Emma.
Intento que la forma de la taza que tengo enfrente me salga, amasó con cuidado. Christopher me ha hecho venir a un curso de cerámica donde claramente no soy buena pero que tuve que acceder ya que aún no me perdona la humillación del moco.
— Nop simplemente no soy perfecta — le digo — Por primera vez en mi vida me rindo — Digo haciéndome hacia atrás chocando con su espalda.
Él se encontraba concentrado creando un jarrón para mi padre, y yo bueno lo mío era el intento de una taza.
— Ya lo dejaste, siempre dejas las cosas a medias — me dice — Fútbol dijiste que era tu pasión y a la semana lo dejaste y así pasó con cada uno de los deportes incluso con la pintura que dijiste que amabas con el alma terminó en menos de tres dias.
Aquello hace que me sienta mal, tiene razón siempre dejo las cosas a medias, pero es que así soy. Algo me puede encantar incluso opsesionar pero de repente aquella obsesión se evapora dejando aquel vacío que no logro saciar con nada.
— Lo sé... — digo inclinándome hacia adelante.
La instructora nos pregunta si ya terminamos, es una mujer mayor y bastante dulce así que cuando ve lo que hice y aunque me haya explicado por más de cuarenta minutos como hacerlo y que no haya logrado mi objetivo, Ella solo sonríe llevando mi creación al horno al igual que el jarrón perfecto de Christopher.
Salimos con nuestras creaciones del estudio, él parecía tan feliz con su jarrón que próximamente pasaría hacer de papá ya que el día de la fogata fue creado no solo por el inicio del verano, sino que también por su cumpleaños. Tiene treinta y siete y es padre de una chica de diecisiete años y un hijo adoptado de diecisiete que luce como un niño chiquito observando su jarrón. Fue un padre joven y creo que aquello hace que nuestra conexión sea más única.
— ¿Crees que le guste? — asiento con una pequeña sonrisa .
— Yo compraré algo más — digo levantando lo que parece ser más un plato que una taza .
— ¿Podría guardarlo en tu casa? — pregunta y asiento.
Llegamos a casa y aunque dije que lo guardaría en mi habitación se rehusó diciendo que soy una desordenada y que lo rompería así que ahora nos encontrábamos bajando el sótano que no solemos visitar a menos que sea un día festivo ya que aquí se encuentran los adornos.
Cuando estamos por llegar recuerdo lo qué hay guardado aquí así que me doy la vuelta. Mi mente grita que regrese pero el cuerpo de Christopher me lo impide.
—¿Qué sucede?— pregunta confundido.
Niego.
Aquí abajo solo hay recuerdos destructivos.
Christopher encuentra el interruptor y enciende las luces que pronto iluminan todo nuestro alrededor.
—¿Tienes un piano?– pregunta viendo con asombro el enorme piano que está cubierto con una manta, que cubre prácticamente todo el lugar.
Asiento ya que el nudo de mi garganta no me permite hablar.
— ¿Sabes tocar piano?— pregunta caminando hacia él con el jarrón en sus brazos.
Vuelvo asentir.
— Eres la persona más parlanchina que conozco y ahora no dice nada, ¿Sucede algo?
— Solo deja el jarrón y vámonos — pido en un hilo de voz .
— Emma comienza de nuevo — asiento — ¡Mierda Emma! — me regaña cuando vuelvo a equivocarme — No sirves para un carajo.
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Siempre nosotros.
RomanceLa vida de dos adolescentes Emma Tylor y Christopher Bass. Dos adolescentes atormentados por sus decisiones y fututo, adolescentes que toman la decisión de escapar del mundo mientras estén juntos. Pero como todos los seres humanos tendrán que tomar...