04

262 18 0
                                    

Sana, 18 años

—Creo que te odio.

Jihyo parece ofendida cuando salimos de la tienda en la que acaba de comprar su arácnido. La caja con agujeros está pegada a su pecho mientras abro mi auto y hago una mueca cuando coloca la caja de cartón en el asiento trasero.

Tiembla un poco y niego con la cabeza.

—No hay que pensar en eso; te odio. Si la pierdes te revocaré la tarjeta de hermana mayor.

—Deja de tener miedo.

—No. Vete a la mierda. ¿Por qué, de todos los animalitos lindos que hay, compraste una tarántula? Cuando me dijiste que querías tener una mascota, ¡pensé que te referías a un gatito o a un maldito perro!

Mi hermana me mira con los ojos entrecerrados, así que hago rodar los míos y enciendo el motor, rumbo a casa. Nuestros padres todavía estarán fuera, tienen algún tipo de reunión sobre un nuevo niño adoptivo que podría vivir aquí pronto.

Espero que no sea otra hermana, adoro a Jihyo, pero a veces es mucho trabajo, especialmente con su posesividad. Comenzó a notarse más cuando tenía dieciséis años y salía a dormir fuera de casa, a los días de chicas o incluso al gimnasio. Cada vez, sin falta, me bombardeaba el teléfono con mensajes, porque obvio no puede llamar, ya que todavía no habla.

¿Te imaginas otra como ella en la casa? Me volvería loca. La amo, de verdad, pero a veces tengo pensamientos extraños sobre ella. Cuando mis dedos se deslizan entre mis muslos o cuando estoy besando a otra persona, es desvergonzado cuántas veces su cara ha estado en primer plano en mi mente cuando encuentro mi orgasmo.

Luego tenía que sentarme a desayunar, comer o cenar con ella, también con nuestros padres, y fingir que no me dejaba llevar por mi hermana.

—Necesito gasolina —digo cuando me doy cuenta que mi tanque está casi vacío. Entro en la estación más cercana.

Las arañas me dan escalofríos. Las pequeñas que corren por el suelo de tu habitación, que cuelgan del techo o caen en tu cara mientras duermes son bastante malas, pero la cosa peluda en esa caja no es solo una pequeña araña, es roja y negra y peluda y parece que podría comerme.

La lluvia cae, haciendo charcos en el suelo mientras lucho con el mango y la tapa de la gasolina: Jihyo termina retorciéndolo para mí y se sienta en el capó mientras lleno el tanque. Con los brazos cruzados, me mira fijo y entrecierro los ojos.

—¿Qué?

—No tienes puesto el brillo de labios.

Me froto los labios, están manchados de rojo por el lápiz labial que compré hace unos días.

—Este me gusta más.

—No estoy de acuerdo. Pareces una prostituta.

Le doy una palmada en el brazo y se ríe en silencio.

—Mamá quiere que busque novio porque al parecer necesito un hombre que me cuide. —Pongo los ojos en blanco—. Dijo que me prometerían con ese bicho raro Jimin.

Los ojos de Jihyo se oscurecen y aprieta la mandíbula.

—Solo tienes dieciocho años.

Me rio.

—¡Dile eso!

Girando la tapa de la gasolina, le doy una palmadita en el hombro.

—Considérate afortunada que papá piense que como tienes a tu amigo, son poder, o también te obligarían a casarte a una edad temprana.

Little Stranger | Sahyo G!P Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora