ella me ha estado esperando, la hermana que salió de la cárcel hace seis meses. Me busca y busca mi nombre en internet cinco veces al día, tratando de encontrar dónde estoy, enviando mensajes a sus amigos diciéndoles que, si iba a ir por ella, ya lo habría hecho.

Todavía tengo los mensajes de voz que dejó en mi teléfono. Los borrachos. Tristes. Los enojados. Los he escuchado todos, los he guardado en mi computadora para escucharla llorar que me odia, pero me extraña, que lamenta cómo fue todo cuando éramos adolescentes.

Arrepentida. Lo siento, lo siento, lo siento.

Lo siento.

Esa maldita palabra resuena en mi psique, una maldición que no se irá a la mierda.

Lo siento es solo una expresión para tratar de salir de algo, para esquivar problemas si te han pillado. Lo siento, es una vergüenza de ocho letras que ni siquiera debería necesitar ser usada. Debería ser abolido del puto diccionario. ¿Las acciones hablan más que las palabras, y si está tan arrepentida como lo hace parecer en sus mensajes de voz por qué a veces se ve feliz? ¿Por qué sale de fiesta con sus amigos? ¿Besa a chicos que, sorprendentemente, desaparecen días después?

¿Por qué baila alrededor de su apartamento, cantando canciones ridículas sobre el amor?

¿Por qué vive su vida sin mí?

Si la perra está arrepentida ¿Por qué solo me busca en Internet y no me busca?

¿Por qué no me busca?

Me molesta que no me haya visitado, ni una sola vez. Rechacé todas y cada una de las visitas de otros, pero le pedí que viniera a verme. Le escribí los dos primeros años, esperando paciente una respuesta por escrito, una presencia, una sonrisa en mi puta cara que nunca llegó.

Me dejó allí para que me pudriera.

Bueno, hermanita, ya no hace falta que me busques. Estoy aquí, y tengo la intención de quedarme hasta que te haya roto.

Little Stranger | Sahyo G!P Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora