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¿Por qué su madre biológica necesitaba ponerle un nombre tan extraño?

De los millones de nombres que podría haber elegido ¿No pensó en todas las personas que lucharían? ¿Los que necesitan logopedas o se deciden por el lenguaje de señas?

Si su madre no estuviera ya muerta, la mataría por llamarla Sana. Un nombre fácil, Pero para mí complicado.

Me quedo mirando las letras, pasando el dedo por encima de ellas.

—S-ann-a —digo, negando con la cabeza—. S-nny-ne-a.

Aprieto los dientes ¿Por qué coño no puedo decirlo correctamente? Sé cómo decir su nombre, pero cuando trato de pronunciar las letras, mi tono cambia y la cago.

¿Y si lo acorto? Ella cree que mi nombre es Bae. Mi verdadero nombre es Jihyo, por cierto, no Bae, pero ella piensa eso. ¿Y si la llamara San?

—San —digo, haciendo una mueca—. San...na.

Mejor.

Me siento derecha, inflo el pecho y trato de decirlo todo como una sola palabra.

—Sa-n-nna.

Mi confianza disminuye.

A la mierda. Aprieto el papel, lo tiro a la basura y enciendo un cigarrillo, llenando mis pulmones con el veneno humeante mientras miro a mi hermana a través de la pantalla de mi teléfono. Está colgada del techo del sótano, con cadenas en cada muñeca, un collar alrededor de su garganta, los tobillos encadenados con un separador que mantiene sus piernas separadas. Se ve hermosa con su pequeño disfraz de novia gótica con las bragas metidas en la boca.

Ha estado colgada allí durante horas mientras yo me aseguraba que nuestra habitación estuviera lista. Lo está y no puedo esperar para compartir la cama con ella.

Me pongo un pasamontañas negro y mastico un chicle mientras me miro en el pequeño espejo agrietado de la pared. Es posible que reconozca mis ojos, así que me pongo la máscara antigás sobre el pasamontañas, me pongo los guantes y me dirijo al sótano con un sándwich y un vaso de agua.

Mi ritmo cardíaco se dispara cuando abro la puerta del sótano y la veo, a pesar que tiene frío, con su rímel y lápiz labial negro untados por toda su bonita cara.

Coloco el plato en el suelo y me paro frente a ella, inclinando su barbilla hacia atrás y sacando las bragas de su boca. Respira, sus ojos revolotean, y yo le sonrío, no es que pueda verme, y le llevo el vaso de agua a los labios.

Ella traga cada gota y yo le paso el pulgar enguantado por los labios y hasta el lado de su garganta. Iba a sujetarla a mi polla o a mi muñeca, pero quiero darle un poco de libertad, de voluntad, para que quiera venir a nuestra habitación conmigo.

Pero todavía no. Todavía no se lo ha ganado.

Sus ojos se abren correctamente y aspira aire cuando se da cuenta que está encadenada y atascada en su lugar.

—¿Qué coño? —grita. Mira sus piernas, el separador que las mantiene abiertas de par en par—. ¡Déjame ir!

Niego con la cabeza y tomo el sándwich en mi mano, llevándoselo a la boca.

—Come —le exijo—. Está... bueno.

Me aclaro la garganta, molesta conmigo misma por tropezar un poco mis palabras. Ella cierra la boca, así que le pellizco la nariz y meto el sándwich cuando finalmente separa los labios para tomar aire.

Necesitas comer, querida hermana, o esto terminará antes de lo planeado.

Necesitas mantenerte sana, hidratada y bien alimentada, mientras te hago sufrir por robarme ocho años.
Quiero decir, quiero decírselo, pero no tengo ni idea de cómo.

Little Stranger | Sahyo G!P Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora